¿Cómo podemos lograrlo? Un truco que nos ha enseñado la psicología positiva en este primer cuarto de siglo es utilizar nuestras fortalezas de carácter, esas capacidades que todas las personas gozamos y que la humanidad las suele tener en aprecio.
Por ejemplo, amor, gratitud, esperanza, curiosidad, vitalidad, humor, sabiduría, perdón, creatividad, autorregulación, entre otras que suman 24, según la clasificación de Martin Seligman y Christopher Peterson (y en las que te puedes aplicar un test gratuito en línea para saber cuáles son las que más predominan en tu carácter).
Cuando enfrentamos una situación y nos inunda el miedo, las manos nos sudan, el corazón se nos acelera, las ideas no llegan con claridad a la cabeza y menos a la boca; la respiración se nos hace insuficiente y la voluntad nos ordena que salgamos corriendo, entre muchas otras reacciones.
Sin embargo, otras veces no notamos que estamos estresados. Comer en exceso, no dormir bien, sentirnos cansados, sufrir dolores de cabeza, presentar fallos de memoria o concentración, pueden ser síntomas de estrés.
Las personas solemos evadir averiguar qué es eso que nos está afectando, por lo cual nos mantenemos en largos y hasta peligrosos periodos de estrés.
En los actuales ambientes laborales, los retos más comunes para las personas son hablar en público para presentar algún reporte, cerrar acuerdos con los jefes, llegar a tiempo a una cita, vender un producto o “vendernos” a nosotros mismos, cuando vamos a una cita de trabajo; pero también no ser valorados, no tener horarios y cargas de trabajo bien definidos, entre muchos otros.
Agarrarte de una de tus fortalezas te puede ayudar a superar esas situaciones que sufres. Te pongo algunos ejemplos y trabaja con el que más te funcione.

Relájate
El lugar más común es recomendar el relajamiento. Se utiliza por lo menos desde hace 2,500 años. Su popularidad no viene de lo antiguo de su práctica, sino de su efectividad.
Involucra a la autorregulación, pero en determinadas técnicas le podemos añadir otras fortalezas. El método más utilizado es la regulación de la respiración con inhalaciones y expiraciones conscientes y profundas: inhalas profundo en 6 segundos, sostienes el aire en 7 segundos y exhalas en 8. Repites el proceso cuatro veces, mientras conscientemente sigues inhalando y exhalando hasta que respires de manera normal.
El ejercicio nos ayuda a llevar más oxígeno al cerebro y al resto del cuerpo, lo cual nos permite pensar con mayor tranquilidad. La intención es evitar cualquier pensamiento que nos regrese a nuestras preocupaciones.

Reencuadra el problema
Es otra estrategia también muy efectiva contra el estrés. Exige de fortalezas relacionadas con la sabiduría, como perspectiva, creatividad, curiosidad, mente abierta, amor por el aprendizaje y hasta el humor.
Consiste en mirar la situación desde otro puntos de vista. Me gusta contar la consulta que un amigo alguna vez me hizo para mejorar el ambiente laboral de su empresa.
"Siento el ambiente muy negativo y creo que el problema es grave porque soy el único empleado", dijo.
La forma tan espontánea que lo expresó, nos llevó a las carcajadas. Sin embargo, no es la única manera de reencuadrar problemas.
A veces los padres y educadores corregimos a un niño o niña por preguntón, cuando tal vez deberíamos explorar si sus inquietudes se pueden traducir en una vocación científica, docente, de investigación o hasta periodística. Todo tiene su lado positivo.

Recurre a tus valores
Cuando estés estresado por alguna circunstancia, recordar tus principales valores puede aliviar tus sensaciones.
Un ejemplo es cuando en un trabajo te están exigiendo más de lo que puedes o debes dar. Si tienes en alta estima tu bienestar, llegará un momento en que digas “no” al exceso de tareas y sabrás negociar tu rol en el proceso productivo o, en su defecto, buscar un mejor espacio de trabajo donde pongan a las personas en primer lugar.
Lo mismo pasa con asuntos relacionados con la integridad, en lugar de sentirte presionado por ocultar información o protegerte legalmente, pregúntate si no es mejor hacer lo correcto en lugar de sufrir por tantos riesgos.
Perdona
La psicología ha demostrado que cuando una persona perdona deja de estar expuesta al estrés del rencor o del recuerdo de una humillación. Es una vacuna contra una enfermedad mental.
Si tu fortaleza no es el perdón, debes empezar a practicarlo. Empieza por perdonar cosas pequeñas, como que tu equipo favorito perdió un partido, hasta llegar a los asuntos más personales.

¿Tu compañero no entregó su parte del trabajo?, házselo ver, incluso evidéncialo si es necesario, pero no le guardes rencor. Averigüa porqué sucedió y anímalo a que no lo vuelva hacer.
Nuestras fortalezas nos pueden ayudar a darle un giro no sólo a nuestro día, sino a nuestra vida.
Usa tu imaginación para lograrlo, las posibilidades son infinitas, pero lo importante es que nunca te dejes vencer por el estrés; al contrario, úsalo a tu favor.
MGR