En un estado donde la Iglesia ha sido mediadora de conflictos entre organizaciones delictivas, el asesinato de un sacerdote enciende las alertas. Luego de pasar dos días desaparecido, el pasado 6 de octubre el clérigo Bertoldo Pantaleón Estrada fue localizado sin vida a la altura del kilómetro 199 de la carretera federal México-Acapulco en el municipio Eduardo Neri.
La noticia fue confirmada por la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa a través de una esquela que no tardó en generar indignación y preocupación entre la ciudadanía guerrerense, toda vez que, al tratarse de un homicidio, pudiera estar relacionado a los dos grupos delictivos que durante años se han disputado el control de diversos municipios clave de Guerrero: Los Ardillos y Los Tlacos.

Si bien la Fiscalía General del Estado (FGE) de Guerrero será la encargada de esclarecer el crimen y de confirmar o desechar hipótesis sobre el involucramiento de grupos delictivos en el caso, el homicidio del sacerdote se suma a una serie de episodios que han desatado nuevamente violencia en la entidad tras más de un año en la que prevaleció la pax narca.
Sacerdotes: los mediadores del ‘narco’ en Guerrero

A inicios de 2024, una ola de violencia azotó a Chilpancingo de los Bravo como resultado de la disputa que sostenían Los Ardillos y Los Tlacos por el control de diversas economías criminales pero sobre todo de la extorsión.
Choferes fueron asesinados y sus urvans incendiadas a plena luz del día, además de que se reportó la privación de la libertad o de la vida de comerciantes de diversos giros. La situación orilló a la ciudadanía a mantener un toque de queda, las escuelas cerradas y el servicio de transporte público suspendido.
En medio del caos, y con la desconfianza que había generado el video de la ex alcaldesa Norma Otilia Hernández sentada en la misma mesa que Celso Ortega -líder de Los Ardillos- las y los guerrerenses se refugiaron en su fe.

De este modo, personajes como el obispo emérito de la Diócesis de Chilpancingo - Chilapa, Salvador Rangel u otros sacerdotes como Jesús González Hernández o Filiberto Velázquez, han desempeñado el papel de intermediarios para lograr una tregua entre ambos grupos criminales y, de este modo, regresar la paz a la ciudadanía guerrerense.
"Los obispos de Guerrero empezamos a buscar diálogos con jefes que pueden darnos la paz, pero todavía se mueven intereses en el corazón y la cabeza de cada uno", detalló el clérigo Jesús González Hernández sobre los esfuerzos de los sacerdotes de abogar por la paz en la región.
Entre ayunos y oraciones convocadas para buscar la pacificación de Guerrero, la mediación de la Diócesis de Chilpancingo - Chilapa en los conflictos entre grupos criminales no era nueva. La cercanía y confianza que los mismos líderes de Los Tlacos y Los Ardillos les tienen abrieron un canal de comunicación en el cual los mismos clérigos estaban al tanto de sus dinámicas tal y como dejó entrever el obispo emérito, Salvador Rangel, en una entrevista que concedió al medio Quadratín en 2023:
"Para mí la solución de Chilpancingo es que se desligue el gobierno de los Señores de Tlacotepec [...] el día que la presidenta se desligue de ellos, ese día viene la paz, tienen paz", declaró.
Tras las múltiples jornadas de violencia que asediaban la capital guerrerense, en febrero de 2024 Filiberto Velázquez, quien también es director del Centro de Derechos Humanos Minerva Bello, confirmó que Los Ardillos y Los Tlacos habían logrado acordar una tregua.
En entrevista con Alejandro Domínguez para MILENIO Televisión, el sacerdote detalló que el acuerdo consistía en que cada grupo respetaría los negocios que cada bando tiene en la capital del estado.
"Hubo una comunicación por iniciativa de Los Tlacos, a mí me pidieron poder acercar esta comunicación con el líder de Los Ardillos, Celso Ortega, y hubo un puente, una comunicación, que logró que pudieran ponerse de acuerdo", explicó el padre Filiberto Velázquez.
Tras la intervención de los sacerdotes en el conflicto y con el mutuo respeto a los acuerdos, la paz se mantuvo en Chilpancingo de los Bravo durante al menos un año hasta que el pasado viernes 26 de septiembre la capital del estado volvió a arder.
El regreso de la violencia a Chilpancingo

La tarde del viernes 26 de septiembre, el eco de detonaciones de arma de fuego al interior del mercado Baltazar R. Leyva presagió el inicio de una nueva jornada de violencia en la capital de Guerrero. La víctima de dicho ataque resultó ser un vendedor de pollos, no obstante, no fue el único pues horas después en el estacionamiento del centro de abasto también fue ultimado un distribuidor del mismo giro.
A dichos asesinatos les siguió el fuego. Según reportes de medios de comunicación locales, el domingo 28 de septiembre fueron incendiadas tres unidades de transporte público, lo que provocó la suspensión temporal del servicio a nivel local y foráneo.

Para el lunes 29, las agresiones a las urvans continuaron y una más de la ruta hacia Chilapa también fue incendiada.
El ataque a negocios y a unidades de transporte público fue similar a la jornada de violencia de inicios de 2024 cuando Los Tlacos y Los Ardillos se disputaban el control de la extorsión en la capital del estado. Tomando en cuenta que una de las bases de su tregua era el respeto mutuo a sus negocios, los hechos se percibieron como una pista de la posible ruptura de su acuerdo.
Las amenazas en redes sociales

Al tiempo que diversos hechos delictivos vuelven a sacudir a la capital guerrerense y sus alrededores, en redes sociales han comenzado a circular videos en los que se aprecia a presuntos miembros de las organizaciones delictivas.
En una de dichas grabaciones, supuestos integrantes de Los Tlacos vociferan en contra de Los Ardillos mientras se les observa adentrarse en una zona conocida como Rincón de Alcaparrosa en Chilpancingo de los Bravo, según la propia descripción del video.

Al grito de “¡Puros Tlacos!”, al grupo de civiles se les observa caminar enfilados, portando ropa camuflada y armas largas que disparan al aire. Aunque resulta complicado verificar la fecha en la que fue grabado el video, su amplia difusión en plataformas digitales desató incertidumbre entre internautas.
Tanto el asesinato del sacerdote Bertoldo Pantaleón como el regreso de la violencia a Chilpancingo de los Bravo alertan sobre un nuevo episodio en el amplio y violento historial de disputas que sostienen Los Tlacos y Los Ardillos en la entidad, un conflicto en el que la paz ya no ha quedado en manos de las autoridades sino de Dios.
ATJ