El éxito de un negocio familiar no sólo se asegura convirtiéndola en una empresa. Aún en esta etapa, dichas organizaciones están constantemente “amenazadas” por grandes retos y altas tasas de mortalidad que ni los años ni las expansiones ni las cotizaciones en bolsa pueden salvar. O no por sí mismas.
De hecho, un estudio de KPMG México identificó que sólo una pequeña proporción de las empresas familiares en el país trascienden a las segundas generaciones. Las razones son varias y una de ellas es porque no se platica abierta y transparentemente sobre el futuro de la empresa.
Según expuso el contador Jorge Arellano García, de American Smart Business,— tras una plática que sostuvo con un colega— esta renuencia tendría dos razones principales: la arrogancia “de pensar que no se van a morir o que son los únicos que pueden tomar decisiones” y el miedo a enfrentar a la familia, más aún cuando las y los herederos no demuestran capacidad o interés de llevar las riendas.
“Por ejemplo, si tú ves que ninguno de tus hijos tiene capacidad para manejar la empresa y tú crees que con el tiempo se va a arreglar, estás generando un conflicto futuro”, explicó en entrevista con MILENIO. “Es preferible decir y hablar con ellos: ¿Quieres o no quieres estar en la empresa? ¿Te interesa o no te interesa? (...) Lo más importante es tener el valor y la honestidad de reflexionar qué quieres y si mi familia lo tiene claro".
A partir de eso, se pueden tomar decisiones

Tener claro el rumbo que la empresa llevará después de tu muerte, así como la situación familiar, permitirá tomar mejor decisiones respecto a la conservación y protección del legado.
Y si bien la palabra “testamento” viene a la mente cuando se habla de “proteger el legado”, “herencias” o “pasar algo a las siguientes generaciones”, en el tema de las empresas familiares no es la única herramienta ni la más importante.
“Pensar que el testamento es la mejor solución para lograr un legado de una empresa, nos quedaríamos cortos”, dijo el también autor de Empresas Familiares que Trascienden: ¿Cómo proteger tu empresa, tu patrimonio y la unión familiar?
¿El testamento es suficiente para proteger mi patrimonio?

El testamento es obligatorio cuando la persona tiene derechos, obligaciones o propiedades a su nombre. Más aún si se trata de una empresa o negocio que recorrerá el árbol genealógico.
Sin embargo, puntualizó Arellano, este documento debe ser coherente con las necesidades ya habladas del propietario o propietaria. Es decir, si uno de sus hijos continuará en su puesto de gerente general; si la hija será sólo inversionista o adquirirá un cargo diferente, o incluso alguno decide tomar un camino diferente.
“‘Oye, me preocupa porque tengo tres hijos que a ninguno le interesa el negocio’. Entonces, por más que en el testamento digas que les vas a dejar el negocio, nadie se va a hacer cargo perse”, ejemplificó.
“A lo mejor lo más importante no es tener solamente el testamento— que es algo fundamental— sino una estrategia integral de blindaje que te diga qué quieres que pase con tu empresa. (...) El patrimonio de la compañía puede destruirse por una mala decisión del punto de vista del testamento”.

El protocolo familiar
Aunque haya surgido del núcleo familiar, para proteger al patrimonio se debe priorizar la visión empresarial.
Es ahí cuando entra en juego la figura del protocolo familiar para dejar por escrito quiénes tendrán derecho a trabajar en la compañía, quiénes tomarán las decisiones, la división de acciones, cómo se escogerá al siguiente director, quién puede utilizar los recursos de la empresa, entre otros acuerdos más.
“Pones reglas. Si no las escribes y la familia empieza a crecer, empieza creer que la empresa es su principal fuente de ingreso (:...) y si le das prioridad a las necesidades de la familia sobre la empresa, va a llegar un momento en que la empresa no va a ser suficiente para mantener a la familia con su nuevas necesidades”, ahondó Arellano.

Esta carta magna es un documento escrito en vida y que puede actualizarse conforme las necesidades y circunstancias de la familia.
Se realiza a través de un consejo familiar. Es decir, una reunión— la cual se recomienda llevar a cabo entre tres a cuatro veces al año— en donde se ponen sobre la mesa los intereses de la familia y de la empresa. Pero sin un respaldo legal, este documento es susceptible a una importante desventaja: puede incumplirse sin consecuencia alguna.
“La mejor forma de lograr que los acuerdos familiares se lleven a cabo es darle una vinculación legal a través de un acuerdo societario, subir acuerdos a las actos de asamblea o un fideicomiso.”
Además de las y los integrantes de la familia, se sugiere que en dichas reuniones participe un consejero externo sin una vinculación emocional, familiar o empresarial: “Es como un mediador”. Y mucho mejor si a este diálogo se puede integrar un fideicomiso.
“En muchos casos, es un esquema mucho más poderoso que el testamento. Pero no están peleados: el testamento hay que hacerlo sí o sí, y en algunos casos el fideicomiso puede ser una buena herramienta y en otros no”, apuntó.
ASG