Política

Mandatos que generan depresión

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • Mandatos que generan depresión
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

Una paciente a la que le costó mucho salir de una situación que le estaba consumiendo la vida a grandes bocados, al fin tuvo que cruzar el puente que tanta angustia le provocaba y descubrió que si bien el camino parecía sinuoso el final no era el fin.

Durante la sesión en la que hizo este hallazgo a la par en la que relataba su nueva condición se maravillaba con lo que escuchaba. Como si estuviera leyendo la novela que tanto quiso escribir. Al terminar le dije que parecía experimentar lo que hoy llaman “empoderamiento”.

Me corregí de inmediato. No estás empoderada, estás arrobada. Arrobar(se) es embelesarse, quedar fuera de sí, extasiarse. Pocas cosas nos llevan al éxtasis. Hacer el amor es una de ellas.

Le aclaré que no me gusta el término empoderamiento porque implica que el que logra llegar a esa posición lo hace desde el extremo de la víctima y al alcanzar este falso paraíso adquiere la obligación de cobrar(se) todos los agravios recibidos, condenándose así a nunca abandonar el purgatorio del victimismo. No sale de su estado larvario. No asume su responsabilidad subjetiva.

Con el recuerdo fresco de esta sesión descubro una publicación en X de un joven que no creo que alcance los 30. Se disculpa por un escrito que ofendió a personas de su ecosistema digital, que tampoco veo que sean muchos, pero con uno o un par que se sienta agredido basta para llamar a la policía de lo políticamente correcto.

Mored
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En su confesión de culpa mezcló su castigo. O dirían las abuelas “en el pecado lleva la penitencia”. Se autocondenó a salir de su zona de confort y dejar de hablar desde sus privilegios. Una rápida revisada a sus X-trinos no me mostró ni una zona reconfortante en la que cualquiera quisiera regodearse. Ni privilegios que hicieran a las turbas querer amotinarse para arrebatárselos.

Por eso no me gustan las nuevas categorías que nos obligan a convertirnos en personas empoderadas (más, si de mujeres hablamos), que nunca cesan de producir, porque al descansar se dirá que caemos en nuestra zona de confort. Y encima de eso no tenemos derecho a nada, porque lo mínimo que nos haga diferentes se convierte en un privilegio que molesta a los demás.

Podemos entender la apuesta del filósofo coreano Byung-Chul Han quien dice que cumplir con estos mandatos, nos cansa. Nos vuelve una sociedad cansada porque nos hemos obligado a rendir.

Lo más graves es que estos mandatos no solo son impuestos por los otros, sino que nosotros mismos nos condenamos como el caso que les comenté de quien se condena a salir de su zona de confort y no hablar desde sus privilegios.

Byung-Chul Han dice que estamos cansados. Los pacientes llegan al consultorio deprimidos y en muchos casos llenos de antidepresivos. Como sea, en ambos casos lo cierto es que no estamos siendo felices porque preferimos empoderarnos antes de arrobarnos.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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