Desde la campaña por la gubernatura, José Tomé Cabrera ha sido una figura incómoda para muchos y confiable para uno solo. Navegó contra corriente entre los equipos de Alejandro Armenta, cuando el hoy gobernador apenas perfilaba su triunfo. Ganadas las elecciones, llegó la transición y también el fuego amigo.
Durante semanas, el nombre de Tomé se movió en los pasillos del poder como una moneda de cambio. De hecho fue el último nombramiento del gabinete, el más comentado y el más postergado para ser el coordinador general de Comunicación Social y Agenda Digital. No faltaron quienes apostaron a que no llegaría.
Pero llegó y desde entonces, los rumores no han cesado. Que si está fuera, que si ya no despacha, que si su salida es inminente. Nada más falso.
El fin de semana, el propio gobernador Alejandro Armenta despejó las dudas. En un encuentro clave con la prensa, de esos donde las palabras pesan más que los comunicados, fue tajante y dejo en claro que Pepe es su amigo personal antes que su colaborador y que estará siempre cerca de él, esté o no en el cargo actual.
La frase cayó como un balde de agua fría entre quienes desde hace meses promueven la idea de una ruptura. Tomé, con décadas de experiencia en comunicación política, ha sobrevivido a las tormentas que destruyen reputaciones y carreras en cuestión de horas. Conoce el oficio, respeta la libertad de expresión y entiende que en Puebla los medios se leen más con el colmillo que con los ojos. Y no digo que no hayamos tenido desencuentros, pero siempre con altura. Nunca dejó de enviarme invitaciones.
Es cierto que su salud no ha estado en el mejor momento, pero quienes lo han visto en las últimas semanas notan el desgaste. Y no hay señales de que se trate de una renuncia en puerta, aunque si un relevo ocurre, será por razones personales, pero no políticas.
Pepe Tomé representa algo raro en la política local pues se maneja con lealtad pero sin estridencias. Y eso, en un gobierno que todavía calibra su equilibrio interno, vale más que cualquier comunicado de prensa.
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