Cultura

Líneas en la arena

Historias del cafetín del barrio

Como se puede constatar en estas tres historias, vuelvo repetidamente a los “terceros lugares”, tal como fue el caso del Artopolis Bakery Cafe and Agora en Chicago, que cerró sus puertas.

Estos relatos también pueden encontrarse, tanto en inglés como en español, en el blog Third Place Cafe Stories (https://www.thirdplacecafestories.com), enfocado en “terceros lugares”, o espacios públicos informales que sirven de lugar de reunión y conexión para la comunidad.


Artopolis Bakery Cafe and Agora, 306 S. Halsted, Chicago

La luz amarilla entra de manera inocente a través de las ventanas de los balcones. Los chicos alrededor del bar le dan la espalda, ojos clavados en el partido de futbol transmitido por la tele. Un lamento a todo pulmón por un amor perdido desde la estación Radio Greek Pepper de Atenas no les llega a los oídos.

La última vez que estuve aquí, dos mujeres debatían en el patio una receta infalible de tortitas para impresionar a una suegra. Los cristales de las ventanas enmarcaban la primera nevada invernal que cubría Greek Town Nails and Pedicure, al otro lado de la calle Halsted.

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Hoy me pierdo en la cuestión de cómo las primerizas canas tiñen la imagen de una mujer (léase, la mía). “Tu pelo es bonito”, me dice justo entonces la joven mujer en el mostrador de pastelería. Me recomienda probar la mousse de chocolate marrón claro con medio mango en el centro. Las compras se registran a través de una pantalla negra gigantesca donde tienes que escribir tu nombre con el dedo. “Funciona si trazas una línea”, dice la joven.

Pinto una línea irreconocible, vuelvo a mi mesa y bebo chai caliente de un paquete estampado con letras griegas que desconozco.

A la semana siguiente, la misma camarera tiene el pelo teñido de color negro y lo lleva recogido en trenzas. “Me llamo Dixie”, dice, añadiendo que su nombre no tiene nada que ver con la línea Mason Dixon.

Un vaso de agua me espera en la barra. La línea que traza el agua al interior está justo un poco más de medio vaso.

Nuevo hogar, viejas pérdidas

Sobre la silla al lado del hombre está un robusto bastón de empuñadura negra. Una boina redonda encima de la barra imita un túmulo funerario en miniatura.

A través de unos gruesos lentes, el hombre fija la vista en un punto más allá de los asientos del patio interior, más allá de las ventanas que enmarcan la calle de Halsted. Es un Odiseo que sueña, tal vez, con su antiguo hogar.

De vez en cuando se dirige al camarero en griego. Vestido completamente de negro, salvo por su gorra de taxista, el camarero le presta la debida atención, los ojos clavados en los gestos codificados de sus manos.

La próxima vez que veo al hombre mayor, el tiempo ha cambiado. Está sentado en el mismo sitio, con el mismo bastón en la silla a su izquierda, la boina marcando de nuevo su lugar. Nada más que ahora una gruesa chaqueta marrón cubre el respaldo de su asiento.

El camarero se enfrenta a él, ahora es él quien habla, como si necesitara tiempo para decidir cómo responder en esta discusión. Un Telémaco que se despierta tarde y por fin le explica a su padre lo que ha estado haciendo todos estos años aquí, aquí mero, en Ítaca.

Incidentes imprevistos

En Chicago un día de verano se alarga más de lo que la imaginación desquiciada de cualquiera pueda suponer. Hoy el cielo sigue siendo celeste perlado casi a las 7 de la tarde. Un reflejo de las luces del bar envuelve mi muñeca.

Suena la canción con el estribillo “Thunder only happens” de Fleetwood Mac, ya sabes cual. “¿Recuerdas lo que tuviste y lo que perdiste?”

Yo también me acuerdo, pero ¿qué han hecho con todas las baladas de amor griegas que sonaban en este bar? ¿De verdad han suprimido Radio Greek Pepper de Atenas?

No, Fleetwood Mac suena desde Atenas. El mismo camarero del año pasado, el que se viste de negro, quien muestra sus hoyuelos cada vez que sonríe, sigue operando la máquina de capuchino. “Llevamos aquí 25 años, ojalá sigamos muchos más”, dice. “Dentro de un mes, remodelaremos”. Indica un veinteañero vestido de camisa azul abotonada.

Sotirios, “salvador” en griego, antiguo camarero y ahora director artístico del café, me pregunta si soy una persona espiritual. Para la remodelación, planea un ambiente no necesariamente espiritual, sino moderno, estatuas de estilo romano, noches de música helénica en directo, algo nuevo que complacería a la ahora aburguesada comunidad de Greektown.

Vuelvo dos años más tarde, también en verano. Un cartel avisa a los clientes que una filtración de agua ha provocado el cierre temporal del café. Me quedo mirando a través de la ventana de la puerta un largo tiempo.

Dorothy Dean Walton nació en Colquitt, Georgia. Graduada como B.A. en Letras Inglesas en la Universidad de Chicago, formó parte del consejo editorial de poesía de la revista ‘The Chicago Review’. Escribe ficción, guiones para cine y no-ficción creativa.

AQ

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Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto
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