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  • Entre conchitas y bolillitos, León se endulza con una fiesta de pan en miniatura

  • La fiesta, en honor a San Nicolás Tolentino, reúne a panaderos y miles de visitantes que acuden a bendecir y degustar panes en miniatura.
Esta celebración data de al menos 100 años; presenta una gran cantidad de formas y variedades del alimento. (Foto: Rocío Hernández)

Cada año, el 10 de septiembre, León, Guanajuato, tiene un sabor diferente. ¡Es el día del panecito! donde cientos de personas y familias se dan cita en las inmediaciones del templo de San Nicolás de Tolentino, en el centro de esta ciudad, para disfrutar y saborear una gran variedad de panes en miniatura.

Ahí se puede comer o llevar a casa desde ‘conchitas’, ‘donitas’, ‘churritos’, ‘besitos’, ‘panquecitos’, ‘cuernitos’, ‘trompitos’, ‘rosquitas’, ‘trencitas’ y hasta ‘bolillitos’, porque todo es en miniatura.

En la celebración de esta fiesta patronal en el conocido Barrio Arriba, unos 300 comerciantes ofrecen panecito; la mayoría de ellos producen los panes que van a vender.

Esta celebración es una tradición que data de al menos 100 años, y cabe señalar que, en un inicio, eran solo 10 panaderos con sus puestos en las banquetas de la calle Aquiles Serdán y la calle Constancia hasta llegar al templo.

La variedad de panes se vendía a cinco centavos la pila. Hoy se encuentra una gran cantidad de formas y colores con la diversidad de panecitos, y no todos son precisamente de agua: algunos los dan a tres por 20 o 25 pesos, y otros más en cuatro por 20 pesos. Este día, los comerciantes venden en grandes cantidades.

A madrugar por el antojo

Desde las 7:00 y hasta las 23:00 horas van llegando familias con integrantes de todas las edades para participar en la misa en el templo que está ubicado en la calle Aquiles Serdán y que pertenece a la parroquia del Señor de la Salud. Caminan entre los puestos de panecitos que se instalan alrededor del mercado Allende.

Durante todo el día se puede ver la cara de felicidad de grandes, pero sobre todo de los pequeños, que escogen los panecitos más bonitos. Los ojos les brillan y, saltando de emoción, algunos toman un canasto para poner los panes que se van a llevar a bendecir.

La historia de esta tradición católica refiere que San Nicolás de Tolentino nació en Italia en 1245 y fue sacerdote de la Orden de San Agustín. Se distinguió por su vida austera, su predicación constante y su servicio a los más pobres y enfermos.

Los relatos cuentan que Nicolás, en su ministerio pastoral, acostumbraba bendecir pequeños panes que entregaba a enfermos y necesitados. A este gesto se le atribuyeron curaciones y favores especiales, lo que hizo que los panecitos se convirtieran en signo de fe, esperanza y alivio espiritual.

Se sabe que San Nicolás, en una ocasión, estuvo gravemente enfermo. Se le apareció la Virgen y le dijo que confiara en la voluntad de Dios y solo pidiera pan y agua como alimento. Así, cuando llegaban a buscarlo los enfermos, les encomendaba la oración, además de comer pan y tomar agua, ambos benditos.

Fue el 10 de septiembre de 1305 cuando San Nicolás de Tolentino falleció, fecha que la Iglesia Católica estableció como el día de su conmemoración. 

Fue canonizado en 1446 por el papa Eugenio IV y, desde entonces, es venerado en distintas partes del mundo. Se dice que, al momento de su canonización, tenía más de 300 milagros aprobados.

De acuerdo con la tradición, la Iglesia pide que durante el festejo, el 10 de septiembre, se bendiga el pan y el agua en los templos donde se venere.

El pan tradicional conocido como de agua, como su nombre lo indica, debe ser de agua, sin endulzantes, para conservarlo durante todo el año y ser consumido por los enfermos al mojarlo en agua. Aunque hoy los panaderos ya lo hacen de dulce y de consumo tradicional.

Pan
Los visitantes llegan desde las primeras horas del día. (Foto: Rocío Hernández)

El panecito: más de 100 años de tradición

De acuerdo con información del Archivo Histórico Municipal de León, en la edición de un libro llamado La panadería de León, de Rodolfo Herrera, nadie sabe a ciencia cierta cuándo comenzó a venderse el panecito para la fiesta; sin embargo, se habla del año de 1865.

El día de la celebración, en el templo de San Nicolás de Tolentino, hay bendiciones cada hora desde las 9:00, advirtiendo que estos panecillos se deben tratar como cosa santa, pues son remedio saludable para el alma y, a veces, también para el cuerpo: serenan los espíritus, consuelan a los corazones, ahuyentan a los espíritus infernales, apagan incendios y calman tempestades.

Este día, los leoneses asisten y comparten entre sus familiares, amigos e incluso conocidos, al menos un panecito bendito de San Nicolás, pues la tradición católica mantiene una gran devoción a este santo.

Es la fiesta que atrae a más de 20 mil devotos y la única que se conoce a nivel nacional. Se ha vuelto la fiesta popular más grande de León, en donde se compran y bendicen toda una variedad de pan en miniatura.

Milagros hacen fieles asistan cada vez más

Entre los más de 20 mil asistentes que se reciben durante todo el día, se hace presente un derroche de piedad y devoción. Es una tradición que se va metiendo en la entraña de los católicos leoneses, quienes lo visitan ante algún milagro de sanación, como es el caso de Cecilia Rayas Pérez, quien sanó del covid.

Cecilia platicó a MILENIO que desde la pandemia no deja de asistir con su familia para agradecer la salud que le regresó el santo en tiempos de pandemia, cuando vivió gravemente enferma de covid-19 e influenza.

"Me enfermé gravemente del covid, después de eso me dio influenza, justamente cuando estaba en tratamiento de lo del covid. Se me complicó por la influenza y realmente sí me las miré muy mal. Es algo triste recordar, prefiero no hablar mucho del tema, pero vengo a dar gracias", mencionó.

Su madre, Micaela Pérez Velázquez, aseguró que acompañar a sus hijas le permite a ella agradecer un año más con salud para visitarlo.

"Más que todo porque me da gusto que Dios me da licencia de venir otra vez, porque no todos los años podremos; la vida no la tenemos segura y más que todo venir a darle gracias por otro año más de dejarnos venir a visitarlo y comprar nuestro panecito", dijo.

Además, Micaela habló sobre la importancia de fomentar estas costumbres católicas en los más pequeños de la familia. 

"Es un ejemplo más para que los pequeños lo vayan siguiendo, y que el día de mañana que uno ya no esté, que ellos lo sigan", sostuvo.

Por su parte, Ana Cristina Reyes Pérez, hermana de Cecilia, dijo que era la primera vez que asistía; sin embargo, mencionó con gusto que uno de sus hijos entendió lo gratificante de desprenderse de algo que Dios le da; en este caso es compartir con los demás el pan más bonito y dejarlo en la iglesia para que otra persona lo tome.

"Es la primera vez que yo vengo, traje a mis hijos para que conozcan la tradición y me da gusto que mi hijo quiere dejar el pan más bonito para otras personas
"Es importante que nuestros hijos sepan que, si Dios nos da algo, se desprendan de una parte para que les vaya mucho mejor, y me da gusto que mi hijo decidió dar el más bonito", mencionó Ana.
Pan
La gente lleva a sus hijos para que conozcan la tradición. (Foto: Rocío Hernández)

El sector comercio se reactiva a 80%

En los puestos que se instalan desde temprana hora, además de la venta de panecitos, se pueden ver juegos mecánicos, música, danza, antojitos gastronómicos y juegos pirotécnicos de luz, con lo que se logra reactivar hasta en un 80 por ciento el comercio en esa zona.

"Tenemos más de 40 años aquí, este ha sido siempre nuestro lugar y, primeramente Dios, aquí seguiremos. Somos pura familia, yo soy cuñada de la que hace el pan y es toda la familia, van como cuatro generaciones porque sí nos gusta venir", mencionó Celia Delgado Barrón, comerciante de pan.

En las primeras horas del día y hasta las 16:00 se puede caminar tranquilamente, admirando las creaciones y el arte hecho pan. Pero después el contingente es inmenso y la demanda llega a vaciar de ocho a 10 charolas en menos de 30 minutos. Dichas charolas tienen al menos 100 panecitos cada una.

Milagros Anda Navarro, comerciante, dijo que su familia tiene un puesto desde hace más de 40 años y asegura que el pan que producen es realmente tradicional.

"Mi familia tiene un puesto aquí desde hace muchos años, son de la panadería ‘La Rosita’, que es pan tradicional hecho con leña y a mano. No utilizan máquinas ni nada y ahorita vine a consumirles porque se ponen año con año desde temprano", comentó.

Enrique Anda González, padre de Milagros, recordó que desde pequeño comenzó a trabajar el pan para distribuirlo en la ciudad y, por supuesto, en esta tradicional celebración que, dice, desde que tiene memoria, se ha llevado a cabo en el Barrio.

"Yo soy de aquí del Barrio, toda la vida aquí y mi cuñado es el que hace el pan. Yo estuve trabajando con él haciendo el pan, solo que ya me jubilé, me salí y ahora vengo a visitarlos. 
"Desde que era niño, hace unos 70 años, venía. Desde que tengo uso de razón se venera de esta forma a San Nicolás de Tolentino, que es muy milagroso. No solo venimos por el pan y ya, hay que estar con él, visitarlo, decirle las necesidades que tenga uno y, sobre todo, por mantenernos con salud y a toda la familia", mencionó don Enrique Anda.

El Barrio Arriba se caracteriza, según la historia, por mantener las costumbres familiares, donde generación tras generación hornean el tradicional pan de agua, para que los devotos lo lleven a bendecir y se conserve durante todo el año para alimentar a los enfermos en caso de necesitarlo.

Visitan desde Estados Unidos el tradicional día del panecito

En medio de esta celebración algunas personas obsequian de manera amistosa y religiosa estos "panecitos" benditos, y esta acción atrae no solo a los leoneses, sino también a visitantes que llegan a la ciudad.

Pan
Esta celebración es importante en la religión católica. (Foto: Rocío Hernández)

María Gallardo Falcón radica en Estados Unidos desde hace varios años y ahora se encuentra de vacaciones. Su concuña la invitó a la celebración; le dijo que se hacía muy bonita y era una tradición en la localidad.

"Mi concuña me invitó al panecito, me dijo que se hacía muy bonito el pan bendito, que era una tradición de cada año y pues dije 'voy a ver'. Me parece una tradición muy bonita porque veo puro panecito, las canastas; se me hace algo bonito", dijo.

Lamentó que en Estados Unidos aún nadie replique este tipo de celebraciones importantes en la religión católica.

"Allá no hay casi eventos mexicanos. Para mí representa algo que no se ve allá. Ojalá alguien lo llevara y pudieran vivir esta experiencia que son nuestras raíces", comentó.

Vienen sorpresas para la celebración del próximo año

José de Jesús Durán Rodríguez, coordinador del Centro Comercial del Mercado Allende en el Barrio Arriba, dijo que, para el próximo año, cuando León cumpla 450 años, habrá sorpresas en la celebración, la cual es parte importante de la historia y tradición.

"No es una feria, es una tradicional fiesta del pan de agua que se ha convertido en una verbena popular, en donde cientos de historias se viven y se hacen presentes. Por lo que el próximo año, cuando León cumpla 450 años, se hará mucho mejor.
"Esto no va a parar aquí. Esta festividad va a crecer más para el otro año, reconociendo los 450 años de la fundación de León. Entonces la alcaldesa Alejandra Gutiérrez informará que vienen cosas mejores para nuestro Barrio Arriba y para el gremio", sostuvo Durán Rodríguez.

Es así que el municipio de León, con una población de 1.9 millones de habitantes, vive cada 10 de septiembre esta experiencia con aromas, sabores y voces, las cuales han marcado generaciones y aseguran una vivencia auténtica para quienes lo visiten.

Además de sentir la emoción que cada uno de los presentes libera al llegar a ser parte de esta gran historia en uno de los barrios más tradicionales de León: el Barrio Arriba.

ksh

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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