Una de las cosas que más disfruto del mundo emprendedor es que está lleno de frases sabias que en pocas palabras expresan toda una filosofía que, a veces, cuesta años aprender. Y eso si es que algún día lo logramos. Algunas frases se vuelven himnos para muchos emprendedores.
Una de mis frases favoritas es "Fall in love with the problem, not the product" o "Enamórate del problema, no del producto". Enfocar de esta manera los desafíos en una empresa hace que mantengas tu mente abierta a encontrar formas diversas e idealmente mejores de resolver un acertijo de negocios y, al mismo tiempo, estar concentrado en que así sea.
Tengo la impresión de que enamorarse del producto (la solución) es uno de los errores que más frecuentemente comentemos los emprendedores. Por supuesto, me incluyo en primer lugar.
Es increíble el ego que uno es capaz de depositar en una idea de negocio y no se diga si ésta ya tomó forma en un producto o servicio. Ha sido tanto el esfuerzo, el tiempo y quizá hasta el dinero que se invirtió en ello que nos cuesta mucho desviarnos de ese camino. Desandar un camino es reconocer una equivocación y, en general, eso no nos encanta a los mexicanos, ni equivocarnos y menos reconocerlo.
Otro factor podría ser que creemos que un proyecto emprendedor va a tener éxito solo por las ganas que le echemos y por nuestra perseverancia en alcanzar una meta. Olvidamos o desconocemos un principio básico: la definición de una startup. En palabras de Steve Blank, el gurú del emprendimiento y fundador de E.piphany, una startup es una organización temporal diseñada para encontrar un modelo de negocio escalable y repetible. Para mí, dos de las palabras clave en esta definición son "temporal" y "escalable".
No podemos ni debemos ser siempre emprendedores si el precio es que no logramos escalar nuestra empresa. Suena bonito decir que siempre seremos emprendedores, pero eso debe quedar a un nivel de metáfora o de filosofía. La compañía que lideramos debe estar construida para crecer.
Me encantaría saber la definición que cada participante del ecosistema emprendedor mexicano tiene de Proyecto Emprendedor o de Emprendimiento, incluido por supuesto la del Gobierno Federal, para saber si ellos mismos no se enamoraron de su solución en lugar de enamorarse del problema.
Esta semana, mientras esperaba una cita, pude ver varios videos de la Fundación Kauffman. Son piezas pequeñas, de menos de 5 minutos, con información muy valiosa. En uno de ellos, Rory O'Driscoll, socio de Scale Venture Partners, un fondo que se dedica a impulsar el crecimiento de empresas en EU, habla de algunas diferencias que tienen las empresas startup, las recién creadas, con las scale up, las que ya están en pleno crecimiento.
"Cuando empiezas a crecer, todo es un asunto de ejecución", dice O'Driscoll. "Hay que operar en una forma muy diferente a cuando comenzó la empresa, con implicaciones mayores en la forma en que organizas la compañía y cómo lideras al equipo, entre otras cosas".
En esta etapa, agrega, ya no es cuestión del brillo de la creatividad y la innovación, sino de la competencia, de la ejecución. Sólo así se lleva una empresa de 1 a 100 millones de dólares en 5 años.
Entonces hay que definir métricas de operación; diseñar tableros que nos ayuden a dar seguimiento a esas métricas; elegir al equipo necesario para dar este estirón; y uno mismo crecer, como individuo y como líder. Supongo que no es fácil. Crecer duele. Pero intuyo que no hay mayor satisfacción para un emprendedor que dejar de serlo porque ya encontró una forma de escalar su negocio. Y para mí, esa es la mejor razón para dejar de serlo.
*Fundador de VenturaMedia, firma que promueve la cultura emprendedora.
@adolfoconected
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