Internacional
  • Trump 'desaparece' a los desaparecidos: 'rasura' expedientes de hispanos en EU

  • A pesar de que cada año reportan extravíos de 120 mil latinos, el gobierno de Donald Trump eliminó información de la base de datos de la oficina de búsqueda.
La agencia RTI reconoce que cada año desaparecen 600 mil personas, la mayoría hispanos, en EU. | EFE

La salud mental de Rolando Gutiérrez se deterioró en los últimos meses tras escuchar las malas noticias sobre la persecución de agentes migratorios en contra de la comunidad migrante. Y aunque él es ciudadano estadunidense, se lo tomó personal: se sintió perseguido, amenazado de muerte.

Hasta el día en que él mismo desapareció.

Al salir de su casa vestía pantalón de mezclilla y una playera violácea, desfajada. Mochila al hombro, lentes oscuros. Así salió y ya no volvió desde el 30 de agosto. 

Su madre lo reportó, pero su ficha no está registrada en NamUs, acrónimo inglés del Sistema Nacional de Personas Desaparecidas y No Identificadas de Estados Unidos.

Para cumplir con la orden ejecutiva promulgada el 20 de enero por el presidente Donald Trump, la cual elimina programas de inclusión, igualdad y género, el gobierno federal eliminó más de 8 mil páginas web y quitó la clasificación por etnia en otros casos, únicamente dejó la clasificación de nativos americanos y de Alaska.

A pesar de que el Instituto de Investigación Científica (RTI por sus siglas en inglés), la agencia encargada de la base de datos oficial, reconoce que cada año desaparecen 600 mil personas –alrededor de 120 mil hispanos, según la proporción de la población que representan en el censo– el gobierno de Estados Unidos no explica por qué “rasuró” el número de casos en general ni la de los latinos en particular del NamUs.

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Actualmente sólo aparecen 25 mil 733 personas no localizadas, 15 mil 451 cuerpos no identificados y 20 mil 992 sin reclamar, y, aunque en la página web señalan que ya resolvieron 46 mil, no dan cuentas del resto.

En el caso de los hispanos es peor: las autoridades quitaron información clave de los 5 mil 138 casos activos de extraviados hispanos, las 3 mil 091 fichas de cuerpos sin identificar y los 4 mil 181 cadáveres sin reclamar. A diferencia de los expedientes de blancos y afroamericanos, en casi todos los registros de los hispanos sólo se puede ver el nombre.

Ya no pueden visualizarse detalles como la última fecha de contacto con el familiar, el lugar donde fue visto por última vez, la edad, las características físicas ni las fotos.

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'Desaparecen' a los desaparecidos

Al respecto, NamUs apenas menciona que “la Oficina de Programas de Justicia del Departamento de Justicia está revisando sus sitios web y materiales de acuerdo con las órdenes ejecutivas recientes y las directrices pertinentes” y que “durante esta revisión, algunas páginas y publicaciones no estarán disponibles”.

En la página web únicamente quedan 15 expedientes que coinciden con una alta reciente al sistema, del 1 de agosto de 2025 a la fecha. El resto se esfumaron, 'desaparecieron' o presentan poca información. 

Ahí está por ejemplo el caso de Jefferson Reyes Vázquez, de 15 años, desaparecido en Gatlinburg Tennessee, o el de Olmerlis Gallardo Parda, de la misma edad, vista por última vez el 30 de agosto en Chicago.

Aunque Rolando Gutiérrez Vázquez, el de la playera violácea desfajada, se extravió también en esta última fecha, no aparece en la base oficial, y en otros sólo se puede ver la leyenda: ‘The requested page could not be found’ (No se puede encontrar la página solicitada).

“La policía me aseguró que mi hijo estaba reportado en el sistema”, acusa María Vázquez, madre de Rolando, quien libera una búsqueda en solitario, dando entrevistas y pidiendo ayuda en redes sociales porque las autoridades de Santa Ana, California, le dijeron que no podía hacer nada para localizar a su ser querido.

“Me dijeron que no lo van a buscar porque salió por su propio pie y ya es mayor de edad, que si lo llegan a ver lo único que pueden decirle es que lo estamos buscando, pero nada más, aunque él está enfermo”.
Rolando Gutiérrez.
Boletín de búsqueda de Rolando Gutiérrez.

Familiares y activistas que colaboran con la búsqueda de personas destacan el impacto negativo que puede traer la eliminación de información de los desaparecidos hispanos, en el contexto de la aguda crisis que se vive en Estados Unidos.

Thomas Martin, quien administra desde 2021 la base de datos de NamUs, reconoció en junio de 2024 que cada año más de 600 mil personas son reportadas como desaparecidas y que hasta 40 mil restos humanos están sin identificar.

“Muchas agencias del orden público y médicos forenses carecen de los recursos necesarios para gestionar el volumen y la complejidad de estos casos”, detalló Martin en el informe “Abordando el desastre masivo silencioso de la nación”.

El ex funcionario del Departamento de Justicia añadió que “como resultado, muchos (casos) permanecen sin resolver durante largos períodos, culminando en lo que a menudo se ha denominado el desastre masivo silencioso de nuestro país”.

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Dos realidades, un problema semejante

Como dato comparativo, el Informe Nacional de Personas Desaparecidas 2025 señala que la cantidad de ciudadanos no localizados en México asciende a 28 mil 064 (77 por ciento hombres y 23 por ciento mujeres).

En Estados Unidos la situación que origina las desapariciones puede ser diferente, pero es igual de preocupante.

Por ahora, con la base de datos a la que tiene acceso William Murillo, como presidente ejecutivo de 1-800 Migrante, una organización que apoya en la búsqueda de desaparecidos latinos en California, sí es posible acceder a las fichas de los casos que representa, pero la información está acotada.

“Antes usted ponía en el sistema de NamUs: ‘busco una persona de 20 a 30 años, hombre, en el área de Arizona, de origen México’, y le salían todos los casos. Ahora ya no”, observó Murillo en entrevista con MILENIO.

Al no haber acceso abierto a la información, las búsquedas impactarán a las familias más vulnerables, agrega Murillo. Es decir, las de muchos migrantes que se cambian el nombre para trabajar. Si se extravían, pierden el conocimiento o fallecen, su registro en la base datos oficial queda con otra identidad.

Entre los 15 expedientes que aún conserva NamUs figura, por ejemplo, el de Vicente Suazo, de 54 años, desaparecido el 28 de junio en Batesville, Arkansas, quien también se hacía llamar Douglas Svazo, Douglas Montez y Douglas V. Suazo-Montez.

De ese modo puede explicarse también la acumulación de cuerpos sin reclamar, como el de Juan García –si es que era su verdadero nombre– que está en la morgue desde el 19 de abril de este año, cuando el propietario de un edificio en Los Ángeles lo encontró inconsciente y llamó al 911 para dictar el fallo de “muerte natural”.

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Ángel Aguirre desapareció cuando se dirigía a Guanajuato. | Especial

No hay para dónde hacerse: ni EU ni México

Hasta hace unos meses, Rolando Rodríguez –o Luis Rodríguez, como también se le conocía–, era un hombre de 43 años con vida normal en Arizona: una esposa, un hijo de 19 años, un trabajo como diseñador gráfico en redes sociales.

Así era hasta que la información sobre las redadas lo afectó profundamente.

“Empezó a tener delirio de persecución”, reconoce su madre,

María Vázquez, quien se enteró en el verano de esa situación. La nuera llamó para pedirle ayuda porque Rolando se había ido de casa unos días sin dar pistas, aunque a los pocos días regresó con la misma obsesión: “alguien me busca para matarme”, insistía.

La señora, preocupada, viajó desde Santa Ana, California, y en Phoenix se dio cuenta de que su hijo estaba asustado, que dramatizaba la información. “Su trabajo eran las redes sociales y empezó a ver cosas que lo afectaban”, cuenta María.

En cuanto la vio llegar, Rolando le dijo: “baje la voz, que nos van a escuchar”.

Los días siguientes salieron juntos a pasear, a la iglesia, incluso al trabajo del hombre, pero éste insistía en que se tenía que esconder, que se quería ir a otro estado o de plano a África.

Siempre llevaba en la mochila sus documentos de ciudadanía y licencia de conducir, “por si acaso lo agarraban” o era preciso poner pies en polvorosa.

María lo convenció de que se fuera con ella unos días a Santa Ana. Pensó que tal vez el cambio de ambiente lo ayudaría, pero fue peor: no duró ni dos semanas en casa de los padres cuando salió para no volver. Dejó el celular y un medicamento que tomaba.

“Ahora no tengo tranquilidad, no tengo paz, no soy la mujer de antes, sino alguien que se mantiene triste, orando, rezando, salgo a la calle, volteo para todos lados para ver si puedo ver a mi hijo en algún lugar”, relata María después de que su hijo nomás no aparece.
“Soy una mujer dolida, que suplica y quiere saber de su hijo. Pero debo ser fuerte porque tengo otros dos hijos y tengo a mi esposo… pero me falta mi hijo”.

Y no hay respuestas hasta el momento. La policía le cerró las puertas y la familia no tiene fe en que las autoridades de ese país puedan ayudar.

Alberto Godínez, un activista en California que ha denunciado el caso, dice en entrevista con MILENIO que la comunidad migrante vive con un profundo temor a las autoridades estadunidenses y una desconfianza e incredulidad hacia las mexicanas.

Ambos aspectos negativos dificultan la denuncia de las desapariciones en Estados Unidos.

“Los migrantes aquí se encuentran en fuegos cruzados y tienen miedo de hacer denuncias porque creen que las autoridades locales pueden ponerse en contacto con el gobierno federal y van a venir por ellos”, comenta Godínez.

¿'Autodesaparecidos'?

Aunque sean ciudadanos de aquel país, como Rolando Gutiérrez, su aspecto latino puede traerle problemas después de que la Suprema Corte estadunidense autorizó a los agentes migratorios detener a personas por su físico. Si es moreno, es sospechoso.

Para Godínez, el miedo, la incertidumbre migratoria y la sobreexposición a información sensacionalista están generando trastornos mentales entre los latinos. Estas condiciones pueden derivar directamente en desapariciones autoinfligidas, evasión voluntaria o crisis emocionales graves.

“Es tanta la psicosis que existe por los medios de comunicación que nuestra gente se contagia tanto que suele transformar ese estrés en enfermedades mentales, como el delirio de persecución (que pudo padecer) el hijo de María”, dijo.

Godínez propone que los consulados mexicanos en Estados Unidos incluyan profesionales de salud mental dentro de sus instalaciones para atender directamente a migrantes que están viviendo con temor, estrés postraumático y ansiedad severa.

Hoy en día los consulados no intervienen directamente. Se apoyan, acaso, con organizaciones externas sin fines de lucro.

“Qué hermoso sería decir: tenemos un grupo de expertos, de doctores o abogados que están dentro del consulado, no afuera, tratando esta problemática, porque nuestra gente está aterrorizada realmente”, observó Godínez.

MILENIO buscó a funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores a través de su área de comunicación social para indagar si habrá alguna reacción a la cancelación de las fichas de desaparecidos o sobre el apoyo a salud mental, pero no hubo respuesta.

En días pasados, el canciller Juan Ramón de la Fuente presentó de manera general “un plan de acción” para defender a los mexicanos. 

Este incluye representación y orientación legal con pago de fianzas “en casos críticos, refuerzo a sedes consulares prioritarias, visitas a centros de detención, brigadas móviles en zonas rurales, apoyo a migrantes afectados por inundaciones, incendios o huracanes y campañas informativas”.

Murillo, de 1-800 Migrante, lamenta que la desaparición de información oficial deje en manos de los consulados la búsqueda de información, porque éstos, históricamente, sólo reciben los datos, no son parte de la búsqueda.

Incluso no es raro que pierdan el rastro de niños detenidos por Estados Unidos en algunos puntos del territorio, sea o no fronterizo.

Miles de niños migrantes han sido entregados por las autoridades estadunidenses a personas desconocidas, y hoy no se sabe dónde están. Esta es una grave falla del sistema de protección infantil, sin seguimiento ni responsables claros.

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Informe Nacional de Personas Desaparecidas 2025 señala que la cantidad de ciudadanos no localizados en México asciende a 28 mil 064. | Especial

De lo perdido, lo que aparezca

Por las fichas que aún no han sido borradas de NamUs se puede tener una idea del tipo de información que eliminó el sistema, y que podría ser clave para la localización de estas personas.

Se sabe, por ejemplo, que Rubén Almón Carranza, 36 años y dado de alta en la base de datos el 29 de julio pasado en Greensburg, Pennsylvania, desapareció después de que su teléfono emitiera una señal desde una torre de telefonía mientras viajaba en un Toyota.

También se sabe que Julio Arias llamó a su esposa en junio pasado para pedirle que lo recogiera en la ciudad de Vista, en el condado de San Diego, en California, pero cuando ella llegó al lugar acordado él ya no estaba; su hermana declaró que él usó el celular de un desconocido para hablar, pero que cuando se comunicaron con este sólo les informó que Julio se había ido para Tijuana.

De Luis Román se registra que desapareció el 12 de mayo en Plainfield, New Jersey. Al salir de su casa vestía con indumentaria azul con logotipos de Nike; de Jocelyn Andrea Trejo, de 15 años, que salió de su residencia el 31 de marzo en Montebello, California, y sólo le dijo a su madre que iba de compras.

En la ciudad de Santa Ana, donde desapareció el hijo de María Vázquez, también se extravió Leonel García Díaz Leal, de 48 años. Fue visto por última vez por un amigo de la familia en noviembre de 2024 en el área del mercado de intercambio de Bristol.

El expediente público de Karina Alejandra Domínguez, de 34 años, extraviada en Los Ángeles, dice un poquito más: que tenía en el hombro delantero izquierdo un tatuaje con el nombre 'Mateo', una estrella en la parte superior de ambas muñecas y la palabra 'Zypress' en el antebrazo exterior izquierdo.

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Boletín sobre la desaparición de Karina Alejandra Domínguez.

Y no hay más, pero algo es algo.




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Gardenia Mendoza
  • Gardenia Mendoza
  • Periodista especializada en temas migratorios y en la relación de México con Estados Unidos. Ha sido corresponsal para medios internacionales en radio, prensa escrita y TV. Hoy forma parte de coberturas especiales de 'Milenio'.
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