Cultura

Antonieta Rivas Mercado: la mecenas que consagró su vida al arte, la cultura y la libertad

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Promotora incansable, respaldó proyectos clave del México moderno y enfrentó de forma trágica los límites impuestos a las mujeres de su tiempo.

María Antonieta Rivas Mercado se suicidó el 11 de febrero de 1931 en la catedral de Notre-Dame de París, tras apuntarse al corazón con una pistola perteneciente a José Vasconcelos.

Antonieta nació en la Ciudad de México en 1900 y era hija del afamado arquitecto y escultor Antonio Rivas Mercado. Tuvo una educación privilegiada, hablaba varios idiomas y creció entre artistas e intelectuales con quienes aprendió a entender y valorar el arte y la importancia de la educación en un México bárbaro. A los 18 años, casó con un inglés llamado Edward Blair, con quien tuvo un hijo. Su relación no duró mucho, pero ella pasaría el resto de su vida peleando por la custodia de su hijo en una larga batalla de divorcio.

Antonieta se volvió promotora cultural, mecenas y editora; era amiga de Diego Rivera, de Frida Kahlo, de Nahui Olin, de Pita Amor, de Tina Modotti, de pintores como Manuel Rodríguez Lozano y de los escritores que formaban parte del grupo de Los Contemporáneos. Con Manuel Rodríguez Lozano mantuvo una relación muy cercana y de la cual queda un epistolario; ella estaba enamorada de él, a pesar de que él no le correspondía, pues era homosexual.

A la muerte de su padre, Antonieta heredó una fortuna considerable, y gran parte de esta fue destinada a promover la cultura. Fundó el Teatro Ulises, un espacio pensado para dar cabida a la experimentación, y adaptó la novela de Mariano Azuela, Los de abajo, para su representación. También creó la Orquesta Sinfónica de México en 1928, apoyando la iniciativa de Carlos Chávez. La agrupación se convertiría en una de las instituciones culturales más importantes del país y significó un hito en la promoción de la música clásica.

Poco después conoció a José Vasconcelos, quien había sido, entre otras cosas, director de la Escuela Nacional Preparatoria, rector de la UNAM y secretario de Educación Pública. Debió haber sido, sin duda, un personaje encantador. Antonieta se enamoró de él, a pesar de que le llevaba 18 años y estaba casado. Por aquel entonces, a Vasconcelos se le ocurrió contender por la presidencia contra Pascual Ortiz Rubio mediante el apoyo del Partido Nacional Antirreeleccionista. Y fue Antonieta quien le financió la campaña, escribió una crónica sobre esta y estuvo a su lado en todo momento.

Se sabe que Vasconcelos ganó las elecciones, pero hubo fraude electoral y, temiendo por su vida, huyó a los Estados Unidos. Antonieta estaba enferma, deprimida y en bancarrota. Luego de secuestrar a su hijo, escapó a Nueva York y después a París, en donde se encontró con quien ella consideraba el hombre de su vida, pero no encontró apoyo, sino rechazo. Él no iba a divorciarse ni a hacerla parte de su vida y, por lo visto, se olvidó del financiamiento a su campaña. Antonieta, sin el dinero que le enviaba su familia y temiendo perder a su hijo de nuevo, toma la pistola de Vasconcelos y se suicida a la mañana siguiente. Él reniega del arma cuando la policía francesa se la devuelve.

AQ

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto
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