Cultura

Novela

He leído novelas y luego de terminarlas, me dejan la sensación de que escribirlas podría no ser tan difícil, pero algo me dice que tampoco es tan fácil como parece 

Si fuera yo a escribir una novela, ¿de qué sería? Siempre he sostenido que nunca haría semejante cosa, pues a mí lo que me gusta son los cuentos y la literatura breve y, de hecho, eso es lo que he escrito siempre.

Aun así, he leído novelas –casi todas se desarrollan alrededor de las 200 páginas– y luego de terminarlas, me dejan la sensación de que escribirlas podría no ser tan difícil ni mucho menos descabellado. Puede ser. Pero hay algo que me dice que tampoco es tan fácil como parece.

Supongo que de hacerlo (comenzar a escribir una novela), lo primero sería analizar aquellas que ya he leído y que no pasan de las 200 páginas. El porqué no me gustan las novelas de más de 200 páginas lo resume el escritor Enrique Jardiel Poncela en una definición clara y contundente: novela de 300 páginas: ladrillo combustible. Claro, con el perdón del Quijote, entre otras obras.

No querría escribir –extender– un cuento hasta esa longitud, pues aquello representaría un despropósito y un tipo de chapuza. El cuento y la novela poseen características distintas; en el cuento los personajes son secundarios, lo importante es la trama en la que se meten y en la novela el desarrollo de los personajes a través de circunstancias varias es el interés principal. Aunque se ha experimentado muchísimo con estas reglas y se han logrado difuminar las líneas divisorias entre cuento y novela, creo que, en general, las diferencias entre uno y otro género se mantienen vigentes y más o menos claras. Decía Borges que un cuento podía desarrollar la complejidad de una novela y que una novela bien podría comprimirse en un buen cuento. Opino lo mismo.

El caso es que en un primer intento debería establecer la arquitectura de la novela y luego llenar los huecos. Lo haría así porque, para empezar, no soy profesor de literatura y no tengo una idea clara de cómo carajo se escribe una novela. El segundo argumento es que considero preferible escribir algo más o menos mecanizado y esto con la finalidad de tomarle confianza al género, aunque ello suponga sacrificar frescura, ritmo y espontaneidad. Entonces, ¿lo hago? Pienso que se debe intentar. En contra de las recomendaciones del profesor Borges, que no solo nunca escribió una novela, sino que además dejó en claro que muchos escritores conocidos por sus novelas mostraron en sus cuentos tener más habilidad para con este género.

Bueno, pues temas no faltan. Se puede hacer una novela de cualquier cosa, por más insignificante que parezca. Intereses tengo muchos y por el asunto de la imaginación no voy a tener problemas, pues se me ocurre mamada y media todos los días. Como dije, mis limitantes son meramente técnicas, y esto se resuelve con capacitación y con la práctica. O sea, escribiendo. Hagámoslo pues.

Entonces me hago una serie de planteamientos y preguntas: determinar la velocidad del texto, o sea contemplativo, frenético o in crescendo. Definir el género: terror sobrenatural, thriller psicológico, distopía, fantasía, ciencia ficción, novela histórica, etcétera. Pensar bien en los personajes y en las circunstancias que van a tener que vivir, y cómo las van a asumir y cómo van a cambiar con las mismas de acuerdo a sus reacciones, a su carácter y de acuerdo a su manera de relacionarse con otras personas. Muy psicológico el asunto y nada fácil de resolver.

Bueno, y a todo esto, ¿por qué escribir una novela en primer lugar? Pues mire, si uno se pone a pensar en esas cosas termina no haciéndolas. Así que dejemos esas evaluaciones estériles a un lado –son trampas de la mente– y simplemente hagamos las cosas, bien o mal.

Habiendo resuelto lo anterior, me pregunto, ¿de qué será la novela que voy a escribir? No tengo ni puta idea. Ya se me ocurrirá algo.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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