Cultura

Mauricio Montiel Figueiras: “Soy lector de novela policíaca desde niño”

FIL Guadalajara 2025

El poeta, ensayista y narrador presentó en la FIL el díptico ‘De entre la bruma’, una novela corta, y ´El detective´, que reúne trece narraciones policiacas entrelazadas.

Mauricio Montiel Figueiras retoma su fascinación de la infancia por el relato policiaco, en un libro con el díptico De entre la bruma, una novela corta, y El detective, que reúne trece narraciones entrelazadas.

El poeta, ensayista y narrador habla en entrevista sobre La bruma y el detective (Malpaso/Salto de página, 2025), en el contexto de la presentación del volumen durante la edición 39 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la ciudad que lo vio nacer en 1968.

Un autor sumergido en la novela policíaca 

¿Cómo ha sido su relación con el relato policíaco para llegar hoy a contar historias del género?

Soy lector de novela policíaca desde niño, ya a los nueve años mi madre me daba a leer novelas de Agatha Christie, de quien era fanática, y de otros autores policíacos. Desde muy temprana edad empecé a tener esta fascinación, este hechizo por el género, sobre todo por ver cómo los investigadores y las investigadoras iban resolviendo el rompecabezas, conjuntando las piezas del relato. Y desde entonces no he renunciado jamás al género policíaco, lo sigo leyendo, me gusta seguirlo.

¿Y cómo pasó de ser fan del género a escribir las historias de La bruma y el detective?

Con toda esta explosión, este boom del streaming con las sagas policíacas de investigadores que están en los libros, me pareció el momento adecuado para ya pagar esta deuda de honor con el género policíaco, y específicamente con la película Vértigo, de Alfred Hitchcock, que fue de la que hago una especie de spin-off o secuela muy libre, porque el personaje principal, el protagonista de La bruma y el detective, así lo planteo, es hijo del investigador que interpreta a James Stewart en la película.

Padura, maestro contemporáneo del género con su detective Mario Conde, admitió aquí en la FIL que incluso en sus novelas policiacas hay claves políticas. Y la política está en libros de autores como Stieg Larsson. ¿Cómo ve la evolución del género para que ahora se mezcle?

Recordemos que el género policíaco nació, pese a que haya gente que diga que tiene un antecedente, que sí lo hay, pero nació con Edgar Allan Poe en el siglo XIX, con tres relatos: El misterio de Marie Roget, Los asesinatos de la calle Morgue y La carta robada, que fundaron el género. Y desde ahí hay una cierta idea, quizá no tan clara, de ser el dispositivo policíaco también como un fresco social, o que la sociedad del tiempo aparezca reflejada: los vicios, las costumbres, etcétera. La evolución, efectivamente, del género ha sido para eso, para convertirse en una especie de vehículo, no diría yo de denuncia social, pero sí de expresión de ciertos delitos, de ciertas zonas de oscuridad que son provocadas por una sociedad en un tiempo determinado.

¿Por ejemplo?

Estoy pensando en dos detectives que a mí me encantan y que están sobrevolando mi novela, que son Sam Spade, el detective de Dashiell Hammett, y Philip Marlowe, el de Raymond Chandler, que es el que más me gusta de los dos. Y en las novelas de ambos, sobre todo en las de Hammett, que sabemos que tenía también una afiliación política y que fue cuestionado por comunista, hay ese interés que se ha ido acendrando en ciertos autores del género en moverse en terrenos que tienen que ver con la política, con la corrupción social, etcétera.
Foto: José Juan de Ávila
Foto: José Juan de Ávila

¿Cómo sigue en estos relatos las reglas del género?

Sigo ciertas reglas en esta novela, pero hay algunas de las que me desprendo. Hay una zona que es a mí la que más me interesa y la que practico en esta novela (De entre la bruma), que llamo el noir metafísico. ¿A qué me refiero? A las investigaciones que probablemente no tienen una solución clara. Sabemos que en la estructura canónica del relato policíaco hay una disrupción del orden, hay una instauración del caos; llega un agente del orden, que es el detective o investigador privado, a tratar de restaurar el orden y finalmente se restaura, aunque haya cicatrices y muertes en el camino. Pero hay también esta otra zona de penumbra, que es a mí la que más me interesa, en la que no necesariamente va a haber una solución clara para los casos. Qué ocurre en esas ocasiones y cómo se quedan los personajes, sobre todo, el investigador con la frustración y la impotencia de no haber podido resolver lo que quería. Eso me interesa muchísimo: explorar esa zona más psicológica del relato policíaco.

¿Entonces se siente más cerca de Chesterton que de Hammett o Chandler

Ahora que mencionas a Chesterton, claro, el padre Brown es otro detective que le gustaba mucho a mi madre. Estoy más cerca de dos autores que creo que se les conoce poco, por desgracia, como escritores policíacos puros y duros. Uno es Leonardo Sciascia, siciliano, que tuvo que hablar mucho de la política, de la corrupción y de la colusión del Estado con la mafia en Sicilia. Y el otro es el suizo Friedrich Dürrenmatt, más conocido como dramaturgo. Además, hay una correspondencia, un intercambio de cartas entre ambos, que es bien interesante. Son dos de mis autores de cabecera. Y ambos tienen estos detectives, estos investigadores, que tocan esta zona metafísica. Creo que más Dürrenmatt que Sciascia, Sciascia es más aterrizado en lo social y en lo político, pero Dürrenmatt sí se eleva a una altura metafísica, psicológica, para mí es uno de los pioneros en esta zona que a mí me gusta explorar. Yo me siento más cercano a Sciascia y a Dürrenmatt, que a Chesterton.

¿Y dónde entran Hammett y Chandler ahora en La bruma y el detective?

En mi novela, sobre todo en la primera parte, que se desarrolla en San Francisco, sí hay una clara referencia, sobre todo a Hammett, porque Sam Spade es un detective de San Francisco, y también a Raymond Chandler. Cómo estos detectives que tienen muchas heridas encima, la psique fracturada, pero siguen avanzando, y cada caso que tienen ellos como detectives los va minando cada vez más. Ese proceso de degradación del individuo, de la psique del individuo metido en la indagación policial me interesa muchísimo, y es lo que rescato acá en La bruma y el detective.

Su obra, que abarca poesía, ensayo, periodismo, narrativa. ¿Cómo se plantea el tema del lenguaje en este libro, en un género que ha sido relegado en esas preocupaciones de lenguaje?

Eso es algo que me interesa a mí particularmente. En la presentación de este libro, en el marco de la Feria del Libro de Guadalajara, los dos amigos que me presentaron, los dos cómplices que me presentaron, hicieron hincapié en el manejo del lenguaje, en el uso de frases muy largas, frases muy extensas, que caracolean, como laberínticas, y que ya es parte de mi estilo, así ha sido ya mi respiración de unos años a la fecha, mi respiración literaria. Y me gusta, por eso, seguir autores como el nuevo premio Nobel de Literatura, László Krasznahorkai, tiene esta respiración, que pueden ser páginas y páginas y páginas, sin puntos y aparte, y entonces es como un flujo verbal, un río verbal.
Claro, el lector se arroja o no en él y puede decir: No, a mí no me interesa esto, a mí me interesa que haya puntos y aparte, que haya capítulos breves. A mí sí me gusta más este reto lingüístico, por eso ahora que le dieron el Nobel a Krasznahorkai, a quien yo había leído desde antes y a quien admiraba, dije: Pues mira, qué bien que la Academia Sueca reconozca también a este tipo de trabajo lingüístico.

¿Con este libro se inserta dentro de la tradición de la novela policiaca mexicana o se aleja?

La novela policíaca mexicana actual está, sobre todo, muy anclada en lo social más que en lo político. Pienso de inmediato en el Zurdo Mendieta, el personaje de Elmer Mendoza, que es, a mi juicio, el mejor novelista policíaco ahora que está trabajando en México. Sabemos que el género en México nació con El complot mongol, de Rafael Bernal, que fue la única novela policíaca que escribió y, sin embargo, le bastó escribir esa novela para fundar el género policíaco aquí en nuestro país. 
Creo que me desmarco de esa tradición más pura y dura, más canónica, si lo queremos ver así, del género policial, para deslizarme hacia estas zonas más metafísicas, más brumosas. Soy más lector de literatura en lengua inglesa, tanto de Estados Unidos como del Reino Unido, y de literatura europea. No reniego de lo que están haciendo colegas acá, que están muy anclados en lo social. No lo digo como defecto, sino como un rasgo de que siguen estas reglas, este canon del relato policiaco, y yo sí me quiero mantener como un poquito al margen de eso.

hc

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José Juan de Ávila
  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
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