En las últimas tres décadas y media, la iglesia católica ha sido blanco del crimen mediante asesinatos, desapariciones, extorsiones, amenazas y otras agresiones, con el sexenio de Enrique Peña Nieto como el más peligroso y con un repunte en el estado de Guerrero, que con el caso el sacerdote Bertoldo Pantaleón Estrada ya suma 10 asesinatos de religiosos.
Con el asesinato cometido esta semana, en el que el cuerpo fue hallado abandonado dentro de una camioneta en la carretera Chilpancingo-Iguala, suman 78 homicidios de 1990 a la fecha, entre cardenales, sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos y otros ministros de culto.
De acuerdo con el Centro Católico Multimedial (CCM), a cargo del padre Omar Sotelo Aguilar, del total de incidencias, el grueso se registró en el periodo de Enrique Peña Nieto con 33 casos cometidos principalmente en los estados de Colima, Baja California, Veracruz, Guerrero, Estado de México, Chihuahua, Guanajuato, Puebla y Nayarit.
Con 25 sucesos cada uno culminaron las administraciones de Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador, ocurridos en Aguascalientes, Baja California, Ciudad de México, Chiapas, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, México, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz.
En el periodo de Carlos Salinas de Gortari, un cardenal y tres sacerdotes fallecieron a manos del crimen. Igual número de presbíteros fueron asesinados en el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León.
La cifra fue en aumento a partir del gobierno de Vicente Fox Quesada cuando cuatro sacerdotes y un diácono murieron víctimas de la violencia en el país.
En lo que va de 2025, el del presbítero Pantaleón Estrada se registra como único caso, sin embargo, Sotelo Aguilar comentó para MILENIO que aún están recabando información sobre los hechos violentos cometidos contra la iglesia católica este año.
“Todavía no la tenemos completa (la información) sobre casos de sacerdotes que han sido amenazados, atacados, incluso heridos (...) apenas hacemos el recuento, y es un poquito difícil porque muchos sacerdotes no denuncian los casos de hostigamiento o de extorsión”.
No obstante, añadió, aunque los homicidios disminuyen, no ocurre lo mismo con las extorsiones, pues mientras que en el reporte 2024 registraron 850 extorsiones y amenazas de muerte a sacerdotes, para este año la cifra perfila un aumento.
“En los últimos meses hemos visto que esta cifra ha aumentado de una manera significativa, principalmente porque son extorsiones por teléfono o por redes sociales que son dificilísimas de rastrear. Lo mismo ocurre con el ataque a templos, de 26 ataques registrados por semana, la cifra va a aumentar de una manera considerable”.

Guerrero tiene la mayor cifra de homicidios contra sacerdotes
De acuerdo con padre Sotelo Aguilar fue el 13 de junio del 2009, en la comunidad de Arcelia, Guerrero, cuando se registraron las primeras víctimas del crimen en esa entidad, cuando al regresar de una reunión pastoral, sicarios acribillaron al padre Habacuc Henández Benítes y a los jóvenes seminaristas Eduardo Oregón y Silvestre González.
El siguiente suceso fue en 2013 cuando en un aparente accidente automovilístico, aún sin aclarar, falleció el padre Joel Román Salazar de la diócesis de Ciudad Altamirano.
En 2014, el padre misionero John Ssenyondo, nativo de Uganda que trabajaba en la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, fue levantado y secuestrado en el poblado de Nejapa, Guerrero. Su cuerpo fue hallado en una fosa común en Cocula.
También ese año fue levantado y secuestrado el padre José Ascencio Acuña Osorio cuyo cuerpo fue encontrado en el municipio de San Miguel Totolapan, región de Tierra Caliente. Mientras que el padre Gregorio López Gorostieta fue encontrado el 25 de diciembre con un impacto de bala en la cabeza y asfixiado.
La madrugada del 4 de febrero de 2018, sobre la carretera Iguala-Taxco, fueron localizados los sacerdotes Germaín Muñiz García e Iván Añorve Jimenez, quienes fueron acribillados.
El más reciente ocurrido en esa entidad gobernada por Evelyn Salgado Pineda es del presbítero Pantaleón Estrada, el pasado lunes 6 de octubre.
“La zona de Guerrero, por ejemplo, es una zona que está llena de cárteles del crimen organizado y muchos sacerdotes trabajan en tierra de narcotraficantes”, recordó el presbítero.
Llena Iglesia vacío de las autoridades
El director de la CCM aclaró que la violencia que ocurre contra religiosas, religiosos, laicos y ministros de culto no es propiamente una persecución contra la iglesia, pero sí afecta a toda la institución.
“Porque el sacerdote en sus comunidades, en sus parroquias, ofrecen un servicio no solo espiritual, sino que detrás del servicio que ofrece una parroquia existen apoyos educativos, de salud, de protección de derechos humanos, protección a migrantes, a mujeres, educación de niños, o sea, muchas veces la iglesia hace lo que el Estado ha dejado de hacer”, puntualizó.
Los gobiernos municipales y estatales, añadió, muchas veces no llegan a todos los lugares pero las parroquias sí, al igual que lo hace el crimen organizado, por ello ven en el párroco a un ente que compite con sus actividades delictivas, impidiéndoles que impere “su ley” a plenitud.
Por ese motivo ven necesario eliminar a ese estabilizador social que significan los sacerdotes, cuando eso ocurre, en la comunidad se arraiga la cultura del silencio y del temor.
“En comunidades calladas, se enquista la narcocultura, la narcoeconomía, la narcopolítica y pues hoy vemos poblados totalmente poseídos por el crimen organizado ya no pueden ejercer su propia libertad”, lamentó el clérigo.
LG