Cuando el actual titular del poder Ejecutivo federal firmó el libro de visitantes distinguidos en el Memorial de José Martí, en La Habana, durante su gira de fin de semana en el que recorrió parte de Centroamérica y Las Antillas escribió: “José Martí nos enseñó que amor con amor se paga. El pueblo de México siempre será solidario con nuestro hermano pueblo de Cuba”.
José Martí no nos enseñó que amor con amor se paga; esa es una canción de Ernesto Cortázar y nada tiene que ver con las relaciones México-Cuba. Martí fue un político, periodista, filósofo graduado en universidades españolas, fundador del partido revolucionario cubano y participante en su guerra de independencia; un gran literato y precursor de Rubén Darío, el poeta Nicaragüense, pero hasta allí. Que yo sepa México no tiene nada que agradecerle.
Ni al caso tal dedicatoria y peor aún el decir que “México siempre será solidario con nuestro hermano pueblo de Cuba”, porque si así fuera, ya estaría encabezando López Obrador un movimiento para la recuperación de la democracia y las libertades de nuestros hermanos cubanos que sufren lo indecible con los excesos del sistema comunista implementado en la Isla desde tiempos de la Revolución que derrocó a Fulgencio Batista.
Decepcionante y desafortunada la dedicatoria.
Por otros lares, la señora Claudia Sheimbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, dijo que había solicitado permiso para ausentarse y apoyar a Julio Menchaca, candidato de su partido político a gobernador de Hidalgo. El que a dos amos sirve, con uno queda mal; o se dedica a gobernar la CDMX o andar de campaña y promotoría. Eso no está bien; debería concentrarse en servir de tiempo completo a sus gobernados. Según información difundida por nuestra compañera Azucena Uresti en su cuenta de Twitter, en los últimos siete meses se ha ausentado por lo menos ocho veces para hacer campaña en los estados donde habrá elecciones o para andar de acompañante del Presidente en sus eventos. Fue electa para gobernar, no para andar placeándose, en labores de proselitismo o simplemente en el chisme.
Decepcionante también.
Con esos botones de muestra, poco podemos pedir al Congreso que actúe con responsabilidad, seriedad, entrega y respeto en sus labores parlamentarias. Por eso las sesiones casi siempre van acompañadas de reyertas, burlas, descalificaciones, ofensas, bufonadas, perdidas de tiempo, poca racionalidad al momento de aprobar leyes y reformas y el trabajo tan digno de un congresista se convierte en show de pacotilla.
El pueblo es el que elige a quienes lo gobierna; por eso, cada pueblo tiene el gobierno que se merece, no cabe duda.
Abel Campirano