Con una Tomografía de Resistividad Eléctrica en 3D, investigadores de la UNAM iluminaron las entrañas de la pirámide de El Castillo en Chichén Itzá y descubrieron dos estructuras piramidales. Debajo de este monumento prehispánico ha estado, por siglos, una tercera pirámide de data de la época Puuc, que se desarrolló aproximadamente en el año 600 antes de Cristo.
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Los expertos sostienen que con este método ideado por especialistas del Instituto de Geofísica Universidad Nacional Autónoma de México, de la Facultad de Ingeniería de la División de Ciencias de la Tierra de la UNAM, se abre una nueva posibilidad para la arqueología, ya que posiblemente es el primero que permite ver hacia el interior de las estructuras prehispánicas y coloniales en todo el mundo.
Los resultados preliminares de este estudio fueron dados a conocer este miércoles por los investigadores René Chávez, Andrés Tejero, Gerardo Cifuentes y Esteban Hernández de la UNAM, y Denisse Argote del INAH.
La base piramidal descubierta está construida en el lugar donde se localiza el cenote —cuya existencia revelaron el año pasado— y no en el centro de la pirámide
En conferencia de prensa, los investigadores explicaron que la técnica utilizada no es invasiva, ya que solo se iluminó el interior a través de la colocación de electrodos planos en cada cuerpo de la pirámide, de arriba hacia abajo, y de esta manera se obtuvo la tomografía que capturó la subestructura desconocida .
La estructura tiene una altura de aproximadamente ocho metros, y otros dos más que corresponden al adoratorio, que se supone estaría en la cúspide. El hallazgo se suma al de la otra pirámide descubierta en 1935, cuando se localizó al interior esculturas de un Chac mool y un jaguar. Este espacio, por cierto, se encuentra cerrado al público.
Con la tomografía, además de localizar los cuerpos de agua del cenote, se ubicaron túneles de exploración que ya habían sido reportados durante los primeros estudios de la pirámide, realizados por José Erosa Peniche y Manuel Cirerol Sansores.
René Chávez explicó la relevancia del hallazgo:
“Hay dos aspectos fundamentales. En primer lugar la metodología que utilizamos, debido a que en ninguna parte del mundo se ha hecho este tipo de estudio, que consiste en poner detectores encima de un cuerpo histórico o arqueológico con la finalidad de poder ver su interior, esto es algo totalmente novedoso. Por lo que debemos sentirnos orgullosos de este desarrollo tecnológico que es totalmente hecho en México y por la UNAM”.
En segundo lugar, resulta relevante ya que, por medio de este estudio, “se podrá obtener una mayor información acerca de cómo los mayas evolucionaron en aquella época, lo que representa un gran avance, considerando que durante la Conquista Diego de Landa destruyó esta cultura por considerarla obra del diablo”.
Los investigadores lamentaron que hasta el momento no exista un programa nacional en cual la geofísica trabaje con el INAH para el estudio y prospección de las zonas arqueológicas y de los inmuebles históricos.
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Esta pirámide descubierta de la época Puuc no es diferente a las otras dos que la cubren, ya que todo indica que fue construida por rocas calizas, material predominante en Yucatán.
Sin embargo, no es igual a la pirámide de Kukulcán con sus 27 metros de altura, localizada en el corazón de la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, debido a que ésta tiene cuatro escalinatas en cada uno de los puntos cardinales. La segunda subestructura, con aproximadamente 16 metros de altura, sólo tiene una escalera que da hacia el Norte. Se cree que la primera pirámide también tiene una escalinata porque así eran los centros ceremoniales de la época Puuc, aunque no se puede determinar con exactitud debido a que la geofísica no da esa resolución.
ASS