“La naturaleza de una película es que no se haga. Todo conspira en contra”, dijo Olallo Rubio en la sesión de preguntas y respuestas de su nueva película, Tormento, el pasado martes en el Cine Tonalá.
Cuando comenzó a trabajar en el guion de Tormento, Olallo Rubio llevaba ya acumulados tres proyectos más sin producirse, pero en este caso, lo primero que hizo fue escribir el papel principal pensando en Natalia Solián, actriz mexicana que ganó reconocimiento en el género del terror hace dos años por su actuación en Huesera, y afirma el director que “sin ella, no existiría esta película”.
La premisa de Tormento es sencilla: un guardia de seguridad pasa la noche en una morgue, donde experimenta sucesos sobrenaturales, adaptación de Morgue (Hugo Cardozo, 2019), película paraguaya de cine B a la cual hizo cambios con amplia libertad, y quizás el más importante de ellos fue pasar de un protagonista hombre a una mujer.
“Para mí hay un simbolismo en el ser mujer del personaje, su idiosincrasia social, cultural y económica, también lo familiar. Pero también me gusta que no es algo que Olallo o yo impusimos. Sólo Brenda Martínez lo sabe”, dice Natalia Solián refiriéndose a su personaje. Brenda es una joven mexicana, de clase trabajadora, estudiante de derecho de día y guardia de seguridad de noche, que regresando a su casa una madrugada, tras un instante de descuido, toma una mala decisión que le remuerde la conciencia.
A diferencia de los largometrajes anteriores de Olallo Rubio, Tormento se distingue por sus pocos diálogos. “La palabra puede tener muchísima fuerza”, dice el cineasta, “pero definitivamente el terror es un gran terror para crear cine puro, que es completamente narrativo a través de la imagen. Quería hacer una película fuera más sensorial, emocional”. Esto lo logra de manera vistosa en ciertas escenas, como en una impresionante persecusión por la cual la película ameritaría una advertencia para epilépticos, pero también en momentos muchos más sutiles, mediante cortes que transmiten la violencia con la que un cuerpo cansado contantemente se duerme y se despierta. El diseño de arte intensifica la hostilidad y el abandono al que se enfrenta la protagonista, dejando claro que la morgue es meramente una parte de un espacio mucho más siniestro: un edificio público (el SEMEFO). Pero la piedra angular es sin duda Natalia Solián, una actriz comprometida a habitar su personaje, un papel demandante emocionalmente desde el terror, pero también físicamente, pues ante el tormento, siempre decide pelear.
Olallo Rubio, locutor del antiguo Radioactivo 98.5 y creador del primer podcast de México, ha sido reconocido a lo largo de su trayectoria por defender, ante la censura gubernamental o los intereses empresariales, la libertad y la creatividad que lo caracterizan frente al micrófono. Pero el cine requiere, además, otra clase de habilidades. “Está esta idea del director como una figura dictatorial como la máxima autoridad del set, de la película, esta figura a quienes todos respetan. Y no, el director es a veces una especie de mediador, una persona que, efectivamente, tiene una idea de lo que hay que hacer, pero que no va a imponer su voluntad, sino que va a conciliar entre todas las fuerzas que están el juego”, comparte Rubio. “Unos días antes de que empezáramos a filmar la película, el productor que realmente iba a estar en el set murió. Días antes de empezar el rodaje. Fue ahí que la película se quedó, un poco, en manos de todos”.
Quizá sea por esto que los aspectos más cuestionables de Tormento sean aquellos que provienen de una de sus etapas más solitarias: el guion. La línea entre la ambigüedad y la falta de desarrollo es a veces una línea delgada, y por querer permitir una interpretación libre, hay elementos de la narración (como referencias religiosas o alusión a traumas de la infancia) que podrían criticarse por una cierta superficialidad. Pero es válido que una película no brinde al espectador todas las respuestas. La vida tampoco lo hace.
AQ / MCB