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Fueron panteones: hoy son escuelas, mercados y hasta lugares emblemáticos de León

Lugares icónicos de la ciudad de León con historias que le podrían erizar la piel a cualquier persona.

En los salones de la escuela urbana número 9, Dr. J. Jesús González cada mañana resuenan las voces de los niños y a la hora del recreo el bullicio inunda cada rincón del plantel. Pero también hay momentos que se eriza la piel, por hechos que ocurren ahí.

Con más de 76 años de antigüedad que tiene esa escuela, trabajadores y alumnos aseguran haber vivido sucesos extraños, inexplicables. Ese mismo lugar donde hoy han sido formadas decenas de generaciones, en 1843 fue abierto como el panteón municipal de San Nicolás, uno de los primeros de la ciudad de León, donde fueron depositados decenas cuerpos.

Hoy la escuela solo es divida de ese panteón por la avenida Mariano Escobedo, hasta donde fueron trasladados decenas de cuerpos.

Rodolfo Cruz Guerrero es intendente en la urbana número 9, que se ubica en el bulevar Mariano Escobedo esquina con Hernández Álvarez, asegura que durante las obras para colocar el domo, hace como 10 años, se encontraron restos humanos y recientemente ocurrió lo mismo.

“Cuando hicieron las zapatas profundas salieron huesos y hace tres años, al poner la cisterna, volvieron a aparecer restos: partes de huesos, dentaduras… cráneos no, pero sí piezas humanas”.

Pero lo que más inquieta no son los hallazgos, sino lo que ocurre en los salones. 

“Muchos niños dicen que juegan con otros compañeritos que después ya no aparecen. Le dicen a la maestra: ‘Estaba jugando con mi amigo, pero ya no vino’. Ellos piensan que son nuevos, pero nadie sabe quiénes son”, relata el conserje, mientras su voz va cambiando de tono.
Lugares icónicos de la ciudad de León con historias que le podrían erizar la piel a cualquier persona.
Escuela Dr. J. Jesús González frente a Panteón San Nicolás | Daniela Béjar

Pero los fenómenos, asegura, no se limitan a los relatos infantiles.

“Nosotros hemos escuchado puertas que se azotan solas, sobre todo en los baños. Un día mi compañero y yo fuimos a regañar a un niño porque creíamos que él las estaba cerrando, pero no era nadie. Salimos y volvieron a azotarse”, recuerda.

También menciona que en el salón de primero “B”, ubicado en la planta baja, es donde más se reportan estas experiencias, donde todos los días niños entre 6 y 7 años llevan sus clases.

“Los niños ahí tienen más contacto con esos ‘amiguitos’ invisibles”, comenta con naturalidad.

A sus casi 50 años, Rodolfo Cruz recordó que recientemente se realizó una remodelación, padres de familia que pintaban los muros del patio aseguraron haber visto pequeñas huellas de manos frescas en la pared, a pesar de que el plantel estaba vacío. ¡No había niños!

A pesar de todo, Cruz Guerrero dice que el ambiente en la escuela es tranquilo. “Curiosidad sí, miedo no. Es parte del día a día, de la historia del lugar”, afirma. En su voz se mezcla el respeto y la costumbre de quien convive entre lo visible y lo que no se puede explicar.

La primaria sigue siendo un espacio donde el pasado y el presente se cruzan: donde los niños aprenden, juegan… y algunos, dicen, “que todavía no se han ido”.

Lugares emblemáticos y públicos de León fueron panteones

León es una ciudad que camina sobre su propia historia, los primeros cementerios quedaron en lo que hoy son plazas, mercados, escuelas y zonas habitacionales donde reposan los cimientos y en algunos casos hasta hay restos humanos.

Ese es el caso de la Plaza Fundadores, en pleno centro de la ciudad, o el tradicional Descargue Estrella, o el mercado de La Soledad, que a diario albergan a cientos de visitantes o compradores, y en sus inicios albergaron cientos de cruces de madera que adornaban tumbas.

Luis Alegre Vega, cronista del Archivo Histórico Municipal de León (AHML), explica que los primeros cementerios formales se encontraban justo en el corazón de la ciudad, dentro de los atrios de los templos.

“El primer panteón en forma fue el de la parroquia del Sagrario, en la Plaza Principal. Ahí estuvieron sepultados los primeros leoneses por más de 200 años, hasta que una disposición del virreinato ordenó que los panteones no podían estar dentro de las zonas urbanas”, explicó.

Por lo que el terreno del antiguo cementerio parroquial fue exhumado y convertido en plaza pública.

Lugares icónicos de la ciudad de León con historias que le podrían erizar la piel a cualquier persona.
Panteón San Martín en León | Daniela Béjar
“En ese lugar se formó un nuevo tianguis y una zona comercial que dio origen al Portal Hidalgo, el portal de las Delicias donde hoy está la Casa de la Cultura y el desaparecido Portal Obregón, sobre la calle Hidalgo”, explicó Luis Alegre.

Más tarde, sobre ese mismo espacio, se levantó el Mercado Hidalgo, el primero de todo el estado, inaugurado en 1866. Tras incendiarse en 1929, el lugar se transformó en el Jardín de la Industria, y décadas después, en la Plaza Fundadores, donde hoy los leoneses se reúnen junto a la emblemática fuente de los leones.

El segundo panteón formal fue el del Templo de la Soledad, construido en lo que entonces era la entrada natural a la villa.

“Era una zona de comercio, el punto de encuentro de quienes llegaban del Rincón o de Lagos con sus productos”, relata el cronista. “Ahí también se sepultaba a los fieles, hasta que las epidemias y la falta de espacio obligaron a cerrarlo en 1850”.

​Con el tiempo, sobre las tumbas se instalaron los puestos de los comerciantes y más tarde se edificó el Mercado Aldama, que hoy funciona justo sobre el antiguo camposanto.

Cada barrio de León tuvo su cementerio

En los barrios, cada templo tuvo también su propio panteón. En San Nicolás, el cementerio se ubicó junto a la iglesia de San Nicolás de Tolentino, en lo que después sería el hospital civil y más tarde la escuela de enfermería, hoy convertida en el Centro de Idiomas de la Universidad de Guanajuato.

“Ese panteón fue pequeño y de corta vida”, dice Alegre. “El espacio pasó por muchas etapas, pero sus muros conservan esa memoria.”

En el barrio Arriba existió el Panteón de San Martín, un pequeño camposanto entre las calles Allende e Insurgentes. Hoy el terreno está ocupado por viviendas.

Lugares icónicos de la ciudad de León con historias que le podrían erizar la piel a cualquier persona.
Panteón San Nicolas | Daniela Béjar
“Ahí todavía los vecinos cuentan historias de ruidos extraños o apariciones, aunque más como parte del folklore que del miedo”, comenta entre risas.

El Coecillo también tuvo su cementerio, primero en el atrio del templo de San Francisco y después en el Panteón de San Cayetano, donde hoy se encuentra la escuela primaria Julián de Obregón.

En San Miguel, el antiguo panteón del pueblo de indios desapareció a finales del siglo XIX, cuando la modernidad y el paso del tranvía obligaron a ajustar el atrio del templo.

Otro intento de cementerio fue el de Los Limones, que nunca llegó a funcionar debido a la mala calidad del suelo. De ese frustrado proyecto solo quedó el pórtico inconcluso.

Entre los casos más curiosos está el del panteón del Perulito, ubicado entre arroyos como el Mariches, donde hoy se encuentra el Descargue Estrella.

“Fue el primer intento de tener un panteón fuera de la villa, pero fracasó. A la gente le parecía extraño enterrar a sus muertos lejos de una iglesia. Culturalmente, eso no se concebía”, mencionó.

Y aunque todos estos cementerios desaparecieron, uno logró sobrevivir: el Panteón de San Nicolás, fundado en 1833 durante una epidemia.

El terreno fue donado por el hacendado Francisco Urteaga, quien se convirtió en el primer sepultado, que inició justo donde hoy opera a primaria Urbana 9.

“San Nicolás es el más importante y longevo. Representa el paso del León colonial al moderno. Aún conserva parte de su trazo original y su valor histórico es incalculable.”

Hoy, donde hubo tumbas, hay aulas, jardines y plazas. Y aunque la mayoría de los leoneses desconoce esa parte de la historia, Luis Alegre considera que debe conservarse la memoria de esos espacios:

“Son lugares donde descansaron los primeros habitantes, los fundadores de la ciudad. Merecen respeto, pero también reconocimiento. Porque sobre sus huellas se construyó el León que hoy vivimos”, dijo.

De cementerio a vecindad: la historia de San Martín en Barrio Arriba

El panteón de San Martín, fundado alrededor de 1850 por gestión del obispo Aguado para atender víctimas de epidemias, funcionó hasta principios del siglo XX. La abundancia de agua en la zona dificultaba la descomposición completa de los cuerpos, una posible razón de su cierre.

José de Jesús Acosta Pérez, arquitecto que participó en la reconversión del lugar en 1994, recuerda que durante décadas el panteón permaneció en desuso.

Lugares icónicos de la ciudad de León con historias que le podrían erizar la piel a cualquier persona.
Interior del Panteón San Nicolás | Daniela Béjar

En los años treinta, parte de sus instalaciones se transformaron en vecindades; terrenos colindantes sirvieron como cartonera y tenería, hasta que fueron vendidos para construcción habitacional. Se abrieron dos privadas, hoy conocidas como Privadas San Martín, con 38 viviendas.

Durante las excavaciones no se encontraron restos humanos, solo tierra y algunos vestigios menores como cajas de zapatos con restos de fetos.

A pesar de ello, la memoria popular mantiene viva la historia del lugar. Leyendas como la del “Don Lacho”, encargado de recoger cadáveres durante epidemias, que según se cuenta aparece en carreta por las noches presagiando muertes, se entrelazan con el imaginario del barrio.

“Las leyendas son mitad verdad y mitad mentira”, apunta Acosta Pérez.

Hoy, la privada San Martín es un vecindario común, con casas y familias que conviven sobre un suelo cargado de historia. Aunque el panteón ya no existe físicamente, su huella permanece en el nombre de la calle y en las narraciones de los habitantes, recordando que cada espacio urbano puede contener siglos de recuerdos, vidas y mitos que moldearon la ciudad.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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