La marca de whisky alineó el relato con un embajador que condensa la lógica de precisión y riesgo calculado: Charles Leclerc, piloto de F1 y figura global de la casa. Su vínculo no es decorativo: Leclerc comparte un segundo rigor, el ajedrez, donde la capacidad de anticipar cada movimiento es espejo del blending meticuloso de Crystalgold.
“Equilibrar herencia e innovación es exactamente cómo afronto la pista y el tablero —dijo el piloto francés que corre con la escudería ferrari y que subió al podio en el Autódeomo Hermanos Rodríguez el pasado 26 de octubre—. Este lanzamiento encarna ese espíritu: desafiar límites sin traicionar raíces”.
“El 75% de los consumidores busca destilados para ese intermedio —apuntó Nick Blacknell, director de Marketing Global—. Crystalgold llena ese hueco con una propuesta ligera, versátil y —sobre todo— estratégica: decirle a la categoría hacia dónde puede ir”.
Para Chivas Regal, Crystalgold es su innovación más disruptiva hasta ahora: un whisky cristalino —transparente— que conserva el carácter de un destilado añejado en roble, pero con una suavidad y frescura pensadas para el presente.
El espíritu nace de una mezcla inédita y un proceso de filtración avanzada que elimina el color sin vaciar el sabor. El resultado funciona como puente entre dos mundos: la limpieza y versatilidad de un destilado claro y la profundidad de un whisky de linaje.
Se bebe solo, en las rocas o en cóctel; su vocación son esos atardeceres que piden algo fresco sin renunciar a lo sofisticado.
Chivas y Leclerc crearon un cóctel que describe el nuevo territorio sensorial: Crystalgold Spritz —cítricos, flor de saúco, menta y champán como elevador aromático—, un giro moderno sobre un formato clásico, coherente con la ambición de colocar el nuevo whisky como opción de transición día–noche.
“La innovación debe potenciar la tradición, no reemplazarla —aseguró Sandy Hyslop, Master Blender de Chivas Regal—. Tras años de experimentación perfeccionamos un proceso que entrega claridad visual sin renunciar a lo que la gente reconoce en un whisky añejado. La claridad sorprende; el sabor es inconfundiblemente nuestro”.
De acuerdo con la marca, las notas de cata apuntalan la tesis: pastel de manzana, fudge de vainilla y toffee cremoso en nariz; manzanas rojas y pera jugosa al paladar, con guiños cálidos de canela y jengibre; el final es extraordinariamente suave. Un gesto de ingeniería sensorial pensado para expandir ocasión de consumo sin diluir estatus.
No es menor el origen —Strathisla, Escocia— ni la trayectoria: Chivas exporta a más de 100 países, con más de 4.5 millones de cajas al año. Desde 1909, cuando nació como primer whisky escocés de lujo, su narrativa combina excelencia con comunidad bajo el lema “I Rise, We Rise”: crecer elevando también a los otros. De ahí sus puentes con la cultura deportiva global: aliado de Scuderia Ferrari HP y Arsenal FC.
MGR