Las disrupciones de la cadena de suministro han sido dolorosas para las empresas y para los consumidores por igual. Crearon dolores de cabeza a los gobiernos y a los bancos centrales de todo el mundo, y la invasión en Ucrania aumenta la tensión. Para las pequeñas empresas, en especial las de economías en desarrollo, las consecuencias para el crecimiento, la creación de empleo y la reducción de la pobreza pueden ser catastróficas.
Con los drásticos aumentos de las tarifas de flete que desvían la capacidad de transporte hacia las rutas más lucrativas, las pequeñas empresas corren el riesgo de quedarse fuera de las cadenas de suministro globales. Y a pesar de la creciente incertidumbre económica, el sector privado, las organizaciones internacionales y los gobiernos no trabajan juntos para ofrecer las soluciones que se necesitan para que los flujos comerciales sean más eficientes y resilientes.
En la Organización Mundial del Comercio (OMC) recientemente convocamos a más de 20 directores ejecutivos y líderes de transportistas marítimos, operadores portuarios, compañías de logística e instituciones financieras para analizar la crisis de la cadena de suministro y las posibles respuestas.
Los retrasos y la escasez que inhiben el comercio mundial se deben a que en la pandemia los consumidores desviaron el gasto de los servicios a bienes duraderos. Pero no es solo la fuerte demanda de los consumidores y el auge del comercio electrónico lo que provoca el aumento de los costos de transporte. Un mensaje claro de los líderes empresariales fue que las debilidades estructurales presionaban las cadenas de suministro antes del covid. Estos problemas se agravan y es necesario abordarlos.
Los transportistas dicen que el congestionamiento en tierra es uno de los principales motores del aumento de las tarifas de flete, ya que la competencia por los contenedores y los tapones en los puertos dejan fuera de las redes comerciales a las pequeñas empresas y a las economías en desarrollo. Los transportistas ampliaron el número y el tamaño de los buques de sus flotas, pero las infraestructuras se quedaron rezagadas, y muchos puertos no pueden acoger los nuevos buques de gran tamaño.
La descarga desde los puertos resulta afectada por la grave escasez de mano de obra, ya que marinos, choferes, estibadores y trabajadores de los almacenes de algunos centros clave rechazan los bajos salarios, las largas jornadas y las duras condiciones de trabajo. Las empresas pagan por mantener abiertas las terminales de contenedores durante la noche para que aparezcan unos pocos camioneros.
Los camiones de autoconducción y las grúas no tripuladas están mejorando la eficiencia y el entorno de trabajo en algunos puertos. Las inversiones del sector privado en una mayor automatización pueden ayudar a tapar algunos huecos de mano de obra, pero lo más importante es que también se mejoren las condiciones laborales. Se necesitan inversiones públicas y privadas, y los operadores portuarios y los transportistas marítimos quieren que los gobiernos aceleren los procesos de aprobación de la planeación. Las agencias de transporte afirman que las infraestructuras de carreteras y ferrocarriles del interior —que ya están sometidas a presión en muchos países por el crecimiento del comercio electrónico— también necesitan inversiones, en especial en las economías en desarrollo y sin litoral.
Además de la infraestructura física y la escasez de mano de obra, la infraestructura digital y la conectividad requieren atención e inversión. A menudo los comercializadores no se enteran de las disrupciones en la cadena de suministro hasta que es demasiado tarde para redirigir o reprogramar los cargamentos. Esto hizo que la crisis de suministro de la actualidad sea aún más difícil de manejar.
Más allá de estos problemas, cuestiones de proceso como la burocracia y los protocolos aduaneros agregan retrasos y costos innecesarios a las transacciones comerciales. La aplicación del Acuerdo sobre la Facilitación del Comercio de la OMC y la inversión en sistemas ágiles reducirán la burocracia, acelerarán el despacho de aduanas y reducirán los costos comerciales. Los gobiernos ya demostraron que pueden simplificar los procesos fronterizos para permitir la entrega rápida de bienes esenciales. Los países en desarrollo son los que más tienen que ganar.
Por último, pero tal vez lo más importante, el cambio climático plantea una amenaza a largo plazo para las cadenas de suministro y las redes comerciales globales. Los países en desarrollo y los pequeños estados insulares son los que más riesgo corren, pero ningún país o empresa quedará sin afectaciones. La descarbonización a largo plazo del transporte marítimo y de la logística necesitará grandes avances y puede provocar un aumento de los costos de transporte.
Para evitar un nuevo aumento de las presiones inflacionarias, necesitamos una acción audaz y coordinada. Cada actor debe desempeñar su papel para solucionar las debilidades estructurales que subyacen a las disrupciones de la cadena de suministro, incluso mientras trabajamos para volver a equilibrar la oferta y la demanda. De lo contrario, la economía mundial pagará el precio, sobre todo los consumidores, las pequeñas empresas y los países vulnerables. Es en el mejor de los intereses de todos abordar estos problemas y existe una fuerte voluntad: debemos actuar ahora.