Cultura

Guillermo Hurtado: “Luis Villoro nunca se encasilló en una escuela filosófica”

Se presentó 'La razón disruptiva', una selección de ensayos que permite acercarse a las líneas de pensamiento del autor.

Luis Villoro (1922-2014) uno de los grandes filósofos de lengua española, siempre riguroso, completo y profundo, es el más grande de la segunda mitad del siglo XX”, afirmó el filósofo Guillermo Hurtado, antologador de La razón disruptiva (Debate, 2023), una selección de ensayos que permite acercarse a las líneas de pensamiento del autor.

Durante la presentación del volumen, coordinada por Juan Villoro, miembro de El Colegio Nacional, Hurtado señaló que, para el pensador, la filosofía no era una disciplina académica más, sino una manera de vivir.

“Para él no era una labor de escuela y de pizarrón o de títulos y premios académicos. La filosofía para él era una forma de vida en la que se debía tener siempre una actitud crítica”, de ahí el título de la antología.

La presentación, realizada en el Aula Mayor de la institución, contó también con la participación de Ángeles Eraña, del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, y de Gabriel Vargas Lozano, del Departamento de Filosofía de la UAM-Iztapalapa.

Hurtado agregó que, para Luis Villoro, la razón debe ser disruptiva, “porque esa es la única manera en la que la razón nos podrá hacer libres y eso es algo que siempre creyó Luis Villoro, que para que podamos ser seres libres tenemos que ejercer nuestra racionalidad con el mayor rigor”.

La antología se divide en cuatro capítulos, con cinco textos cada uno: “Lo otro y los otros”, “Conocimiento, racionalidad y verdad”, “El poder y las ideas” y “Comunidad, democracia y justicia”. Hurtado destacó que cada uno de esos capítulos corresponde a lo que yo llamó las líneas del pensamiento filosófico de Luis Villoro.

“Hasta hace unos años no teníamos mucha claridad sobre cómo abordar la filosofía de Villoro. Primero porque es una filosofía que se extiende durante décadas, y aborda muchos temas, desde metafísica a filosofía de la religión, desde ética y epistemología, y no había un mapa que nos permitiera a recorrer, movernos en esa masa de pensamiento”.

Un aspecto más en el abordaje del pensamiento de Villoro, dijo, “que generaba dificultades y que fue muy característico de la trayectoria filosófica de Luis Villoro es que nunca se encasilló en una escuela filosófica, primero estuvo en el existencialismo, luego pasó a la fenomenología, luego a la analítica. Estuvo en el marxismo, luego al multiculturalismo... eso generaba problemas para los lectores tradicionales”.

Ahí está el genio del filósofo, quien ingresó en El Colegio Nacional el 14 de noviembre de 1978. “Villoro tiene una visión muy completa, una variedad de temas filosóficos que están entrelazados entre sí”. A pesar de ello, Hurtado identifica cuatro columnas vertebrales de su pensamiento desarrollado, al menos, en cinco décadas.

“Luis Villoro sigue examinando estos problemas desde distintas perspectivas. En algunos lectores generaba problema o confusión. No lo hacía desde un sitio, es decir, solo desde el marxismo o el existencialismo, o la analítica, iba moviéndose alrededor del tema desde distintas perspectivas. Podríamos imaginarnos una especie de tejido que va armando un tapete muy grande en el que Villoro nos ofrece una especie de mural hecho de esos recorridos que él fue haciendo a lo largo de medio siglo de pensamiento filosófico”, explicó.

Para Juan Villoro, la antología de textos escritos por su padre y seleccionada por Hurtado, revisa su pensamiento filosófico, pero “está pensada para un público amplio, no para especialistas en filosofía, porque él tuvo un doble registro: por un lado la del filósofo académico que hizo una teoría del conocimiento, que hizo textos bastantes especializados en materia filosófica, pero también interpela a la sociedad, se ocupó de temas políticos y sociales, de las acuciosas preocupaciones de nuestro tiempo”.

Juan Villoro se refirió además a la pertinencia de la antología, toda vez que no resulta fácil conseguir los libros de su padre. “Él en vida se ocupó muy poco de publicar sus libros, de reeditarlos, no estaba muy consciente de si un libro se había o no agotado, de pronto se enteraba que lo habían reeditado y él lo quería corregir, pero ya lo habían reeditado, no podía hacerlo”.

“Estaba siempre un poco al margen de su propio trabajo editorial: una editorial muy pequeña le ofrecía publicar un libro y se los daba, sin reparar que esa editorial quizás iba a quebrar al año siguiente, como pasa con las editoriales independientes, y los libros se quedaban en la bodega; le gustaba mucho la lectura, por supuesto, pero también el mundo editorial en el sentido de que estaba convencido, incluso, de que la tipografía mejora las obras”, recordó el colegiado.

PCL

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