Política

Lotería Tapatía (Entrega catorce)

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  • Alan Ruíz Galicia

La mano
La mano

¡La mano!

“¿Quieres un lonchecito? Aquí te va también un cafecito. ¿Se te ofrece una cobija? Pásenle una. Aquí le va esta. Buenas noches”, le dice Álvaro Quiroz a un hombre que, en cuanto escucha el ofrecimiento, se despereza rápidamente, emergiendo de su refugio de edredones y cartón para recibir la comida y la manta de las manos de Álvaro. El hombre mastica y bebe con entusiasmo, y nos da las gracias levantando su café en dirección nuestra.

Estamos en las inmediaciones del mercado de San Juan de Dios en la madrugada del sábado, rodeados de prostitutas y proxenetas, dealers y adictos, así como unos pocos elementos policiacos somnolientos, quienes vigilan que la transgresión de la ley en esta zona ocurra en paz y dentro de los límites de la civilidad.

Álvaro avanza con agilidad en medio de la noche, a la cabeza de un grupo de voluntarios de Brigada 12, quienes apoyan a personas en situación de calle en la ciudad; después de hacer este recorrido durante varios años, él conoce cuáles son las calles por las que es más prudente caminar, y nos conduce con rapidez y diligencia a través de las serpenteantes entrañas del centro. Después de un par de rondas de entrega, en las que repartimos cafés y panes desde San Juan de Dios hasta llegar a las inmediaciones de la Catedral, regresamos por más provisiones.

De pronto, un par de policías le hacen algunas preguntas a Álvaro, y luego se retiran. Él me cuenta que en la actualidad se vive una etapa positiva con las autoridades, porque si no ayudan, por lo menos no estorban, ya que el principal problema de muchas de las personas sin hogar ha sido que se instruye a la policía para impedir —incluso con el uso de la violencia— que duerman en la vía pública, de manera que ni les ayudan con un techo ni les dejan pasar la noche en paz.

Después de platicar con Álvaro, me entero de que sus manos no solo son generosas al compartir el pan, sino que además tienen capacidad artística, pues dibuja desde niño y está por terminar su licenciatura en Artes Plásticas. Me cuenta que es originario de Atotonilco, Jalisco, y que se mudó a Guadalajara a los 17 años porque quería estudiar y desarrollarse plenamente. A su familia, por otro lado, le costaba aceptar su orientación sexual, así que Álvaro realizó una primera huida en la que permaneció durante un tiempo sin hogar en el Mercado de Abastos; después de una serie de peripecias, desesperado, utilizó sus propias manos para intentar quitarse la vida en un baño público; sin embargo, una mujer llamada María Elena Islas —quien se convirtió en una gran amiga— intervino y lo puso en contacto con una organización de apoyo en Guadalajara (Somos Todos) donde encontró un refugio y una comunidad que se convirtió en su familia.

Para solventar los gastos del lugar y obtener dinero para estudiar, en el grupo preparaban pan de elote y Álvaro lo vendía en la calle. Con el paso del tiempo, él se convirtió en promotor y gestor cultural, y para pagar una deuda acumulada por el uso de la casa, organizó un evento de beneficencia en el que se ofertó la obra de artistas solidarios con su causa. El día del evento la suerte jugó en su contra: llovió mucho y por distintos motivos hubo mucha desorganización, de manera que al final no se vendió ni un solo cuadro. Desconsolado, Álvaro salió a llorar a la banqueta. Un compañero lo alcanzó y le preguntó por qué estaba tan triste. Él le respondió que había fracasado, pues no había logrado hacer el milagro de salvar la casa. Su amigo le dijo: “cuando veo que un chico de Atotonilco se ha convertido en un líder capaz de trabajar por los demás y de influir positivamente en su entorno, me doy cuenta de que el milagro eres tú, Álvaro”.

Más adelante vino la pandemia. Álvaro se dio cuenta de que nadie ayudaba a las personas en situación de calle, y él conocía de primera mano esa difícil experiencia, por lo que, junto con su amiga Miriam Lamas, decidieron hacer algo para combatir el problema. Así surgió Brigada 12, una iniciativa para apoyar a personas sin hogar que ya ha logrado beneficiar a más de 15 mil personas. Álvaro, aquel chico de Atotonilco que estuvo a punto de abandonar el mundo por su propia mano, recientemente fue reconocido en la Cumbre de Jóvenes Activistas del Mundo de Naciones Unidas (2024), además de que Brigada 12 ha obtenido premios internacionales como el “Youth Citizen Award 2019”, el “Citizen of the Year 2022”, y fueron finalistas del “Kybernus Social Leadership Award 2021”.

Álvaro me habla de sus logros y me envía notas periodísticas sobre él. Además, me asegura que aspira a ganar el Premio Nobel de la Paz y que están haciendo un documental sobre su vida. Le respondo que al ver que un chico de Atotonilco se ha convertido en un líder internacional capaz de trabajar por los demás y de influir positivamente en su entorno, yo también creo que el milagro es él, y que ningún reconocimiento me impresiona tanto como haber sido testigo de su humanidad.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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