Con bombo y platillo, el gobierno de Enrique Peña Nieto anunció el inicio del “Plan Michoacán. Juntos lo vamos a lograr”, para recuperar el control territorial que estaba en manos de cárteles, pero lo único que consiguió fue empoderar a los miembros de los grupos de autodefensas, además de generar una disputa con la administración estatal. En síntesis, la estrategia fue un fracaso.
La intención del primer mandatario era restablecer el orden institucional y devolver la tranquilidad a las familias michoacanas.
Peña Nieto dejó la tarea en manos de Alfredo Castillo Cervantes, a quien nombró comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral en Michoacán.
Desde su llegada a un hotel en la ciudad de Morelia, donde sería su centro de operaciones, el comisionado tuvo el control de las fuerzas federales, pero también de los programas sociales. Así todo empezó mal el 15 de enero de 2014.
Su figura generó roces con Fausto Vallejo Mora, gobernador de Michoacán, debido a su poder, porque tomaba decisiones de manera unilateral. Todos lo conocían como El Virrey.
La oposición se opuso al nombramiento del comisionado, situación que provocó que el entonces líder nacional del PRI, César Camacho Quiroz, afirmara que Alfredo Castillo no iba a sustituir a nadie en el estado y que solamente rendiría cuentas al presidente Peña Nieto.
Cuando Los Caballeros Templarios gobernaron la entidad
Cuando el comisionado llegó, el gobierno estatal estaba rebasado. El grupo criminal Los Caballeros Templarios, liderado por Servando Gómez Martínez, La Tuta, dominaba la región y tenían bajo su control a alcaldes y policías locales, ya sea por complicidad o por amenaza.
Esta falta de autoridad provocó el surgimiento de las autodefensas, encabezadas por ciudadanos que se armaron para expulsar al crimen.
Entre ellos destacaban José Manuel Mireles Valverde, un médico de Tepalcatepec; Hipólito Mora Chávez, limonero de La Ruana, y Estanislao Beltrán, Papá Pitufo, también limonero.
El gobierno del presidente Peña Nieto decidió reconocerlos. Prefirió tenerlos dentro del Estado que fuera de él.
A partir de entonces, el Plan Michoacán se centró en institucionalizar a las autodefensas, transformándolas en la denominada Fuerza Rural Estatal.
El gobierno entregó armas y equipamiento a quienes hasta entonces eran civiles armados sin registro. Según autoridades federales, entre 2014 y principios de 2015 se entregaron más de seis mil armas a los grupos regularizados.
Empero, la legalización fue desordenada y derivó en otros grupos. Muchos integrantes de las autodefensas no se registraron y otros se infiltraron, mismos que contaban con antecedentes penales.
Recuperar el territorio, un escenario complejo en Michoacán
Durante una reunión de trabajo con la Comisión de Gobernación, Puntos Constitucionales y Justicia, en la Cámara de Diputados, el comisionado explicó su plan y lo cerca que habían estado para detener a La Tuta. Pero también habló de la dificultad de pacificar a la entidad.
“Si nos vamos a estos espacios, si te puedes colocar donde está la mira y donde está la parte de El Infiernillo, si ustedes observan ese punto, ha sido el objetivo en donde hemos estado más cerca de detener –en este caso– a lo que se conoce como La Tuta en ese punto.
"Si ustedes ven los otros dos puntos en donde tenemos intervención federal, en Apatzingán y en Buenavista, ahí se puede ver que son estratégicos para el movimiento, en este caso, para poder llegar a estas vías de acceso que son fundamentales.
“… ¿Qué les quiero decir con esto? Este punto es fundamental porque recuperar el territorio en el estado de Michoacán es muchísimo más difícil y complejo de lo que podría ser en cualquier otra entidad federativa en donde no tengamos esta situación”, expresó.
Castillo Cervantes destacó que una de las instrucciones de Peña Nieto fue recuperar el territorio.
“En segundo lugar, el desmantelamiento de Los Templarios como el grupo hegemónico dominante.
“El tercer punto que se dio una vez que se hicieron las pláticas de negociación, fue institucionalizar a las autodefensas de una manera genuina y de aquéllos que realmente se hubieran levantado por defender a la ciudadanía y no como posteriormente algunos de ellos fueron infiltrados.
“Cuarta. Disminuir la violencia, lo cual va de la mano con incorporar base social y generar confianza a través de las instituciones”, dijo.
Por control y recursos, lo apodaron 'El Virrey'
Con el control absoluto de la seguridad y los recursos federales, Castillo Cervantes fue conocido por las propias autoridades estatales como El Virrey.
Alfredo Castillo coordinaba operativos, nombraba jefes policiales y negociaba directamente con los líderes de autodefensas.
Por su parte, los legisladores federales de oposición denunciaron que el comisionado actuaba desde un vacío legal y sin supervisión.
En enero de 2015, al cumplirse un año de su gestión, la bancada del PAN exigió su salida.
Uno de los episodios que marcó la caída del comisionado fue la masacre de Apatzingán, el 6 de enero de 2015, donde murieron al menos seis personas durante un operativo federal.
Testimonios y videos mostraron un uso excesivo de la fuerza. Esto evidenció el fracaso del Plan.
En Apatzingán se abusó de la fuerza: CNDH
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) acreditó que en Apatzingán se abusó de la fuerza y que se cometió una ejecución extrajudicial.
En noviembre de 2015, Marko Cortés Mendoza, entonces coordinador del PAN en la Cámara de Diputados, declaró que Castillo Cervantes debía dar la cara por estos sucesos y demandó conocer si la Federación estaba al tanto y solapó los hechos.
El panista subrayó que Castillo era el responsable de la estrategia de seguridad y los elementos de la Policía Federal actuaron bajo sus órdenes.
Armar para desarmar
El Plan Michoacán se sustentó en tres puntos: seguridad, desarrollo social y reconstrucción institucional. Sin embargo, la mayor parte del presupuesto se concentró en seguridad.
Se convirtió en una estrategia militarizada que, lejos de devolver la fortaleza a las instituciones locales, delegó la seguridad en civiles armados con intereses propios.
Cuando se anunció la creación de la Fuerza Rural, Hipólito Mora advirtió que se debía controlar quién entraba, porque si no, se iba a descomponer.
Después, algunos ex autodefensas se integraron a grupos criminales como Los Viagras y a la Nueva Familia Michoacana.
El comisionado dejó el cargo en enero de 2015. Su salida se anunció sin ceremonia ni resultados.
Hoy, una década después del surgimiento de las autodefensas, la violencia en Michoacán continúa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) controla una gran parte del estado, organización que es la más violenta que opera en el país.
Muchos de aquellos líderes están muertos o presos. Hipólito Mora fue asesinado en junio de 2023; Mientras que Manuel Mireles murió en 2020 tras una larga enfermedad. En tanto, Papá Pitufo se retiró de la vida pública.
EHR