Está en proceso la convocatoria 2020 para la admisión a la docencia en educación básica bajo un procedimiento que guarda algunas diferencias con los procesos de años recientes. Si bien se pondera la consideración de "elementos multifactoriales", como son el promedio general de carrera, cursos extracurriculares, programas de movilidad académica y la experiencia docente, que representan el 30% de la valoración general, lo cierto es que el examen de admisión sigue teniendo un valor superior (50%). La acreditación de un curso de habilidades docentes para la Nueva Escuela Mexicana complementa el 20% restante. Estos dos últimos factores forman parte de lo que denominan "sistema de apreciación". En un proceso que debe ponderar la objetividad y transparencia de cada momento y criterio que se establezca, parece ser muy riesgoso y "sospechoso" la denominación de "apreciación" que se plantea, sino se explicita y desmenuza cada elemento que lo conforma.
A la convocatoria acuden miles de aspirantes, de distintas edades; con formaciones diversas; unos con experiencia docente y otros no; unos buscando "trabajo de maestro" y otros, los menos, queriendo "ser maestros". Algunos ya dentro del sistema educativo y otros intentando incorporarse; algunos con apoyo de la organización sindical y otros sin vínculo alguno. La convocatoria así lo permite, y así es como se acercan a ella. La admisión a la docencia entonces, se configura alrededor de todas estas condiciones.
No queda duda que el ingreso a la docencia sigue representando para muchas personas un fuerte atractivo, contrario a lo que el desaparecido Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) promovía en el 2015 en su informe Los docentes en México: "Los datos presentados indican que cada vez menos jóvenes se interesan en las licenciaturas de formación docente para educación básica. La disminución de la demanda podría encontrar respuesta en las condiciones y características del mercado laboral, el sistema de ingreso al servicio docente, los salarios y las expectativas de mejora a largo plazo, que no hacen de ésta una profesión atractiva" (INEE, 2015). Este tipo de conclusiones se inscriben en el marco de políticas neoliberales que han desmerecido la profesión docente en sus procesos formativos, instituciones y condiciones laborales.
Cada año que se da este proceso se constituye en una oportunidad para pensar en la construcción de políticas de ingreso a la docencia distintas. Donde los actores que participan (autoridades educativas estatales, sindicato) no se inmiscuyan ni en la posibilidad de quién participa ni en los resultados obtenidos. Las escuelas, los alumnos, necesitan de los mejores maestros y el proceso de admisión debe ser transparente, integral y amplio para seleccionarlos. La formación inicial y la formación en el campo educativo, debe ser ponderada con mayor valor en los factores. Y si, las instituciones formadoras de docentes tienen que ver con ello y deben ser ponderadas y valoradas de manera diferente a otras.
Los mecanismos de admisión deben repensarse en todos sentidos. Ingresar a la docencia, en el contexto de la sociedad en qué vivimos, significa la configuración de un sujeto que concentra una serie de cualidades profesionales en el ámbito del conocimiento disciplinar, pedagógico, educativo, filosófico, político y cultural, así como una serie de habilidades didácticas para la enseñanza, y por supuesto, claridad en su postura ética, social e ideológica para la formación del sujeto que está bajo su responsabilidad.
torresama@yahoo.com.mx