Cultura

Sonetos para brindar con Salvador Novo

Literatura

Hace 70 años, a finales de 1955, el autor de ‘La estatua de sal’ inaugura una tradición que habrá de continuar hasta 1971, la de celebrar el Año Nuevo con un poema.

Hace ya 70 años, a finales de 1955, Salvador Novo renovaba con su ingenio poético, el ritual del brindis y las buenaventuras de Año Nuevo. Desde esa fecha y hasta celebrar la entrada de 1971, escribió un soneto con ese propósito.

Se transcribe ahora aquel texto del 55: en plena madurez —Novo tenía entonces 50 años—, el poeta inaugura esa tradición (la suya), para dar así cuenta de la amistad y de una luz (una claridad) que surge del cariño y la ternura.

1955

Un año más sus pasos apresura;
un año más nos une y nos separa;
un año más su término declara
y un año más sus límites augura.

Un año más diluye su amargura;
un año más sus dones nos depara;
un año más, que con justicia avara
meció una cuna, abrió una sepultura.

¡Oh, dulce amigo, cuya mano clara
en cifra de cariño y de ternura
la mía tantas veces estrechara!

Un año más el vínculo asegura
de su noble amistad, alta y preclara.
¡Dios se lo otorgue lleno de ventura!

Con el paso del tiempo —ya sabemos todos cómo se las gasta el tiempo— el entusiasmo tiende a velarse. Diez años después, en 1965, los versos de Novo saben que el tesoro de la juventud sigue ahí, pero esa generosidad (en el mejor de los casos) se dosifica:

1965

Tesoro concedido gota a gota:
el perfume a la flor, la luz a una
sorprendida mirada que la cuna
asombra, siglos incógnitos derrota.

Ferviente manantial, la vida brota
dilapidada en horas su fortuna:
fulge la noche lágrima de luna,
se mantiene la música en la nota.

Uno —de sus amargas azucenas—
al aire cae, pétalo contrito
que el Tiempo arrastra en húmedas arenas.

A la Esperanza yérgase marchito.
Y el corazón fertilizado en penas,
cobre el silencio calidez de grito.

Todo parece indicar que, a diez años de distancia, en ese tránsito de la madurez a un sugerido inicio de la decadencia, Salvador Novo se niega a darle paso, o se niega a caminar hacia la desventura. Sin embargo, el verso A la Esperanza yérgase marchito conlleva una aparente contradicción dolorosísima: seguir esperando (incluso levantándose… tratando de ver algo) cuando ya no hay nada que esperar. Resulta tremendo (hasta lo teatral) saberse marchito y seguir brindando en un gesto vacío por un año nuevo.

En una edición de autor, en 1968 se publican 14 sonetos de Navidad y Año Nuevo 1955-1968, pero con la reimpresión de su obra poética (FCE 1977) se reúnen todos estos textos del compendio original y otros tres; para el de 1970, el poeta ya había sido advertido:

Dos veces —ya temida, ya esperada—
asomó su guadaña y su esqueleto
la silenciosa Muerte malograda.

El 13 de enero de 1974 fallece Salvador Novo. A la distancia, rescatar en estas fechas aquellos sonetos que reaniman el protocolo de un brindis de Año Nuevo será siempre motivo para festejar y reencontrarnos con su poesía.

AQ / MCB

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Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto
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