Hace muchos años, cuando comencé mi carrera de reportero de negocios en un periódico, los periodistas veíamos muy poco o nada a los emprendedores. Eran bichos raros de la economía. Sólo cuando su rareza era suprema, por su producto o por el propio emprendedor, llamaban algo nuestra atención.
En ese tiempo, mediados de los 90, uno tenía que pitchar bien sus historias para atrapar al editor. Si esto sucedía, era más probable que se publicara. Sin embargo, los emprendedores no estaban en el foco de casi nadie en la redacción. Escribir sobre compañías grandes, que cotizaran en el mercado de valores, daba más prestigio. Y no se diga si además se entrevistaba a algún vocero de esa empresa o, mejor, al director general.
Las cosas comenzaron a cambiar hace pocos años. Los medios comenzaron a dar más espacio a los emprendedores. Mucho tuvo qué ver lo que sucedía en Estados Unidos con fenómenos como Facebook y otros negocios cuyas millonarias valuaciones y su presencia en medios internacionales no pasaron por desapercibidas en los medios mexicanos.
También influyó que el emprendimiento ha sido una bandera del gobierno actual. Esto puso en los medios de comunicación muchos mensajes oficiales sobre este tema, los cuales fueron acompañados de acciones y subsidios a muchos participantes del ecosistema. También influyó, aunque muy poco, el esfuerzo que diferentes personas y organizaciones han hecho desde principios de este siglo en pro del emprendimiento.
Los medios mexicanos nunca habían prestado tanta atención al emprendimiento como ahora lo hacen. Cualquiera que crea que emprender un negocio es una gran vía para resolver los problemas que tenemos como sociedad, no podría estar más contento de que esto suceda.
Sin embargo, de unos días a esta fechas, la mayoría de los medios ha publicado una historia que me está dejando un mal sabor de boca. Tiene que ver con el drama de Elizabeth Holmes, una joven emprendedora que en unos cuantos meses pasó de ser considerada por los medios una rol model a una fracasada.
No pretendo entrar en detalles de lo que está pasando con Theranos, la empresa que fundó Holmes. Tampoco con Edison, su dispositivo para detectar una gran cantidad de enfermedades con solo una gota de sangre. Lo que destaco es que los medios no han puesto en su agenda a los emprendedores. No han hecho con ellos algo distinto que lo que hacen todos los días con los políticos, deportistas o actrices de televisión: si triunfan, exaltan su triunfo. Si fracasan, profundizan el drama. En ese sentido, como en las crisis y bonanzas, los medios son procíclicos. Y este también es el caso de Holmes.
Los emprendedores no llegaron a los medios porque los editores creyeran que la economía los necesitaba. Están ahí porque "de eso se hablaba". Y a los editores les pagan para atraer la atención de las audiencias y generar así ingresos para los publishers, no para que la economía del país mejore.
Los medios ganaron dinero construyendo la leyenda Holmes. Ahora lo ganan contando su caída.
*Fundador de VenturaMedia, firma que promueve la cultura emprendedora.
@adolfoconected
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