Cultura

La fiesta de la democracia I

Creí que iba tarde a la fiesta de la democracia porque mis perros hicieron un pequeño desastre que necesitó atención urgente. Llegué corriendo a la secundaria donde estaba la casilla que debía vigilar y que terminó la jornada resguardada por la Policía estatal porque según unos encapuchados amenazaron con robarse las urnas. No había estacionamiento y dejé el carro al lado de una alcantarilla de la que brotaba un arroyo de agua y mierda. Mucha gente ya estaba formada siguiendo el curso de ese improvisado río de caca. Se supone que la casilla debía abrir 30 minutos antes de mi arribo, pero el material electoral llegó retrasado. Me presenté, mostré mi nombramiento, firmé un acta y me senté a presenciar el espectáculo de la democracia. No sabía que pasaría las siguientes 16 horas ahí, a ratos contento, a ratos desesperado, a ratos indignado y honestamente sorprendido.

Me sorprendió que los funcionarios de casilla, a pesar de haber sido supuestamente capacitados, supieran muy poco del proceso implementado por las autoridades electorales. No los culpo: el protocolo es enredado y poco práctico. Pero es complicado confiarle la democracia a quienes no saben distinguir lo federal de lo estatal, por ejemplo. Parece que esa ineficiencia fue una constante, y será un argumento para reformar al INE, que pareció rebasado por la masiva participación ciudadana. Creo que la nueva administración tendrá que poner sobre la mesa la posibilidad de digitalizar las elecciones ahí donde la infraestructura y la alfabetización tecnológica de la población lo permitan…

Pero: “hay que doblar las boletas”, “van por colores”, “sí, tiene que marcar el partido que le parezca adecuado”, “esta no es su fila, la R va antes que la T”, “aquí sólo votan del apellido tal en adelante”, “por favor, la fila va allá, respete los turnos”.

Tengo amigos que viven de la fiesta de la democracia y ganan siempre, gane quien gane, pierda quien pierda. Tengo otros que fueron invitados a tiempo y ahora se sientan en la mesa principal y comen con cubiertos elegantes. Yo apenas me doy cuenta que, en la fiesta de la democracia, me ha tocado ser el viene-viene. Ni modo: vimos el festejo mientras seguíamos contando votos.


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Alfonso Valencia
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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