"Mucha gente que no me conoce escucha mi música y piensa que soy un señor", comenta Julio Caesar esbozando una sonrisa; empezó la charla con MILENIO con cierta solemnidad, pero poco a poco fue mostrando una personalidad encendida, más cuando habla de eso que le apasiona y lo tiene de un escenario a otro: la música.
Originario de Los Ángeles — pero con raíces en Culiacán, Sinaloa —, el músico de regional visitó la Ciudad de México para promover su nuevo EP, Desconectado, disponible en plataformas digitales desde mediados de octubre. Un álbum íntimo que, a su modo, corona un año muy fructífero: se aventó una gira con Iván Cornejo en Estados Unidos y superó el millón de escuchas en Spotify, entre otros logros.
"Siento que he crecido más en este año que en pasados. He aprendido muchas cosas sobre mí mismo: saber manejar problemas, estrés, trabajo", reconoce el veinteañero.
La esencia de Desconectado
La inspiración que recoge cuando "voy a la playa o un río", esa conexión con la naturaleza y las emociones, quedó plasmada en Desconectado, un cúmulo de himnos rompe corazones al que se suman las colaboraciones de Óscar Ortiz, Armenta y Saúl Villarreal.
"Contigo ya no vuelvo más / Quisiera poder regresar para evitar haberte conocido / Estar contigo creo que fue un castigo", canta Julio en Vete de una vez, tema que resume la esencia del álbum: una letra desgarradora que empata con un bajo quinto conciso y una voz tersa.
"Me gusta que sientan algo fresco, un sonido que capte la atención y digan 'Es algo diferente'", comenta el cantante.
Esta evolución sonora — comparada con sus materiales previos, Enero (2025) y Entre cuerdas y botellas (Volúmen I y II, 2004) —, surgió a partir de escuchar un disco de Peso Pluma que "sonaba diferente a todo lo que estaba saliendo, subió el nivel de producción y todos dijimos 'Tenemos que mejorar'".
Dice que, para Desconectado, también se permitió explorar más su voz: "Últimamente he intentado jugar con los volúmenes".
Revela que Sergio Vega es su referente vocal — "Intento tener esa potencia" —, aunque varias personas le han dicho que suena como Tito Torbellino. "Mucha gente que no me conoce escucha mi música y piensa que soy un señor", dice sonriendo.
"Estoy en un momento donde ya entendí lo que quiero hacer, la dirección en la que quiero ir. Ahora es ejecutar ese plan".
— ¿Qué vas a hacer para seguir creciendo musicalmente?
— Una cosa sería la imagen. Quisiera marcar bien cómo se va a ver el proyecto, qué colores lleva. Vengo de hacer covers, pero me limitaba porque son canciones que ya están hechas, entonces quiero establecer lo propio.
— ¿Y cuál es tu gran meta?
— Seguir componiendo, lo estoy haciendo muchísimo. Y tener una canción a la que le vaya muy bien.
De Ojitos rojos a cumplir sueños en familia
A principios del 2024, Julio subió a redes un cover de Ojitos rojos, original de Grupo Frontera. Esa noche se fue a dormir tranquilo, pero a la mañana siguiente ocurrió la sorpresa que revolucionó su idea de hacer música: "Tenía un montón de likes".
"Ahí dije 'Tengo que grabar esto'. Ese mismo día lo hice. A partir de ahí empezaron a llegar llamadas de disqueras; no sabía cómo reaccionar, pero entre todo eso dije 'Hay que enfocarnos en lo que está pasando porque vamos por buen camino'", detalla sobre ese punto de inflexión en su carrera.
Cuando salió esa primera canción, Ojitos rojos, había mucha gente que no conocía mi canción pero no mi cara. Pienso que eso es fama. Es que te conozcan a ti o a tu proyecto.
Por la forma en que él despegó, respaldado por las plataformas digitales, cree que actualmente un músico no solo tiene que hacer canciones, sino "saber mostrarlas a la gente por medio de las redes; hay que saber hacer contenido, usar la cámara, bailar y actuar un poco".
"Un artista ya es un millón de cosas: fotógrafo, ingeniero de audio, actor, modelo para las fotos, alguien a quien la gente escucha. Pero también es un trabajo, uno muy bonito porque tienes control sobre un proyecto. Y tienes que enfocarte en que todas las partes de ti sean lo más perfectas posibles para conectar con la gente", agrega.
Aunque, acentúa, no hay que perder la cabeza por el total de reproducciones o seguidores: "Me ha ayudado ver los números de manera diferente: 3 mil para algunos no es nada, pero si te imaginas esa cantidad en un cuarto, es muchísima gente".
Antes de cerrar la charla con MILENIO, Julio Caesar externa lo feliz que se siente con todo lo que le está sucediendo: "El hecho de levantarme y que mi responsabilidad sea hacer música.... Es de lo mejor que me pudo haber pasado en la vida".
Aunque aún hay algo mejor: la forma en que los sonidos le han permitido acercarse a su familia y cumplir sueños en conjunto. "Mi papá y mi hermano tocamos en un grupo, y con eso hemos pagado la comida que llega a la mesa. La música siempre ha sido nuestra vida y trabajo, la compartimos".
"Ellos están contentísimos, muy orgullosos. De hecho, me llevé a mi papá de gira porque me hace la segunda voz; le abrimos a Iván Cornejo y le tocó conocer Nueva York por primera a vez, Texas, Florida... La música nos ha dado muchísimos regalos".
El cantante angelino, aunque de corazón y tesón mexicano, termina con una reflexión que le vuelve a poner una sonrisa en el rostro: "Las cosas que salen de la música son igual de bonitas o más que la música".
hc