Ciudad de México / 
					
					
				
					En 1963 en un acto de protesta por la falta
de libertad de culto, un monje budista de Vietnam
se roció líquido inflamable y se prendió fuego.
—La fotografía es perturbadora—.
Mis problemas no son de orden religioso, no se
relacionan con la falta de justicia en mi país.
Son mis trastornos, mis pensamientos obsesivos y sus disparos.
(La insistencia, la repetición me lleva a perder la cordura).
No estoy dispuesta a quemarme a lo bonzo, pero como creo
en el poder del fuego dispongo un ritual homa y una ofrenda
una criatura para el sacrificio: esas imágenes que no dejan
de crepitar en los campos de la memoria.
AQ / MCB