Tradicionalmente en la Unión Soviética, y actualmente en lo que queda de aquellas estructuras, se celebra el Día de la Mujer el 8 de marzo; de forma que todos los hombres están obligados a tener esos detalles de cariño como las flores, los chocolates, y demás, —no así las serenatas con mariachis, pues les sería demasiado costoso llevarlos desde aquí hasta allá—, pero en fin.
Como comenté en mi artículo anterior, estoy 100% a favor de las mujeres y, por lo mismo, de sus reclamos basados en la justicia. En algún lugar leí que es absurdo que ellas quieran ser iguales a los hombres, cuando pueden hacer lo que nosotros no podemos.
Ya basta de violencia en contra del sexo femenino, de todas y cada una de ellas… definitivamente sí. Pero hasta aquí nos mantenemos en un “ideal” que necesita hacerse realidad en la práctica en todo momento y lugar.
Necesitamos partir de unos principios claros, contundentes, objetivos, bien planteados y sabiamente aterrizados para poder conseguir lo que es justo. Que las mujeres no son valoradas adecuadamente por algunos hombres está demostrado de forma contundente, pero eso sucede también por parte de otras mujeres.
Levantar la voz afirmando que el Estado no las protege como debería, no es objetivo, pues en algunos temas legales están más protegidas que los varones.
Estamos ante una realidad tan amplia y profunda como los océanos. Los problemas de injusticia hacia las mujeres son mutifactoriales. Es decir, las causas son variadas: Educación deficiente en los niños y niñas, costumbres ancestrales, alcoholismo, influencia de la televisión, cine, redes sociales, canciones, perversiones y enfermedades mentales, devaluación de la femineidad como un valor precioso, etc.
Ahora más que nunca se requiere del estudio prudente y profundo para analizar todas las causas, y así poder elaborar planes de sanación social, cultural, física, económica, emocional y espiritual. Para saber qué hay que hacer, cómo y cuándo. A base de gritos e insultos no se resuelven los problemas.
Dicho sea de paso, estar a favor de la mujer es muy distinto a favorecer el aborto. De hecho, el aborto es la principal causa de feminicidios, pues la mitad de los abortados son mujeres.
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