Política

Se presume neurosis

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • Se presume neurosis
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

La historia que a continuación voy a contarles habrá ocurrido hace unas tres semanas cuando mucho, pero en esta era de la caducidad instantánea ya nadie se habrá de acordar y menos porque en la trama está involucrada una madre, un hijo y un presunto homicidio. Así que se cumple la máxima de “nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto”.

No se cómo haya pasado todo pero lo que recuerdo es esto. En la mañana de un día cualquiera voy manejando por el enorme badén que en mi ciudad llamamos calle. Creo que como pocos llevo la radio encendida en mi auto y como los menos escucho una de las decenas de opciones noticiosas matutinas.

Todo transcurre con normalidad, el conductor enhebra una tras otra las cápsulas que hablan de un país maravilloso, en donde existe un estado fantástico que cobija una ciudad floreciente de esperanza y alegría. De pronto hay que dar las malas noticias, porque esas también son noticia, faltaba más. Entre la rapidez con la que son contadas para no herir a las buenas conciencias, alcanzo a escuchar que hablan de un presunto infanticidio. Esto si hay que escucharlo.

El parte policiaco indica que un menor de edad ha muerto, presuntamente a manos de su madre. La sociedad se indigna (no importa el tiempo que dure eso, pero si es breve será mejor). El coconductor del noticiario primero dice que la madre padece de sus facultades mentales (Pfff lanzado por el oyente que conduce su auto por la mañana). Sigue hablando y luego corrige, “al parecer sufre deficiencias cognitivas”. Pienso: ahora sí que estamos cayendo en un lío. Y luego aliña más su comentario: “me imagino que lo mató en un arranque de desesperación”.

Y ahí ya no puedo más. ¿Por qué en ese momento el conductor, el responsable del programa, no lo paró en seco y le recordó que estaban en un noticiario y que es condición indispensable presentar hechos comprobables, verificables, que dejara el “me imagino” y lo que vino antes y después para cuando escriba novelas? Luego recordé que nadie escucha y me tuve que contener. Seguro fui el único que se dio cuenta de esa pifia.

Pero si al titular del espacio informativo le dio igual el “me imagino…” Yo no pude dejar de conmoverme y pensar cómo es posible que en esta época en la que los mercaderes psi han puesto a la salud mental dentro de la canasta básica, se siga pensando que la psicosis es el bárbaro que amenaza con incendiar nuestra aldea donde todo vibra alto y fluye de maravilla.

Hoy si la policía detiene a cualquier persona y difunde su fotografía tiene que cubrir sus ojos y esconder tras una “N” la herencia paterna y materna, porque así, se supone, se garantiza un principio básico del derecho: la presunción de inocencia. No hay presuntos culpables, todos, incluso los que van a juicio deben ser tratados como presuntos inocentes, hasta en tanto no haya una sentencia basada en la presentación de las pruebas incriminatorias más allá de toda duda razonable.

Si esto ocurre cuando presuntamente se ha cometido un delito ¿Por qué no actuar de la misma manera cuando se habla de la “salud mental” de las personas? ¿Por qué imaginar de inmediato que solo “el loco” es capaz de atrocidades, cuando la historia de la humanidad nos ha demostrado casi todo lo contrario?

Mucho lograríamos si en lugar de sentenciar a las psicosis comenzamos por presumir que se trata de un neurótico, un histérico o un perverso más, como los millones y millones que habitamos este planeta.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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