Comunidad
  • Del box al danzón: ‘El Pestañas’ y la memoria perdida del barrio de Azcapotzalco

La primera faceta de vida de Teodoro Pérez Castillo fue la de boxeador. | Portada

‘El Pestañas’ ha sido boxeador, trabajador del rastro y maestro de danzón. Su vida, retratada en un corto documental, es también la memoria viva del barrio de Azcapotzalco.

DOMINGA.– Teodoro ha sido trabajador del desaparecido rastro de Ferrería, campeón de boxeo y danzonero. Le dicen El Pestañas. Se enamoró del baile desde niño. Recibía dulces por mover los pies al ritmo de la música. Hoy tiene 87 años, vive en Santa María Malinalco –uno de los 25 barrios originarios de Azcapotzalco–, y es el protagonista de un corto documental que sigue la vida de este hombre que ha visto, por más de tres cuartos de siglo, la transformación de la ciudad entera.

La primera faceta de vida de Teodoro Pérez Castillo fue la de boxeador. Desde los 17 años practicó este deporte de combate que lo llevó a participar y ganar los “Guantes de Oro” en 1951. Un torneo que, desde los años cuarenta, se celebra anualmente en el mundo del boxeo amateur y que ha coronado a grandes boxeadores del país, como Raúl Macías y Rubén Púas Olivares.

Los registros oficiales comenzaron después de su triunfo, pero Teodoro se consolidó como un boxeador destacado, participó en varias peleas y recibió el reconocimiento de compañeros. Su familia también influyó en su carrera: su tío Luis Castillo peleó en Cuba y fue un boxeador destacado, y su hermano Dumo Pérez también practicaba el deporte. Ese ambiente lo formó.

‘El Pestañas’ ha sido boxeador, trabajador del rastro y maestro de danzón. Su vida, retratada en un corto documental, es también la memoria viva del barrio.
Proyección del documental durante el festival | Cortesía

La segunda faceta de Teodoro son las más de dos décadas de su vida dedicadas al rastro de Ferrería, un espacio emblemático en Azcapotzalco que, antes de la construcción de la Arena Ciudad de México, funcionaba como un centro de distribución de carne para mercados y tianguis de la capital. Ahí, Teodoro y otros trabajadores convivían, celebraban aniversarios y organizaban comidas. Formaron una comunidad que sigue viva en sus recuerdos.

La tercera es la del danzonero. Desde su infancia, el baile acompañó su vida y, en la actualidad, continúa enseñando danzón y otros ritmos en espacios como el Jardín Hidalgo, en el centro de la alcaldía Azcapotzalco. “El baile representa para mí una terapia”, dice El Pestañas en entrevista con DOMINGA.

El baile es su forma, también, de mantener vínculo con la comunidad y transmitir sus conocimientos a nuevas generaciones. Aunque la edad le ha impedido seguir practicando boxeo con intensidad y los tiempos del rastro quedaron atrás, la música y el movimiento siguen siendo las constantes en su vida.


El baile consolidó su identidad y pasión por la cultura local. Esto lo explora Cynthia Benítez, con guión e investigación de Alfonso Sotelo, en El Pestañas, el corto documental que se presentó en el pasado Festival de Cine de Barrio (Feciba). Logra capturar estas tres facetas, mostrando cómo la historia de un hombre refleja tanto la memoria de un barrio como la perseverancia individual.

Teodoro Pérez Castillo simboliza un universo de experiencias que conecta generaciones y preserva el pasado de Azcapotzalco. Un testimonio vivo de cómo la pasión de un hombre y las tradiciones culturales se mezclan en la vida cotidiana.

Así es la vida del ‘Pestañas’: box, baile y barrio


Teodoro tuvo una familia numerosa: estuvo casado con su esposa hasta que ella falleció y juntos tuvieron nueve hijos. Se puso a trabajar en el rastro para garantizar que nada faltara. Su esfuerzo personal, dice, se equilibró con sus responsabilidades.

A sus casi 90 años, El Pestañas puede presumir que ha sido boxeador, bailarín, trabajador de un rastro emblemático y figura reconocida dentro de su barrio. Como si hubiera sido ayer, recuerda su corta pero exitosa trayectoria en el boxeo  que arrancó a los 17 años. Su camino hacia el torneo “Guantes de Oro” surgió casi de manera fortuita, gracias a su conexión con figuras del boxeo de la época.

“Un señor me vio haciendo ejercicio. Me preguntó si no quería hacer de sombra con su hermano”. O sea, que simulara ser su oponente. “Pero él me estaba dando bien duro y, la verdad, yo tuve que defenderme. Le di más duro a él. Después ese señor me dijo que yo tenía buen pegue”. Y ahí comenzó su carrera que se extendió hasta los primeros años de la década de los sesenta.
‘El Pestañas’ ha sido boxeador, trabajador del rastro y maestro de danzón. Su vida, retratada en un corto documental, es también la memoria viva del barrio.
‘El Pestañas’ se convirtió en un icono de Azcapotzalco | Archivo

Durante ese tiempo, cuenta, participó en ocho peleas profesionales en la Ciudad de México, principalmente en la Arena Coliseo de la calle Perú. La influencia familiar, sumada a su talento natural, permitió que se consolidara en el boxeo, pero finalmente decidió dejar la disciplina para dedicarse a su familia y a otros trabajos, incluyendo 22 años cargando carne en el rastro, hasta 1992.

Más allá del boxeo, Teodoro cultivó una pasión por el baile desde niño. Los salones que visitaba de joven eran gimnasios durante el día y clubes de baile por la noche. Así pudo unir dos habilidades y pasiones. Desde pequeño supo equilibrar trabajo y recreación, deporte y arte. Esa vida rica se celebra en su documental.

Recuerda cómo el mambo, traído de Cuba en 1950, lo inspiró a aprender y perfeccionar diversos ritmos. Con el tiempo se convirtió en un referente local en bailes de salón. Bailaba de todo: guaracha, rumba, salsa y danzón. Hoy en día, sigue dando clases de danzón en el Jardín Hidalgo. La paga es simbólica. Lo hace por amor.


Ya no boxea pero el baile sigue siendo su terapia física y emocional. El contacto con amigos, de los barrios de Azcapotzalco y Tepito, le sigue manteniendo en contacto con su comunidad. Sobre su barrio, Teodoro recuerda cómo en su juventud, especialmente la Calzada de Camarones, donde enseñaba a pelear y a bailar. Comparado con la actualidad, muchos de esos espacios ya no existen. Lugares emblemáticos para el boxeo y la convivencia han desaparecido en las últimas tres décadas. Aun así, su vínculo sigue siendo profundo: mantiene recuerdos de personas, salones de baile y peleas que formaron parte de su vida y de la zona.

Una mirada a Azcapotzalco lejos del cliché del barrio popular


Es sábado 22 de noviembre. Se presenta en la Videoteca Manuel Álvarez Bravo la selección de cortometrajes de la muestra Feciba, Personajes y encantos del barrio. Ya llegó Teodoro Pérez Castillo, alegre, vivaracho, conversador, sonriente, bien peinado, con su pantalón holgado, al estilo pachuco, mismas características que refleja en su cortometraje de 19 minutos. En la vida real y en el cine, es el mismo.

Mucho de eso se trata el Feciba: cada año, en distintas sedes de la capital, se dedica a presentar historias de personajes que representan la vida cotidiana de distintos barrios de la Ciudad de México. Se enfoca en personas cuya vida y trayectoria reflejan mucho más que los estigmas comunes asociados a las comunidades. En esta edición, que tuvo lugar del 19 al 23 de noviembre en Azcapotzalco, uno de los protagonistas del festival fue Teodoro.

‘El Pestañas’ ha sido boxeador, trabajador del rastro y maestro de danzón. Su vida, retratada en un corto documental, es también la memoria viva del barrio.
El deportista combino dos de sus pasiones a lo largo de su vida | Cortesía

La directora, Cynthia Benítez, de 27 años, resalta la importancia de narrar la vida del barrio desde perspectivas diversas y auténticas. Explica que al acercarse a la historia de El Pestañas, su intención fue mostrar otra cara del barrio, distinta a la violencia o la exotización que suele asociarse a las colonias populares.

“Cuando quisimos abordar la historia, nos dimos cuenta de que era una visión completamente distinta a lo que se asocia con el barrio”, dice. Para ella, escucharlo hablar fue un viaje en el tiempo. Su lenguaje recordaba a personajes icónicos del cine mexicano, pero era genuino y reflejaba la historia viva de Azcapotzalco.

De formación periodística, Benítez resalta la vida de Teodoro a través del eje del baile. “Desde niño, su pasión por bailar lo llevó a destacarse incluso cuando debía enfrentar las responsabilidades de sostener un hogar. A pesar de trabajar desde temprana edad y cumplir con distintas obligaciones, nunca abandonó su amor por el baile”, señala. El Pestañas recibió incluso oportunidades para participar en películas, como Danzón (1991), de María Novaro, pero la vida lo llevó por otros caminos.

Hacer un documental sobre un personaje de Azcapotzalco


La experiencia de la joven Benítez documentando esta historia también le permitió descubrir la riqueza cultural de Azcapotzalco, alcaldía del norte de la capital que es poco conocida para quienes provienen del sur, pero que tiene fama nacional porque ahí nació el cantante José José y por su Parque Tezozómoc y la colonia Clavería, una de las primeras en trazarse y fundarse de manera planificada en el norte de la ciudad.

En el cortometraje documental pudieron rescatar elementos históricos y culturales que permanecen invisibles: “Historias como la del rastro [de Ferrería], cuya desaparición cambió la dinámica del barrio, o anécdotas curiosas, como la visita de Luis Miguel en la inauguración de la Arena México, permiten conocer la ciudad desde otra perspectiva”.


La historia de Teodoro muestra cómo el barrio no es un lugar de riesgos o marginalidad. Es un punto de encuentro, identidad y cultura compartida. Benítez dice que descubrir estos paralelismos entre barrios permite redescubrir la Ciudad de México como un territorio vasto y complejo, lleno de historias que no siempre se cuentan y que merecen ser conocidas.

El Pestañas se convierte así en un símbolo de resistencia y creatividad dentro de su barrio”, agrega Benítez. Su vida, marcada por la pasión por el baile, los desafíos laborales y las experiencias culturales, es ejemplo de cómo los habitantes de la ciudad construyen memoria y comunidad a través de sus vivencias. “La historia también invita a cuestionar los prejuicios, mostrando que más allá de la violencia o la marginalidad, existen relatos de compromiso, talento y humanidad”, dice la directora.

Memoria de Azcapotzalco

Alfonso Sotelo, periodista y guionista, llegó con Teodoro Pérez Castillo gracias a su papá y abuelo, quienes también trabajaron en Ferrería. La intención del documental fue mostrar cómo se ha transformado el rostro del personaje a lo largo del tiempo, en un paralelismo con la transformación de Azcapotzalco, cuenta el también cronista.

Conociendo al Pestañas, Sotelo pudo reconstruir parte del universo de Azcapotzalco. Espacios que, aunque ya no existen, se reflejan en los recuerdos de los habitantes y, sobre todo, en Teodoro, a través de su lenguaje, modismos, su manera de vestir y su manera de pensar.

Antes de que existiera la Arena Ciudad de México, el rastro fue un centro de actividad clave entre los años cuarenta y sesenta del siglo XX. Azcapotzalco, en ese tiempo, se conocía como la cuna de la carne. Todas las alcaldías, mercados y tianguistas acudían a este lugar para abastecerse. Su función era vital para la distribución de toneladas de carne.

Para Sotelo, rescatar la memoria de este lugar y de las personas que trabajaron allí era fundamental. La investigación incluyó consultas en la Hemeroteca Nacional y entrevistas con vecinos de la zona. Esto le permitió reconstruir la vida en el rastro y, sobre todo, dar voz a Teodoro. Él relataba cómo era su ritmo de vida, las actividades diarias y cómo el rastro de Ferrería, ubicado en la antigua Hacienda Ferrería, se convirtió en un espacio de convivencia para trabajadores y sus familias.

‘El Pestañas’ ha sido boxeador, trabajador del rastro y maestro de danzón. Su vida, retratada en un corto documental, es también la memoria viva del barrio.
Teodoro ganó los “Guantes de Oro” en 1951 | Cortesía

En el rastro se organizaban eventos y comidas, se hacían piezas de aniversario y, en general, se generaba un sentido de comunidad. Esta faceta de Teodoro refleja la importancia histórica del rastro y la vida de quienes lo habitaron.

Ferrería, un espacio histórico de comercio y convivencia, desapareció por la urbanización y la construcción de nuevos centros de entretenimiento, pero la memoria de quienes lo vivieron sigue viva a través de Teodoro.

Sotelo se sigue a la segunda faceta: la de boxeador. Teodoro fue campeón en 1951, cuando ganó 10 peleas y se hizo merecedor de los Guantes de Oro, el torneo amateur del barrio. Era una plataforma para aspirar a la profesionalización en el boxeo, y de ahí surgieron muchos boxeadores importantes de la ciudad. “Los registros oficiales de la Conade [Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte] comienzan en 1955, pero él ganó el título antes de esa fecha”, dice Sotelo.

El boxeo representó una forma de dedicarse a su pasión y, al mismo tiempo, un medio para obtener ingresos. En el documental relata que comenzó haciendo sombra a los boxeadores profesionales por pagos simbólicos. Después se involucró más seriamente en el deporte.

Un maestro de danzón y salsa en el barrio

‘El Pestañas’ ha sido boxeador, trabajador del rastro y maestro de danzón. Su vida, retratada en un corto documental, es también la memoria viva del barrio.
El ex-boxeador se dedica a enseñar danzón y salsa también en Santa María la Rivera| Cortesía

Finalmente, la tercera faceta y la actual, es la de danzonero. Hoy se dedica a enseñar danzón y salsa también en Santa María la Rivera. “Incluso durante su paso por el rastro de Ferrería, mantenía viva su pasión por el baile. Participaba en eventos. Aunque otras partes de su vida laboral o deportiva ya no existen, el baile sigue siendo una constante, un vínculo con su propia historia y con su comunidad”.

El documental se centra, dice Sotelo, en Teodoro y en la memoria colectiva de un espacio que ya no existe: el Azcapotzalco de aquellas décadas y el rastro de Ferrería. La investigación permitió rescatar testimonios de trabajadores, vecinos y familiares. Creó un homenaje a quienes hicieron posible esa vida laboral y social. Su propio vínculo con Ferrería le da un sentido generacional a la narrativa. Dice Sotelo que rescatar su historia es una forma de dignificar su trabajo y de miles de personas que compartieron ese espacio.

Su vida representa un homenaje a los trabajadores y deportistas que formaron parte de este universo, y el documental es un testimonio de cómo las historias personales se conectan con la memoria colectiva de la ciudad.


GSC


Google news logo
Síguenos en
Guillermo Rivera
  • Guillermo Rivera
  • Guionista y periodista. Autor de investigaciones y crónicas que se han publicado en diversos medios, como 'Milenio' y Televisa. Reconocido dos veces con el Premio Nacional de Periodismo (2016 y 2023) y nominado al Premio Gabo.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Dominga es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.milenio.com/dominga
Dominga es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.
Más notas en: https://www.milenio.com/dominga