En las áridas planicies del sur de Colorado, a unos 160 kilómetros de Denver, se levanta una fortaleza de concreto que pocos conocen pero sus inquilinos temen: ADX Florence, la inexpugnable prisión de máxima seguridad más restrictiva del sistema penitenciario federal estadunidense, oficialmente conocida como “United States Penitentiary Administrative Maximum Facility” y popularmente como “SuperMax” o "El Alcatraz de las Montañas Rocosas".
“En cuanto los reclusos entran por la puerta… lo ves en sus caras. Ahí es cuando realmente te pega. Estás viendo la belleza de las Montañas Rocosas como telón de fondo. Cuando entras, es la última vez que las verás, relató Robert Hood, ex director de ADX. “La prisión es la vida después de la muerte… En mi opinión, es mucho peor que la muerte”.

Inaugurada en 1994, la característica fundamental de ADX Florence es su régimen de aislamiento casi total. Los prisioneros, cuyo número asciende actualmente a más de 300 aunque tiene mayor capacidad, pasan un promedio de 23 horas al día en confinamiento solitario dentro de sus celdas: jaulas de concreto insonorizadas, que miden aproximadamente 2.1 por 3.6 metros.
El mobiliario de la celda refleja la filosofía de máxima seguridad: una cama, un escritorio, y un taburete, todo fundido en concreto vertido para evitar que pueda ser utilizado como arma o que sea móvil. Cuentan con un inodoro y un lavabo de acero sin grifos convencionales, también con el fin de prevenir la fabricación de armas.
Una pequeña ventana de apenas 106 por 10 centímetros permite el paso de una mínima luz natural y, en algunos casos, una estrecha visión de una porción del cielo, pero está estratégicamente ubicada para impedir que el recluso se oriente, o vea otras partes de la prisión o las montañas, para reforzar la sensación de aislamiento y desorientación.
“Estar enterrado vivo”

ADX Florence ha sido objeto de intenso escrutinio por parte de organizaciones de derechos humanos e incluso tribunales extranjeros.
Los críticos señalan efectos devastadores en la salud mental de los reclusos: psicosis, alucinaciones, depresión severa, intentos de suicidio y comportamientos autolesivos. Algunos ex reclusos han descrito su experiencia como "estar enterrado vivo" o "una muerte lenta de la mente".
En 2010, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos suspendió temporalmente la extradición de cuatro sospechosos de terrorismo del Reino Unido (antes del Brexit) a Estados Unidos tras concluir que su reclusión en una Supermax violaría el artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que prohíbe “la tortura o los tratos o penas inhumanos o degradantes”.
En 2014 Amnistía Internacional determinó en un reporte que las condiciones de las Supermax “violan las normas internacionales sobre el trato humano a los presos”. El informe también detalló “evidencias alarmantes de presos con enfermedades mentales graves recluidos en duras condiciones de aislamiento sin la detección, el tratamiento ni la supervisión adecuados”.
Apenas en abril pasado la ACLU, junto a otras organizaciones que representan a un grupo de ex presos condenados a muerte a nivel federal y que recibieron conmutaciones, presentaron una demanda federal para impedir su traslado a ADX Florence.
La demanda, presentada por 21 de los 37 prisioneros que recibieron conmutaciones, alega que en los días posteriores a éstas, el personal de la Oficina de Prisiones evaluó a los prisioneros conmutados para su transferencia y ninguno de los 21 fue determinado apropiado para ADX.
Sin embargo, la demanda alega que, “después de la Orden Ejecutiva del Presidente Trump del 20 de enero, el Departamento de Justicia y la Oficina de Prisiones se apartaron de las políticas y procedimientos establecidos para efectuar su transferencia a una prisión con las condiciones más opresivas en el sistema penitenciario federal”.
En respuesta a las críticas, el Buró de Prisiones ha implementado algunas reformas. Se han reducido gradualmente ciertos niveles de restricción, y algunos reclusos que demuestren buen comportamiento pueden acceder a programas con más interacción social, aunque aún dentro de parámetros controlados.
Rutina demencial

De acuerdo con descripciones de sus ex directores, la rutina en ADX es una lección de monotonía y estricto control. La comida se sirve a través de una pequeña ranura en la puerta de acero, con la mayoría de las bandejas entregadas sin utensilios para prevenir su uso violento. Los prisioneros ingieren sus alimentos en solitario. El contacto humano directo con el personal es mínimo y se realiza siempre bajo un protocolo estricto, lo cual incluye escoltas de guardias.
El tiempo fuera de la celda es limitado. Se permite solo una hora de recreación al día, que se realiza en una "jaula" individual al aire libre, un espacio de concreto apenas más grande que la celda. Este pequeño patio, también conocido como "piscina vacía", permite al recluso ver solamente el cielo, en un intento de evitar cualquier comunicación con otros internos.
Los movimientos dentro de la prisión se realizan por pasillos subterráneos o corredores bajo vigilancia constante. Un número reducido de celdas cuenta con radios o televisores en blanco y negro que emiten contenido religioso, educativo y general.
El recreo consiste en una hora diaria en una celda de ejercicio ligeramente más grande, también aislada. No hay contacto físico con otros reclusos. Las duchas se suelen tomar tres veces por semana bajo estricta supervisión. Las condiciones de reclusión o “Medidas Administrativas Especiales” (SAMS, por su sigla en inglés) han detonado quejas al menos desde 2010, incluida una demanda en abril pasado de la Unión Nacional de Libertades Civiles (ACLU, por su sigla en inglés).
Huéspedes notorios

Sus huéspedes notorios incluyen a terroristas internacionales como Ramzi Yousef, cerebro del atentado al World Trade Center de Nueva York en 1993; Zacarias Moussaoui, el "vigésimo secuestrador" del 11-S; y dos mexicanos.
Entre los narcotraficantes figura Joaquín El Chapo Guzmán, el legendario líder del cártel de Sinaloa, llegó a ADX después de sus espectaculares fugas de prisiones mexicanas. En una serie de cartas inéditas obtenidas por MILENIO dibuja en detalle la erosión física y emocional de su reclusión en la Supermax
“Las SAMs son punitivas y me estoy enfermando, por lo que pido que por favor remuevan las SAMs antes de que me de un ataque al corazón o antes de que me vuelve loco, porque en las condiciones que me encuentro actualmente, que son tan crueles e inhumanas, eso es lo que va a pasar”, escribe.
Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública de México, condenado por sus nexos con el cártel de Sinaloa y Alfredo El Mochomo Beltrán Leyva, ex líder del cártel de los Beltrán Leyva y socio de El Chapo, se encuentran en la prisión. Igualmente alberga a Dzhokhar Tsarnaev, condenado por los atentados del Maratón de Boston de 2013.
Allí estuvieron y murieron Robert Hanssen, ex agente del FBI que vendió secretos a la entonces Unión Soviética y luego a Rusia durante más de 20 años, hasta su muerte en 2023. Durante años estuvo recluido el terrorista doméstico de paquetes bomba conocido como Unabomber, Ted Kaczynski, quien falleció en prisión en 2023.
Entre el resto de su población carcelaria destacan asesinos en serie y criminales violentos: desde miembros de organizaciones supremacistas hasta asesinos que cometieron crímenes dentro del sistema penitenciario.
La temible “Unidad H”

La Unidad H es una de las secciones más restrictivas de ADX Florence, diseñada para aislar completamente a los reclusos más peligrosos o de más alto perfil que tienen impuestas las SAMs por parte del Departamento de Justicia (DOJ), las cuales permiten un nivel de control más riguroso sobre el contacto y las comunicaciones de un prisionero para mitigar el riesgo de que el reo continúe causando daño.
Allí se aloja a reclusos que representan un riesgo de seguridad particularmente alto, incluyendo a aquellos que han sido designados como miembros de grupos terroristas. Las SAMs pueden prohibir virtualmente toda comunicación con el mundo exterior.
Al igual que el resto de ADX Florence, los reclusos en la Unidad H viven bajo condiciones de aislamiento y privación sensorial extremas. Pasan la mayor parte del día (22 a 24 horas) solos en sus celdas.
Sus correos y las conversaciones son monitoreados en todo momento y los reclusos pueden acceder a trabajos internos, como limpieza, o ser trasladados a población general, aunque las decisiones dependen exclusivamente del DOJ, según un testimonio de su ex director John Oliver.
SNGZ