Lucrecia Martel presentó Nuestra tierra en el Festival Internacional de Cine de Morelia. Su primer largometraje documental ofrece una mirada al despojo y la resistencia de los pueblos originarios. Con la sensibilidad que caracteriza sus filmes, la cineasta argentina busca “mostrar lo que se quiere ocultar”, devolviendo voz a quienes han sido silenciados.

La directora de La ciénega y Zama llegó a México con este proyecto que le tomó más de 16 años y que reconstruye el caso del líder comunitario Javier Chocobar, asesinado a tiros en 2009 en Tucumán, durante un conflicto territorial. La película se proyectó con una ovación en el Teatro Mariano Matamoros, donde reflexionó sobre esta deuda histórica.
“Cuando uno habla de estos crímenes parece que se trata de otras personas, pero son ciudadanos argentinos, mexicanos, latinoamericanos. Es inconcebible que, aun portando el documento de identidad de nuestros países los derechos más simples no sean respetados”, dijo la cineasta después de presentar el documental ante su público mexicano.

Martel explicó que la idea de Nuestra tierra surgió tras ver un video del juicio por el asesinato de Chocobar. El registro la llevó a investigar durante años un caso que definió como “una herida abierta en la historia argentina”. Durante el proceso, la realizadora y su equipo asistieron a las jornadas de un juicio oral y público que calificó como “doloroso”.
“El problema de la expulsión de tierras no está tan lejos del de los jóvenes que no tendrán casa por décadas. Es el mismo sistema que usurpa el espacio y el tiempo de los ciudadanos”, agregó Martel, quien, por cierto, fue reconocida con la medalla Filmoteca de la UNAM y al igual que los invitados especiales develó una butaca con su nombre en el cine sede.
“Tengo más fe ahora que cuando empecé a hacer cine. El futuro de nuestro continente está ligado al cine comunitario y a las historias que nos ayuden a entender quiénes somos. Nadie va a dar vuelta a la historia de un manotazo, pero podemos empezar a hacerlo desde las imágenes”, explicó Lucrecia Martel sobre el poder que tiene el cine documental.