El actor chileno Rodrigo Salinas, una de las mentes creativas detrás de la serie 31 minutos, regresa a México para presentar un espectáculo unipersonal en el 139 Comedy Club de la colonia Condesa, para compartir con el público mexicano su manera de hacer humor y la memoria emocional que lo ha convertido en una figura de culto entre varias generaciones de espectadores latinoamericanos.
Salinas, quien durante más de dos décadas ha transitado entre la comedia, la gráfica, el cine y la animación televisiva, ha construido una reputación a base de riesgo, ironía y una sensibilidad que desarma desde la risa, pero siempre conduce a zonas más profundas.
El chileno, conocido internacionalmente por dar voz a personajes entrañables como Juanín Juan Harry, Carlitos Lechuga o Mario Hugo, fue pieza clave en la creación de 31 minutos, el noticiario de marionetas que comenzó como una sátira televisiva y terminó convertido en uno de los fenómenos culturales más influyentes de nuestra época.
“Si bien el programa nace en Chile, yo creo que en México lo hicieron gigante, y lo hicieron crecer tanto que ahora ya llegó a Estados Unidos. Los gringos descubrieron 31 minutos recién ahora, gracias a la sesión del Tiny Desk, y eso es increíble —asegura Salinas— Pienso que lo ha dado proyección al programa es que la gente le tomó cariño, genuinamente, y eso se debe a que los personajes son entrañables; más allá de sus pequeñeces, son como una familia, porque nunca dejan de ser amigos y ese es mensaje súper lindo del programa”.
Rodrigo Salinas desmiente separación de 31 minutos: ¿Por qué no apareció en el Tiny Desk?
De ahí que muchos fanáticos lamentaran su supuesta separación del grupo original, hecho que el mismo comediante aprovechó para desmentir: “Es que no me separé, hay una confusión con eso. Yo sigo haciendo las voces y cuando me llaman, actúo. Todo surgió a raíz de que no aparecí en lo del Tiny Desk, porque tenía esa fecha ya comprometida. Claro, me encantaría llegar a todo, pero no siempre lo logro, esa es la verdad”, aclara contundente.
Su labor como guionista, animador y actor de voz ayudó a consolidar un lenguaje propio que, desde 2003, dialoga con la infancia y la adultez al mismo tiempo, con personajes que se mueven entre la ternura, el absurdo y la crítica social más fina.
Esa capacidad de mirar a través de la inocencia, mientras señala lo más estridente del mundo real, es la misma que ha trasladado a su faceta como ilustrador en libros, revistas y proyectos independientes, donde firma con trazos expresivos, humor melancólico y una paleta que funciona como territorio emocional, particularidades que también lleva al escenario durante sus presentaciones.
“En estas sesiones de stand up también hablo sobre mi experiencia en México (este es el tercer año consecutivo que viene) y agradezco, sobre todo, lo amables que han sido con todos nosotros. Por supuesto hablo también de 31 minutos, muestro los títeres y la gente los puede ver que son el Juanín y el Mario Hugo originales que realizó la señora Miriam Riquelme hace más de 20 años; también canto mis canciones, algunas nuevas que tengo, pero generalmente todas son en tono comedia, son canciones de humor. De hecho comienzo diciendo: ‘Tulio, estamos al aire’, para que me reconozcan, pues es un trabajo que tiene que ver también con la nostalgia”, asegura.
MUSEO 31 fue como abrir una caja de recuerdos
En el cine chileno, Salinas ha participado en producciones como Fuerzas especiales (2014) y La mentirita blanca (2017) que, sin ser masivas, han encontrado eco por su aproximación híbrida entre el humor incómodo y la observación cotidiana. Su presencia en pantalla suele moverse entre lo entrañable y lo corrosivo, con personajes que —como él mismo comenta— “buscan un lugar en el mundo, mientras todo alrededor parece burlarse de ellos”. La más reciente participación de Salinas en la pantalla grande es en la película animada de Disney Zootopia 2, donde presta su voz a una amigable morsa llamada Russ, y en la cinta 31 minutos. Calurosa Navidad, donde interpreta a su inseparable Juanín Juan Harry.
Otro de los proyectos que ha marcado la trayectoria reciente de Rodrigo Salinas es MUSEO 31, una muestra de distintos objetos y marionetas utilizadas en la grabación de la serie, coproducida por la Fundación Internacional Teatro a Mil y Aplaplac, con la curaduría y museografía de José Délano. Su primera sede fue Santiago de Chile, donde fue disfrutada por más de 100 mil personas. Posteriormente, el proyecto fue adaptado para su itinerancia y llegada a México, primero en el Museo Franz Mayer y después en la Nave Generadores del Centro de las Artes, donde lo visitaron en total más de 400 mil personas.
“Fue como abrir una caja de recuerdos que no sabías que necesitabas. Fue muy lindo. El año pasado yo fui todos los días a tomarme fotos con los fans, a conversar con ellos. Conocí también a los que hacían el merchandising afuera, muy artístico. Se le dice pirata, aunque pirata sería como copiar. Pero estas eran auténticas obras de arte que nacen como un homenaje a 31 Minutos. Me gusta mucho lo que pasó acá en México y siento que, si 31 minutos creció en Chile, fue gracias a que ustedes los mexicanos lo hicieron crecer mucho más, y qué bueno que lo hayan visto porque es un súper buen programa educativo”, señala.
Su presencia pública, sin embargo, no se limita al terreno artístico. En los últimos años, Salinas también ha destacado por su activismo político en Chile, especialmente durante el proceso social que desembocó en la discusión constitucional. Desde su trinchera como creador, ha utilizado la ilustración y el humor como herramientas de denuncia y reflexión, defendiendo causas vinculadas a la justicia social, la memoria histórica y los derechos civiles.
“Sí, soy de izquierda. Pienso que es importante que nuestros representantes entiendan que lo primero es la libertad, la libertad de tránsito sobre todo. Como seres humanos tenemos el derecho a ir por el mundo sin ningún tipo de problema. Nadie puede ser discriminado ni expulsado. El presidenciable de derecha en mi país está diciendo que va a echar, por ejemplo, a todos los venezolanos que han llegado y a mí me caen súper bien. Yo me llevo bien con todos los extranjeros que han llegado a Chile, así que quiero que se queden, porque finalmente vienen a trabajar y a pasarlo bien. Por algo escaparon de sus países y el derecho a migrar, a moverse libremente, a la libre circulación por el mundo, yo creo que es el gran tema de esta generación”, comparte.
El show en Ciudad de México
La presentación de este 28 de noviembre se perfila como un encuentro íntimo entre Salinas y el público mexicano, un espacio para asomarse a su universo creativo y comprender las influencias que atraviesan su trabajo: la cultura pop, la gráfica callejera, la sátira política, los recuerdos infantiles y ese humor chileno que combina melancolía y desparpajo con una naturalidad que desarma. Será, además, una oportunidad para ver en vivo a un creador que ha marcado la cultura latinoamericana desde un territorio y que combina imaginación, ternura y una lucidez que pocas veces se permite en el entretenimiento.
“Yo creo que eso tiene que ver con el público y en cómo uno se va adaptando a distintas temáticas. No es lo mismo dibujar que hacer stand up o que cantar. A mí me gusta expresarme de distintas maneras. Tengo ganas, por ejemplo, ahora de hacer televisión de nuevo. A veces me dan ganas de hacer cine, a veces me dan ganas de cantar, de dibujar. Como ser humano, trato de desarrollar todo lo que pueda y sí, me adapto a las distintas audiencias. No es lo mismo hacer humor para niños que hacer humor para adultos. El stand up se hace en bares, se hace en lugares donde la gente está como con otra frecuencia. Pero eso me gusta, porque me permite ser un artista que transita en distintos formatos y en distintas audiencias”.
jk