Cuando llueve así, el Estado se convierte en un hospital en _triage_ : clasifica, prioriza y actúa según la gravedad de cada caso y los recursos disponibles. Primero se salva la vida, luego se estabiliza al paciente y, después, se inicia la rehabilitación. En una emergencia climática como ésta, la lógica es la misma: salvar vidas primero. La capacidad de todos los gobiernos es finita. Entonces surge la pregunta: ¿Dónde se deben priorizar las acciones? Ahí donde una hora de traslado salva una vida, donde un camino recuperado reconecta varias comunidades, donde un puente restituye servicios esenciales. Cada decisión se analiza entre urgencia y alcance. Si un camino se abre pero el puente sigue caído, la comunidad sigue aislada; si llega la despensa pero no hay agua segura, el riesgo sanitario aumenta; si hay maquinaria pero no hay acceso médico, el alivio es incompleto. Por eso, la respuesta no depende de una “acción estrella”, sino de un conjunto de acciones coordinadas: abrir, limpiar, llevar, atender, vigilar.
Decenas de municipios enfrentan afectaciones, pérdidas humanas y comunidades incomunicadas por las fuertes lluvias. Ante ello, el gobierno estatal activó un amplio dispositivo de respuesta: maquinaria abriendo paso, albergues en operación, centros de acopio activos, brigadas médicas y de Protección Civil casa por casa; además del refuerzo federal en logística, puentes aéreos y rehabilitación de caminos. La CFE ha restablecido el suministro eléctrico en las zonas más críticas. El músculo importa, pero más aún la coordinación gubernamental: agua segura, con plantas purificadoras que previenen enfermedades; salud en territorio, con brigadas médicas y control sanitario; infraestructura crítica, con más de un centenar de máquinas que recuperan la conectividad; y logística federación-estado, multiplicando la capacidad estatal con transporte y seguridad de rutas.
La ayuda tiene que ser útil, no sólo bienintencionada: cobijas sí, pero también cloración; despensas sí, pero con logística que garantice que lleguen donde más se necesitan. En emergencias, la última milla es la primera prioridad.
Cada maquinaria, cada brigada y cada entrega de apoyo son evidencia de una coordinación gubernamental y de un esfuerzo colectivo.