Espectáculos

Robert Redford, icónico actor, director y activista

Hizo que temas serios como el dolor y la corrupción política resonaran entre las masas, en gran parte debido a su propio poder estelar.

Robert Redford, cuyas exitosas películas a menudo ayudaron a Estados Unidos a entenderse a sí mismo y quien, fuera de la pantalla, predicó a favor de causas medioambientales, falleció a los 89 años en su casa de Utah.

Su muerte, en las montañas a las afueras de Provo, fue anunciada en un comunicado por Cindi Berger, la directora ejecutiva de la empresa de publicidad Rogers & Cowan PMK. Berger dijo que había fallecido mientras dormía, pero no proporcionó una causa específica. Estaba en “el lugar que amaba, rodeado de los que amaba”, decía el comunicado.

Oro en taquilla 

Con su aversión por el enfoque simplista de Hollywood hacia el cine, Redford solía exigir que sus películas tuvieran peso cultural, en muchos casos haciendo que temas serios como el dolor y la corrupción política resonaran en el público, en gran parte gracias a su inmenso carisma como estrella. A diferencia de la mayoría de las estrellas de su calibre, Redford asumió riesgos al explorar proyectos oscuros y desafiantes.

Entre sus películas más importantes como actor se encuentran Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969), una mirada cariñosa a los bandidos de un Oeste moribundo, y Todos los hombres del presidente (1976), sobre el seguimiento periodístico del presidente Richard Nixon en la era Watergate. En Los tres días del cóndor (1975) interpretó a un introvertido descifrador de códigos de la CIA atrapado en un juego mortal del gato y el ratón. El golpe (1973), sobre unos estafadores de la época de la Depresión, le valió a Redford su primera y única nominación al Oscar como actor.

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Durante el rodaje de 'Los tres días del cóndor' en Manhattan el 20 de febrero de 1975. | The New York Times

Durante décadas, Redford fue uno de los protagonistas preferidos de Hollywood, ya fuera en comedias, dramas o películas de suspenso; los estudios solían promocionarlo como un símbolo sexual. Su trabajo como protagonista romántico le debía mucho a las actrices imponentes que compartían escenas con él: Jane Fonda en Descalzos en el parque (1967), Barbra Streisand en Nuestros años felices (1973) y Meryl Streep en África mía (1985).

“Redford nunca ha estado tan radiante y glamuroso —escribió la crítica Pauline Kael en The New Yorker—, como cuando lo vimos a través de los ojos enamorados de Barbra Streisand”.

A sus 40 años incursionó en la dirección y ganó un Oscar por su primera película, Gente corriente (1980), un filme sobre la desintegración de una familia de clase media-alta tras la muerte de un hijo, que ganó otras tres estatuillas del Oscar, incluido el de Mejor película.

Su siguiente película como director, El secreto de Milagro (1988), una comedia dramática sobre un granjero de Nuevo México al que unos promotores inmobiliarios poco compasivos le niegan derechos sobre el agua, fue un fracaso. Pero, Redford se negó obstinadamente a buscar material menos esotérico. En su lugar, dirigió y produjo Nada es para siempre (1992), un escueto drama de época sobre unos pescadores con mosca de Montana que se plantean cuestiones existenciales, y Quiz Show-El dilema (1994), sobre un famoso escándalo televisivo de los años 1950, que fue nominada a cuatro premios Oscar, incluido el de mejor película y mejor director.

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En 2022, Redford recibió un Oscar honorífico por su trayectoria. | The New York Times

Sus verdaderas preocupaciones

Quizás el mayor impacto cultural de Redford fue como empresario cinematográfico independiente que improvisaba sobre la marcha. En 1981, fundó el Instituto Sundance, una organización sin fines de lucro dedicada a cultivar nuevas voces cinematográficas. En 1984 se hizo cargo de un festival de cine en apuros en Utah y, unos años más tarde, le cambió el nombre por el del instituto.

El Festival de Cine de Sundance, en la ciudad Park City, se convirtió en un escaparate mundial y un mercado libre para las películas estadunidenses realizadas fuera del sistema de Hollywood. Con el entusiasmo generado por el descubrimiento de talentos como Steven Soderbergh, quien presentó su película Sexo, mentiras y video en el festival de 1989, Sundance se convirtió en el sinónimo de vanguardia creativa.

Los directores Quentin Tarantino, James Wan, Darren Aronofsky, Nicole Holofcener, David O. Russell, Ryan Coogler, Robert Rodriguez, Chloé Zhao y Ava DuVernay fueron apoyados por Sundance al principio de sus carreras. Sundance también se convirtió en uno de los principales escaparates mundiales para los documentales, en particular para aquellos centrados en temas progresistas como los derechos reproductivos, las cuestiones LGBTQ+ y el cambio climático.

Redford se quejó amargamente del torbellino comercial que generó el festival al crecer de unos pocos cientos de asistentes a principios de la década de 1980 a más de 85 mil en 2025.

“Quiero que los vendedores agresivos —las marcas de vodka, la gente de las bolsas de regalo y las Paris Hilton— se vayan para siempre”, le dijo Redford a un periodista durante el festival de 2012, mientras caminaba con dificultad con sus botas de nieve hacia una proyección, con un joven asistente detrás de él que se esforzaba por seguirle el ritmo. “¡No tienen nada que ver con lo que está pasando aquí!”.

Redford, que prefería la vida en su aislado rancho de Utah, creó la imagen de una estrella renuente. Insistía, con su característica terquedad, en que su carrera en Hollywood era secundaria respecto a sus verdaderas preocupaciones, una de las cuales era el medioambiente. En muchos sentidos, creó el arquetipo del actor ecologista que adoptarían estrellas como Leonardo DiCaprio y Mark Ruffalo.

Redford
Redford fue miembro del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales. | The New York Times

A Redford no le gustaba que lo llamaran activista, una etiqueta que le parecía demasiado severa. Pero era activista.

En 1970, llevó a cabo con éxito una campaña contra una autopista de seis carriles que se proponía construir en un cañón de Utah (donde en un año recibió ocho multas por exceso de velocidad, al tomar las curvas con un Porsche Carrera). En 1975, fue colgado en efigie por su resistencia, también exitosa, a una central eléctrica de carbón que se proponía construir en el sur de Utah; la zona se convirtió más tarde en un monumento nacional. Un cartel colgado en el muñeco decía: “Soy una estrella. Hice mi dinero”.

Durante tres décadas, Redford fue miembro del consejo de administración del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales. De vez en cuando, personas con prioridades similares a las suyas lo animaban a presentarse a las elecciones. Él descartaba esos comentarios, ya que se había desilusionado con la política a finales de la década de 1970, cuando fue electo comisionado del distrito de alcantarillado de Provo Canyon.

“Nací con una mirada crítica —declaró a The Hollywood Reporter en 2014—. Por mi forma de ver las cosas, veía lo que estaba mal. Veía lo que se podía mejorar. Desarrollé una visión bastante pesimista de la vida, al observar mi propio país”.

Con información de Michael Cieply.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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