Durante años, la salud estuvo relegada a la atención física, pero la pandemia marcó un punto de quiebre en el estado mental. Hoy se habla más, pero los estigmas, el desconocimiento y el silencio persisten. Es ahí donde se debe atender: desmitificar e identificar quién, cuándo y cómo necesita ser escuchado.
La salud mental es tan vital como cualquier otro aspecto del cuidado personal.
“Si no tenemos salud mental o estamos vulnerables en nuestra salud mental, corre riesgo nuestra vida”. Así de tajante lo dice María Isabel Rodríguez, jefa del Laboratorio de Psicología del Centro Universitario de los Altos de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en el marco del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora este viernes 10 de octubre.

El encierro, el miedo a la enfermedad y las pérdidas causadas por el covid-19 dejaron una herida en el estado emocional individual, reflejada en episodios de ansiedad, depresión y hasta ideas suicidas que incrementaron las llamadas de ayuda a la línea de atención de crisis 075 del Sistema de Atención a la Salud Mental del Estado (SALME).
Más allá de la psiquiatría
El concepto de salud mental va mucho más allá de la ausencia de enfermedades psiquiátricas. Implica mantener un equilibrio en diferentes áreas de la vida: familiar, social, laboral, afectiva, espiritual y recreativa.
“Un equilibrio que abone de manera satisfactoria en todas estas áreas, aunque lo veamos como poco probable, pues… a veces reducimos nuestra vida a dos áreas: trabajar y medio sobrevivir, porque está incluida también una buena alimentación y un buen descanso, que pareciera que es un lujo, y no debería ser”, afirma Rodríguez.
El descuido, advierte, abre la puerta a trastornos mentales que impactan directamente en la funcionalidad de las personas.
“Puedo estar un poco triste, pero sigo funcionando de manera medianamente adecuada… El trastorno es aquella situación que me detiene, me limita a ser funcional, no duermo bien, no como bien, no me relaciono, no voy a trabajar, está afectando mis áreas de funcionalidad”.
La depresión y la ansiedad figuran entre los trastornos más frecuentes, y aunque muchas personas han aprendido a sobrellevarlos, el desgaste físico y emocional que conllevan es profundo.
Llamadas de auxilio
Detrás de la línea del SALME hay psicólogos clínicos que trabajan 24 horas al día para dar atención y hasta salvar vidas. La interventora de este servicio, Elba Prado, explica que desde la pandemia no ha dejado de incrementarse el número de llamadas que reciben, no solamente de Jalisco, sino también de otros estados del país.
Según los registros del SALME, del 19 de abril de 2020 al 15 de septiembre de 2025 se han atendido 121 mil 260 llamadas, de las cuales se respondieron 105 mil 527. Cada una representa una historia distinta: personas que atraviesan episodios de ansiedad, depresión, violencia o que enfrentan ideas suicidas.

Los principales motivos para marcar se relacionan con trastornos de ansiedad y depresión, que no aparecen de manera aislada, sino que responden a una combinación de factores.
“Encontramos que es algo multifactorial; tiene que ver la herencia, la situación económica, si tiene empleo, su entorno emocional o amoroso, si está en pareja o tiene hijos, todo esto va sumando una serie de factores para que una persona pueda decir que goza de una salud mental o, por el contrario, empiece a tener síntomas que, si se dejan sin atención, se convierten en un trastorno mental”.
Atención contra el suicidio
Hablar de salud mental también implica abordar el aspecto más doloroso: el suicidio. Un fenómeno multicausal y complejo que no puede reducirse a un solo factor. La especialista de la UdeG señala que esta conducta es resultado de una compleja interacción de situaciones.
“Si bien es cierto que una persona que puede tener una intención o tentativa de suicidio puede estar deprimida, también puede que no; entonces, tampoco toda persona con depresión va a querer cometer suicidio”.
Antes del acto se presentan conductas suicidas, con declaraciones o pensamientos como “ojalá no amaneciera” o “sería mejor que no existiera”, que se pueden detonar en diferentes contextos, como la pérdida afectiva, problemas económicos, discriminación, desempleo o duelos.

La tendencia suicida se presenta con mayor frecuencia entre jóvenes de entre 15 y 34 años de edad. “Hay algo en este grupo de población que tenemos que ponerle mucha mayor atención, porque además de ser el grupo con mayor índice de tentativas o de casos consumados de suicidio, pues, por ser jóvenes, algo está sucediendo”.
La línea 075 también recibe llamadas de personas con ideas suicidas. Los especialistas realizan la valoración inmediata para determinar el nivel de riesgo y ofrecer contención emocional, explica Prado.
“Generalmente, lo que hacemos los interventores en crisis es escuchar el motivo por el que la persona está llamando y empezar a explorar su situación: su nombre, edad, dónde está, si tiene idea de hacerse daño o si lo ha pensado varias veces”, explica.
Si se identifica que el riesgo es alto, los profesionales buscan activar redes de apoyo, ya sea con familiares, amigos o unidades de emergencia.

“Lo que hacemos es buscar redes de apoyo, a ver, ¿dónde estás? ¿Con quién estás? ¿Qué tan cerca estás de lo del arma letal que tú consideras procurar? Ir tranquilizando a la persona, a ver, vamos a hacer unas respiraciones, qué tal si pudieras dejar ese instrumento en otra habitación, para que en este momento no lo veas. ¿Qué te llevó a pensar en esto? ¿A qué persona le va a doler mucho si te encuentran a ti, que atentaste contra tu vida?, etcétera”, refiere la interventora de la Línea; esto para que la persona trate de salir un poco de ese túnel y pueda ver un panorama más amplio en cuanto a su situación.
Las llamadas pueden durar desde 15 minutos hasta más de una hora, dependiendo del caso. En muchas ocasiones, mientras se mantiene la contención telefónica, se solicita el apoyo de unidades de emergencia para intervenir de manera presencial.
Desmitificando la tragedia
“Hay quien dice y lo hace”, comenta la especialista de la UdeG, con relación a la creencia de que quien menciona que va a atentar contra su vida no lo hace realidad. Este mito es uno de los principales obstáculos para identificar a quienes pueden estar atravesando por una crisis de salud mental y que requieran ayuda inmediata. Por eso, considera fundamental desmantelarlos para poder atender a quien lo necesita.
También se piensa que las personas que manifiestan ideas suicidas solamente buscan llamar la atención: “Si tu hijo o tu hija quiere llamar la atención de esa manera, ¿de qué manera necesitas poner la atención, pues? Si no es cierto, es grave; si es cierto, es grave; entonces, hay que prestarle atención”.

Rodríguez añade que, en muchos casos, no se trata de un deseo real de morir, sino de escapar de un dolor emocional que se ha vuelto insoportable.
“Hay personas que cargan con un dolor emocional grandísimo por años, desde su infancia, y entonces ya no saben cómo sobrellevar esas dolencias emocionales. Es muy revelador cuando les hago esta pregunta: ¿te quieres morir o te duele en realidad vivir? Muchos expresan: en realidad no me quiero morir”.
Una de las dudas más frecuentes es cómo reaccionar frente a alguien que está atravesando por una crisis suicida. Rodríguez es clara: lo primero es no ignorar las señales. “Primero, no ignorar, no ser indiferentes ante una alerta… alguien que empieza a cambiar su conducta, a aislarse, a no convivir, dejar en esta parte de 'te encargo esto, gracias', una especie de despedida, casos hay que estar muy atentos”.
El segundo paso es estar presentes y preguntar directamente cómo se puede ayudar. “Observo que algo está pasando, ¿qué necesitas?, ¿cómo puedo ayudarte?, ¿cómo puedo estar para ti?”, recomienda. Si la persona no sabe cómo actuar, lo importante es enlazar y derivar: contactar a familiares, acercar al afectado a servicios de emergencia como el 911 o la Línea de la Vida, o acompañarlo a atención psicológica y psiquiátrica. “Identifico, enlazo y derivo”, resume la especialista como regla básica.
Retos mentales
Para la académica de la UdeG, uno de los mayores retos es erradicar los prejuicios que aún existen alrededor de la atención psicológica y psiquiátrica. “Ojalá desmitifiquemos o que lo aperturemos como algo tan necesario y tan normal, poder decir: estoy mal, estoy deprimido, necesito ayuda… quitarles el estigma de es para locos, no hay que decirlo, van a pensar que estoy mal”.
Por su parte, Prado considera que la salud mental debe abordarse desde etapas tempranas. “Todavía existe algo de tabú en cuanto al tema de salud mental, pero yo creo que desde pequeños se debe hablar de emociones, para prevenir y aprender a pedir ayuda cuando algo no está bien”, dice.
La psicóloga subraya la importancia de cambiar la idea de que solo las personas con “problemas graves” deben ir al psicólogo. “Sin salud mental no hay salud. Es muy importante que la cuidemos todos, y más vale prevenir que ir al médico cuando ya estamos mal”.

Entre sus recomendaciones para cuidar la mente están hacer ejercicio, alimentarse bien, beber suficiente agua, realizar actividades placenteras y procurar un entorno familiar y laboral saludable.
El 075 es una herramienta clave en la atención de crisis emocionales en Jalisco. Opera de manera gratuita, las 24 horas del día, los 365 días del año. Cada llamada es una oportunidad de contención y, en muchos casos, la diferencia entre la vida y la muerte.
Hablar, escuchar y acompañar puede salvar vidas. Porque no se trata de minimizar el dolor de nadie, sino de reconocerlo, validarlo y tender la mano para buscar ayuda profesional.
MC