En el lapso enero-marzo de 2020, la economía mexicana, reflejada en el Producto Interno Bruto (PIB), que es el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final en un periodo determinado, registró la caída anual más alta desde la crisis financiera de 2009 y acumuló cinco retrocesos trimestrales continuos, secuencia que no se había visto desde que se tiene registro (1993).
Este resultado ya refleja los efectos por la crisis derivada de la pandemia del coronavirus SARS-CoV2, que causa la enfermedad covid-19, que han implicado el cierre de actividades económicas, aunque el mayor impacto se verá en el segundo trimestre del año, pues la contingencia sanitaria en México inició a mediados de marzo y con mayor rigor, en abril y mayo.
No obstante, antes del impacto por el covid-19, el PIB ya habría mostrado señales de debilidad de la economía mexicana, pues en 2019 registró una caída anual de 0.1 por ciento y al observar el desempeño trimestral, el año completo fue de retrocesos trimestrales, aunque marginales, de 0.1 por ciento.
Esto se debió a varios factores, uno importante es que la inversión tuvo en 2019 una fuerte contracción, especialmente en maquinaria y equipo, reflejo de una mayor incertidumbre en el sector privado, debido al proceso de transición del nuevo gobierno.
Además, dentro del sector industrial, que representa poco más de 30 por ciento del PIB, la minería y la construcción también tuvieron una fuerte contracción, la primera en gran medida por la caída en la extracción de hidrocarburos, y la segunda afectada en gran parte por menores obras públicas, relacionadas con un menor gasto del gobierno.
En tanto, el comercio y los servicios (65 por ciento del PIB) registraron en 2019 un bajo crecimiento y cierta debilidad, reflejo de una contracción del comercio al por mayor, lo que se asocia a una menor actividad de inversión, mientras que el comercio al por menor aunque crecía, era débil.
Con estos antecedentes, 2020 inició con un desempeño débil en los primeros meses y una caída drástica al final del primer trimestre, debido a los esfuerzos para contener el contagio del covid-19, tales como las medidas de distanciamiento social.
Ante esto, los primeros sectores en reaccionar fueron aquellos relacionados con el sector externo, particularmente ante las disrupciones a las cadenas de suministro en enero y febrero cuando el virus estaba impactando China y esto se profundizó cuando en México se reportaron los primeros contagios de virus, lo que llevó a que las actividades no esenciales se detuvieran.
Así, en el primer trimestre de 2020 la mayor disminución del PIB se dio en la industria, con un retroceso anual de 3.8 por ciento anual, con cifras desestacionalizadas, dado que fue el primero en resentir el impacto, analistas estiman que la mayor parte de la debilidad se centró en la construcción y en las manufacturas, estas últimas reflejando tanto la falta de suministros, como los paros en diferentes plantas.
Por el lado de los servicios, la caída fue más moderada, de 1.4 por ciento anual con cifras desestacionalizadas, debido a una debilidad en febrero y un mayor impacto en marzo, especialmente en servicios de esparcimiento y educación, así como en los relacionados con el turismo.
Con estos resultados, las expectativas de analistas del mercado y organismos internacionales apuntan a que en 2020, la economía registrará una contracción entre 6 y 10 por ciento, que si se acerca al rango superior será la más alta desde la Gran Depresión, en 1932, cuando el descenso de la economía fue de 14.92 por ciento.
MRA