Hay cosas que en la política mexicana ya parecen rarezas, como que un gobernante logre llenar plazas por convicción y no por acarreo. El fin de semana, en Tlaxcala, ocurrió una de esas singularidades. Lorena Cuéllar rindió su cuarto Informe, mostrando el músculo y su arrastre real. Esa imagen de miles reunidos deja en claro que quien manda en Tlaxcala es ella y nadie más.
El escenario fue la nueva Ciudad de la Cultura y el Entretenimiento, un complejo moderno, largamente prometido y siempre postergado por sus antecesores, que desfilaron con el mismo cuento de ofrecer, olvidar y meter la mano en el erario. Durante años, los tlaxcaltecas escucharon de los mandatarios supuestas inversiones que terminaron sus cuentas privadas.
Cuéllar Cisneros arranca su segunda mitad de gobierno con cuentas que quiere presentar como resueltas, por ejemplo que Tlaxcala es la entidad más segura del país. No es poca cosa en una geografía marcada durante años por la trata de personas y donde sus antecesores voltearon a otro lado.
La seguridad atrae inversiones y conquista eventos.
Más de 6 mil obras públicas en cuatro años, destaca el informe. El número impresiona pero el impacto real habrá que medirlo con objetividad.
En la lista de pendientes atendidos figura la pobreza. Su administración asegura haber reducido carencias y llevar servicios básicos a donde antes no llegaban. En salud hay nuevos hospitales, clínicas equipadas y más personal médico. En educación, hay que recordar que la gobernadora es maestra de educación especial y eso explica su relación atípicamente estable con el magisterio.
Pero quizá donde la mandataria quiere poner su sello es en el orgullo tlaxcalteca, impulsando la identidad, cultura, ferias, museos y turismo. Ha convertido el rescate patrimonial y la proyección cultural en política económica, no por romanticismo, sino por cálculo, ya que Tlaxcala empieza a vender lo que siempre tuvo y nunca supo exhibir.
El dato político que inquieta a sus adversarios es su alto nivel de aprobación, sobre todo cuando la sucesión ya empezó, aunque nadie quiera admitirlo públicamente.
Porque ahí viene lo verdaderamente complicado, que es mantener el ritmo, la gobernabilidad y la credibilidad. En breve habrá fuego amigo, vendrán expedientes que se filtrarán y muchos que se fotografiaron con ella el domingo, serán los primeros en negarla después.
