El robo del cuadro de La Gioconda de Leonardo da Vinci en 1911 es quizá el más famoso, pero no el único, de los ocurridos en el museo del Louvre de París, donde el domingo 19 de octubre cuatro ladrones sustrajeron en siete minutos nueve joyas de la colección de Napoleón Bonaparte.
La Gioconda o Mona Lisa (Monna Lisa en italiano), obra icónica de la pintura mundial y posiblemente el retrato más célebre de la historia, debe parte de su fama a ese robo, perpetrado el 21 de agosto de 1911 por Vincenzo Peruggia, un italiano ex empleado del Louvre.
Ese día Peruggia, pintor de brocha gorda, entró al museo más visitado del mundo por una puerta lateral y se dirigió al Salón Carré, donde entonces estaba expuesta La Gioconda. El italiano descolgó la pintura de la pared, le quitó el marco y el vidrio de protección, la escondió bajo su abrigo y salió tranquilamente sin que nadie notara su presencia.
La Mona Lisa en la cocina
El cuadro estuvo un tiempo en la casa parisina de Peruggia; varios periódicos de la época dijeron que la colgó en la cocina, otros que la ocultó bajo el piso y algunos más que le pidió a su compatriota Vincenzo Lancellotti, que habitaba en el mismo inmueble, que la escondiera el tiempo necesario para construir una caja de madera en la que después la depositó.
El robo fue descubierto al día siguiente y como era de esperarse causó sensación. La policía interrogó a varios sospechosos, entre ellos, al entonces joven pintor español Pablo Picasso; al poeta, dramaturgo y escritor francés Guillaume Apollinaire y al propio autor del robo, quien ya había escondido el cuadro en un lugar seguro.
Pero las investigaciones no dieron resultado y la pintura estuvo perdida por dos años, hasta que en 1913 el propio Peruggia, quien ya había dejado París y regresado a Dumenza, su pueblo natal en el norte de Italia, respondió a una convocatoria del coleccionista de arte florentino Alfredo Geri, quien había organizado una muestra y pedía a propietarios particulares que prestaran para la misma las obras en su poder.
El ladrón de La Gioconda escribió una carta en la que proponía a Geri la venta del cuadro bajo la condición de que se quedara en Italia, pues argumentaba que había sido robado por los franceses.
En realidad fue el propio Leonardo Da Vinci (1452-1519) quien de manera personal llevó el retrato a Francia, donde vivió los últimos tres años de su vida en la corte del rey Francisco I.
El artista y genio del Renacimiento vendió al monarca la pintura que había realizado entre 1503 y 1506 por encargo del mercader de arte Francesco del Giocondo (quien le había pedido un retrato de su mujer, Lisa Gherardini, la Gioconda o Monna [Doña] Lisa [Mi Señora]).
Geri respondió a la carta firmada por Peruggia con un nombre falso y fijó una cita en el hotel donde se alojaba el ladrón, a la que se presentó con el director de la Galería Regia de Florencia, Giovanni Poggi, quien tras ver el cuadro lo tomó en custodia para examinarlo con detalle. Peruggia fue arrestado al día siguiente.
Enjuiciado por robo, recibió una condena de un año y 15 días de prisión que después fue reducida a siete meses y 15 días, pues se le reconoció la atenuante de la enfermedad mental, además de que se había vuelto muy popular entre los italianos por su gesto patriótico.
Tras ser expuesta en varias galerías y museos italianos, La Monna Lisa retornó triunfalmente a París en 1914 y desde entonces se encuentra en el Louvre.
Otros robos al Louvre
Pero el robo de La Gioconda y el de las joyas de Napoleón no son los únicos que ha sufrido el famoso museo parisino.
Durante la ocupación alemana (1940-1944) en la Segunda Guerra Mundial, los invasores se apropiaron de varias obras de arte, entre ellas del cuadro La Inmaculada Concepción de los Venerables, realizado en 1678 por el pintor español Bartolomé Esteban Murillo y después cedido a España por el régimen colaboracionista de Vichy a cambio de otras obras de arte.
En 1983, dos armaduras del Renacimiento fueron sustraídas de una de sus salas y recuperadas cuatro años después.
Para 1995, tres obras fueron robadas al museo en menos de siete meses. En particular, el 18 de enero de ese año fue sustraída una alabarda (hacha) de 17 kilos de una estatua de Martin Desjardins; una semana antes un visitante robó la pintura Dama en un paisaje, de Lencelot Theodore Turpin de Crisse y el 10 de julio desapareció un cuadro al pastel de Robert de Nanteuil.
El último robo al Louvre, antes del registrado el domingo pasado, tuvo lugar el 3 de mayo de 1998, cuando fue sustraído el cuadro Le Chemin de Sèvres, pintado en 1858 por Camille Corot, con un valor de más de un millón de dólares y que hasta el momento no se ha encontrado.
Los robos de arte más importantes
Según la revista estadunidense ArtNews, el robo de arte más importante de la historia fue el registrado el 18 de marzo de 1990 en el museo Isabella Stewart Gardner de Boston, Estados Unidos.
En el recinto, dos hombres vestidos de policías inmovilizaron a los guardias de seguridad y se llevaron 13 cuadros, entre ellos uno de Vermeer, uno de Rembrandt, uno de Edouard Manet y uno de Edgar Degas, por un valor estimado de más de 500 millones de dólares.
A 35 años del robo no ha sido recuperada ninguna de las pinturas y una de las pistas analizadas sugiere que la criminalidad organizada habría estado detrás del hecho.
En la lista de ArtNews, el segundo robo más importante de la historia es el ya citado de La Gioconda de 1911, mientras el tercero fue el registrado el 20 de mayo de 2010 en el Museo de Arte Moderno de París, perpetrado por Vjeran Tomic, quien sustrajo cinco cuadros por un valor de 100 millones de euros, incluidos un Picasso y un Modigliani.
El hombre, conocido con el apodo de el hombre araña por su capacidad de escalar las paredes, fue arrestado en 2011 al lado de dos comerciantes de arte a quienes había cedido los cuadros, que nunca han sido encontrados.
El cuarto robo más importante, según ArtNews, fue el de nueve pinturas impresionistas, entre ellas un Monet, perpetrado en octubre de 1985 en el museo Marmottan Monet de París por varios ladrones armados que en pleno día mantuvieron como rehénes a nueve guardias y 40 visitantes.
Las investigaciones llevaron al arresto de un miembro de la Yakuza, la mafia japonesa, y a la recuperación de las obras de arte entre 1986 y 1990.
Robo al Museo de Antropología de México
Entre los robos de arte más importantes de la historia, ArtNews pone en quinto lugar al registrado la madrugada del 25 de diciembre de 1985 en el Museo Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México, cometido por los estudiantes Carlos Perches Treviño y Ramon Sardina García, quienes sustrajeron 140 piezas arqueológicas de las salas Maya, Mexica, Culturas de la Costa del Golfo de México y Culturas de Oaxaca.
Entre las piezas robadas sobresalían el ajuar funerario del gobernante maya Pakal, incluyendo la máscara, collares y pulseras. También el Pectoral del Dios Murciélago y el Monito de obsidiana.
Perches, quien con su cómplice entró al museo por los ductos de aire acondicionado, fue detenido el 12 de junio de 1989 tras una investigación de la entonces Procuraduría General de la República, que recuperó casi todas las piezas.
Sardina, quien desde entonces permanece prófugo, conservó siete de las piezas. Entre los detenidos, acusados de encubrimiento, estuvieron el estadunidense Gary Nathan, además de la vedette de origen argentino Isabel Camila Masiero, conocida con el nombre de batalla de la Princesa Yamal.
Tras el robo, el sistema de vigilancia del museo fue modernizado y se endurecieron las penas por el robo del patrimonio arqueológico mexicano.
El grito de Edvard Munch
El sexto robo más importante de la historia del arte es, según la revista, el del célebre cuadro El grito, pintado por el artista noruego Edvard Munch en 1893.
En realidad fueron dos los robos de la obra: el primero tuvo lugar el 12 de febrero de 1994, cuando una banda de ladrones entró en pleno día en la Galería Nacional de Oslo y en menos de un minuto sustrajo el cuadro, dejando una nota en la que se leía: “Gracias por la falta de seguridad”.
Los ladrones pidieron unos meses después al gobierno noruego un rescate de un millón de dólares por la obra, pero la oferta fue rechazada. El 7 de mayo del mismo año la pintura fue recuperada en una operación conjunta de la policía noruega con Scotland Yard y el Museo Getty.
El segundo atraco tuvo lugar el 22 de agosto de 2004, cuando la versión de la obra expuesta en el Museo Munch fue robada a mano armada por tres enmascarados, que también se llevaron la pintura Madonna, del mismo artista. Ambos cuadros fueron recuperados por la policía el 31 de agosto de 2006, aunque según los expertos El grito sufrió un deterioro irreparable debido a la humedad.
Otros robos sobresalientes
El séptimo saqueo más importante en la historia del arte fue el de tres cuadros sustraídos de la galería Kunsthalle Schorn de Frankfurt, Alemania, el 28 de julio de 1994. Se trató de dos pinturas de William Turner prestadas por la galería Tate de Londres y de una de Caspar David Friedrich de la Kunsthalle de Hamburgo.
Los ladrones entraron a la galería y se llevaron los cuadros tras amarrar a los dos guardias de seguridad. Poco después los autores del hecho y un comerciante de arte fueron arrestados pero ninguno supo decir donde se encontraban las obras.
En 2002, la galería Tate anunció haber recuperado sus dos cuadros y para el año siguiente, la Kunsthalle de Hamburgo hizo un anuncio en el mismo sentido sobre la pintura de Friedrich.
Aparentemente ambas instituciones recuperaron las obras en una negociación no precisamente transparente en la que tuvo un papel importante el abogado y mediador Edgard Liebrucks.
En la lista de ArtNews aparece en octavo lugar en importancia el robo de una naturaleza muerta pintada por el holandés Vincent Van Gogh en 1887 y que fue sustraída del museo Mohamed Mahmoud Khalil, de Giza, Egipto, la primera vez en 1978 y encontrada una década después en Kuwait.
Pero el cuadro fue robado una segunda vez del mismo museo en 2010 porque, según ArtNews, “no funcionó la alarma de la pintura, ni tampoco las otras alarmas del museo”. La pintura, con un valor de más de 50 millones de dólares, no ha sido encontrada.
El noveno acto más importante fue el Salero de Francisco I, una escultura en oro, ébano y esmalte realizada por el italiano Benvenuto Cellini entre 1540 y 1543, mientras se encontraba en la corte del rey Francisco I de Francia. Con una altura de 26 centímetros, en la escultura están representados Neptuno, dios del mar y la Tierra.
La obra, con un valor estimado de 50 millones de dólares, fue robada en 2003 del museo Kunsthistorisches de Viena, Austria. En 2006, la policía arrestó al autor del hurto, Robert Mang, un experto en sistema de seguridad, quien confesó el delito y acompañó a la policía a un bosque fuera de Viena, donde había enterrado una caja con la escultura.
El décimo robo más importante, ocurrido en octubre de 1969, fue el del cuadro al óleo La Natividad con San Francisco y San Lorenzo, pintado en torno a 1600 por el italiano Caravaggio. El hurto fue perpetrado por dos sicarios de la mafia, que se lo llevaron del oratorio de la parroquia de San Lorenzo, en Palermo, Sicilia.
En 2017, el capo Gaetano Grado declaró a la comisión parlamentaria Antimafia que la tela había sido escondida en el extranjero.
En particular dijo que durante 1970, el hampón Gaetano Badalamenti la había transferido a Suiza a manos de un anticuario y que el cuadro había sido dividido en partes para poder venderlo en el mercado negro.
MD