La infraestructura ha sido históricamente el esqueleto que sostiene a las sociedades.
Carreteras, puertos, aeropuertos, presas y redes eléctricas no sólo han impulsado la producción y el consumo, también han definido la forma en que las personas se mueven, interactúan y viven.
¿Cómo se define la infraestructura actualmente?
Sin embargo, en pleno siglo XXI la definición cambió, pues ya no se trata únicamente de acero y concreto, sino de:
- Centros de datos
- Redes de fibra óptica
- Estaciones de carga para autos eléctricos
- Plataformas de inteligencia artificial
- Proyectos de economía circular
Un análisis de McKinsey & Company estima que en 2040, el mundo necesitará 106 billones de dólares en inversión acumulada para responder a la creciente demanda de infraestructura nueva y modernizada.
La cifra, sin precedentes, enmarca la magnitud del desafío y el abanico de oportunidades para gobiernos, inversionistas y operadores.
En México, ¿Qué tipos de infraestructura necesitan inversión?
El grueso de la inversión la demandan seis sectores clave que marcarán la transformación global, los cuales son:
- Transporte y logística, con 36 billones de dólares, donde entran desde carreteras, ferrocarriles hasta aeropuertos y sistemas de movilidad sostenible.
- Energía y electricidad, con 23 billones de dólares destinados a reforzar redes envejecidas y a construir nuevas infraestructuras para la transición hacia fuentes limpias.
- Sector digital, que requerirá 19 billones de dólares en centros de datos, cables submarinos, fibra óptica y sistemas seguros de telecomunicaciones.
- Después está el rubro social como hospitales, escuelas y viviendas que necesitarán 16 billones de dólares.
- Seguido por gestión de residuos y agua con 6 billones de dólares
- Agricultura, 5 billones de dólares; y defensa con 2 billones de dólares.
El desglose muestra cómo la inversión no se limita a “construir más carreteras”, sino a habilitar la economía y la vida cotidiana de una forma completamente distinta.
¿Por qué la infraestructura es prioridad mundial?
La respuesta está en una confluencia de fuerzas que hacen urgente actuar, por ejemplo:
- La primera es el envejecimiento de los activos: gran parte de las carreteras, puentes y redes eléctricas en países desarrollados fueron construidos hace más de medio siglo y requieren modernización urgente.
- A esto se suma la urbanización acelerada: cada año decenas de millones de personas se mudan a ciudades, lo que genera presión sobre sistemas de transporte, vivienda, agua y energía.
- Un tercer factor son los cambios geopolíticos, pues la infraestructura se convirtió en herramienta de influencia internacional: los países financian megaproyectos para asegurar recursos estratégicos, expandir cadenas de suministro o ejercer poder blando.
A todo ello se agregan los avances tecnológicos, que expandieron el concepto mismo de infraestructura, hoy no basta con tener carreteras o aeropuertos; se necesitan:
- Centros de datos
- Plataformas digitales seguras
- Redes capaces de soportar servicios globales de inteligencia artificial y nube
El resultado es un cambio de paradigma, pues la infraestructura dejó de ser sólo lineal y centralizada para convertirse en una red interconectada, más inteligente, flexible y sostenible.
Infraestructura del futuro
Históricamente, la infraestructura se caracterizaba por:
- Proyectos de capital intensivo
- Largos plazos de construcción
- Fuerte regulación gubernamental
- Una vida útil que podía extenderse durante décadas
La electricidad fluía de unas pocas plantas a millones de hogares, el agua de un embalse a miles de grifos y el transporte se organizaba en carreteras o vías férreas fijas. Esa visión está en plena transformación.
La infraestructura moderna se distingue por varias innovaciones, la primera es la integración tecnológica:
- Sensores
- Inteligencia artificial (IA)
- Plataformas digitales que permiten monitoreo en tiempo real, mantenimiento predictivo y una gestión más eficiente
- También avanza la descentralización y modularidad: las redes energéticas se orientan hacia microrredes locales, más resilientes y fáciles de actualizar que los sistemas centralizados.
El capital privado tiene un papel creciente, los fondos de inversión globales buscan retornos en proyectos de energía limpia, digitalización y movilidad sostenible.
Además, surgen modelos de “infraestructura como servicio”, donde los usuarios no son dueños de activos, sino que pagan por disponibilidad o capacidad.
- Un último rasgo esencial es: la sostenibilidad. La infraestructura ya no se concibe sin incorporar prácticas de economía circular, reducción de emisiones y uso responsable de recursos en todo su ciclo de vida.
Este cambio también implica que los sectores ya no pueden planearse de forma aislada, como por ejemplo:
Corredores de autos eléctricos: necesitan coordinación entre redes eléctricas, carreteras y plataformas de pago digital, para ello se necesitan centros de datos que alimentan la inteligencia artificial dependen de electricidad estable y agua para refrigeración, aquí la economía circular conecta residuos, agricultura y energía al transformar desechos orgánicos en biogás que regresa a la red.
“No es casual que, entre 2023 y 2024, el 75 por ciento del financiamiento global en infraestructura se dirigiera a proyectos intersectoriales.” expone el informe.
¿Dónde se concentrará la inversión y qué fuerzas impulsan el cambio?
Aunque la inversión global proyectada asciende a 106 billones de dólares, su distribución será desigual.
Asia absorberá más de dos tercios (70 billones de dólares) gracias a la urbanización, el crecimiento poblacional y la industrialización de megaciudades.
Las Américas atraerán 16 billones de dólares, con énfasis en modernizar infraestructura envejecida en Estados Unidos, expandir redes digitales y atender la rápida urbanización en ciudades latinoamericanas como Lima o Medellín.
Mientras que en Europa recibirá alrededor de 13 billones de dólares, enfocados en renovar carreteras, puentes y redes eléctricas construidas hace décadas, además de cumplir ambiciosos objetivos climáticos.
Detrás de estas proyecciones hay siete macrotendencias globales que están redefiniendo el sector:
- Activos envejecidos
- Urbanización y cambios demográficos
- Avances tecnológicos con la inteligencia artificial como punta de lanza
- Transición energética
- Mayor papel del capital privado pese a altos tipos de interés
- Infraestructura como herramienta geopolítica
- Escasez de mano de obra que encarece y retrasa proyectos
McKinsey advierte que los inversionistas deberán diversificar hacia proyectos intersectoriales, explorar nuevas estructuras de financiamiento y ajustar expectativas frente a los ciclos largos propios de la infraestructura.
En suma, la infraestructura del futuro no es sólo un conjunto de obras; es un entramado complejo que integra economía, tecnología, sostenibilidad y geopolítica.
KL