
¿Cuáles son los límites de un texto? Una frontera puede encontrarse entre lo que el autor quiso decir y el contexto en que nosotros lo leemos. Pero para Friedrich Schlegel, este límite se puede traspasar, porque el filósofo alemán considera que, mediante la ironía, es posible lograr que un escrito, que es finito por naturaleza, aspire a ser infinito. Para realizar esta hazaña, Schlegel plantea que el sentido literal de un texto es limitado, pero que podemos buscar su sentido no literal y su dimensión irónica, y en tanto que se produzcan nuevas interpretaciones que la resignifiquen, una publicación será interminable. De este modo, el mismo texto puede transformarse y transgredir el tiempo, en tanto que nuevos lectores se aproximen a sus líneas a través de la ironía, que para el filósofo “une las cosas más opuestas”.
Schlegel decidió usar esa misma lógica para lograr la trascendencia individual: “mi yo es finito”, pensó, “pero puedo negarlo al reinterpretarlo con la ironía; luego, me afirmaré de una manera distinta, que será eventualmente retada por una nueva lectura irónica, y así sucesivamente, en un devenir abierto”. Schlegel era radical porque quiso ser libre incluso de sí mismo. Pretendió superar todo aquello que lo determinaba para crear un puente entre lo finito de su existencia y el infinito de su auto-transformación.
La libertad radical de Schlegel me causa vértigo porque arriesga la esencia, eso que uno es y desea que permanezca, pero que en la ruta de la auto-transformación de Schlegel puede terminar por desvanecerse en el remolino de los cambios sucesivos. Por otro lado, lo insensato de Schlegel y de su aspiración al infinito es que condena al ser humano y al universo a nunca descansar. No hay final que no sea un nuevo principio. Lo que permanecía cerrado es interrumpido de forma violenta; aquello que está en ruinas es triturado, comprimido y estrujado hasta conformar, con su último despojo, la semilla de lo nuevo. Sobre cada ciudad se levanta otra ciudad. Luego de cada mundo, acontecerá otro mundo. Y así sin término, sin salida del tiempo.
El infinito de Schlegel me parece una idea romántica, pero insoportable. Entiendo que el filósofo quiso darnos una esperanza ante el dolor y el absurdo de la finitud humana; sin embargo, creó otro dolor y otro absurdo con su idea de infinitud. Confieso que prefiero acomodarme al silencio de mi muerte en lugar de ser parte del desgarramiento interminable de un movimiento eterno. Me quedo con la estrella que se apaga de manera discreta; les dejo a otros el universo convulso e ininteligible que revuelve la misma masa sin término.