Ciencia y Salud

“Los padres deben permitir que su hijo adolescente se aleje”: Emiliano Villavicencio, psicoterapeuta

La adolescencia está estigmatizada como una época de "rebeldía", "desorden" e "irresponsabilidad". Sin embargo, es un proceso de mucho valor, enriquecimiento, aprendizaje y vital para dar el salto a la adultez.

La adolescencia es también una etapa desafiante para madres y padres, pues día a día deben prepararse para enfrentar un cambio de humor repentino, la rebeldía en la secundaria o ese hermetismo ante la pregunta “¿Cómo te fue en la escuela?”.

Pero lo que ojos ajenos perciben como un comportamiento hostil o grosero, es, más bien, la manera en que la o el adolescente demuestra esa angustia interna por no saber quién es, qué le gusta y a dónde va; mientras lidia con los cambios físicos, emocionales y mentales propios de la edad.

“Si nosotros como padres o como adultos entendemos que el adolescente, justamente, está sufriendo, está careciendo de identidad y de seguridad, podremos ser un poco más empáticos”, explicó a MILENIO el psicólogo, Emiliano Villavicencio.

Es normal que el adolescente se aleje de la familia

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reconoce que el concepto de “adolescencia” está rodeado de prejuicios: “apáticos”, “irresponsables”, “poco comprometidos”, “problemáticos” y un sinfín de adjetivos más.

Pero la adolescencia es mucho más que esos momentos de tensión— y de los cuales se desprenden dichos estigmas—. Es una etapa llena de valor, riquezas, aprendizajes y fortalezas que prepara el camino hacia la adultez. Aunque para ello, y por muy difícil que parezca aceptarlo, es crucial alejarse de la familia.

“Hay una teoría, la de Peter Blos, que explica eso. El joven no sólo entra en esta crisis de identidad. También tiene que resolverla. ¿Y cuál es la solución de esta crisis de identidad? Pues que defina quién es él. Y esa respuesta no la va a encontrar en el sistema familiar”, dijo Villavicencio.
El adolescente está aprendiendo a lidiar con los cambios físico, sociales y mentales
El adolescente está aprendiendo a lidiar con los cambios físico, sociales y mentales | Cuartoscuro

Resulta polémico, pero es normal que las y los adolescentes comiencen a rechazar los planes y las dinámicas familiares, a las cuales, quizá, anteriormente accedían sin problema: visitar a la abuela los fines de semana, cenar en familia a las 7 de la noche u organizar noches de juegos cada domingo.

En línea con el postulamiento de Plos, este cambio sucede porque en esa etapa de la vida el sistema familiar representa el “yo infantil”; su pasado y la infancia que las y los jóvenes están dejando atrás.

“Inconscientemente sabe, o tiene la noción, de que la respuesta a lo que es él o ella no la va a encontrar en el pasado. Entonces, sale de ese círculo familiar primario y busca a sus contemporáneos, a sus amigos, con la necesidad evolutiva de encontrar ahí la respuesta a quién es él o ella y qué le está ocurriendo”, abundó el docente.

Es decir, el adolescente sustituye la función de la familia por las y los amigos, pues están en el mismo barco— posiblemente tienen las mismas dudas, miedos, preocupaciones y experiencias— y, por ende, es muy probable que lo comprendan mucho mejor que en el hogar.

Y es ahí cuando surge uno de los principales retos en la crianza: acercarse y entablar diálogo con la o el adolescente. Más aún, destacó Villavicencio, porque la respuesta a esa incógnita representa, en sí misma, otro desafío: respetar su distancia.

Estar con la familia representa esa infancia que el adolescente quiere dejar atrás
Estar con la familia representa esa infancia que el adolescente quiere dejar atrás | Freepik

¿Cómo hablar con un adolescente te escuche?

A veces, los jóvenes prefieren pasar la tarde-noche encerrados en sus cuartos o salir con sus amistades hasta cinco veces a la semana. No obstante, lo más conveniente para mamá o papá es respetar y no criticar esa decisión; toda vez que esas acciones estén dentro de lo aceptable.

“Como papá, yo debo ser consciente de que mi sola presencia le genera ansiedad a mi hijo adolescente”.

Por ello, en lugar de prohibir las salidas de fiesta, los videojuegos o cualquier otra cosa que pudiera mantenerlos distanciados, el psicólogo insistió en permitir que suceda el alejamiento. Aunque dentro de esta controversial recomendación hay un punto clave— y casi del “éxito”—: tanto mamá como papá deben representar una base segura para su hijo o hija; de no ser así, esa estrategia resulta perjudicial.

Para explicar el fenómeno de la “base segura”, el psicólogo evoca cuando un bebé comienza a dar sus primeros pasos y, como parte de ello, se aleja poco a poco de su mamá, papá o cuidador.

Sin embargo, pese a la euforia que siente por los aplausos y porras que lo motivan a seguir, el bebé constantemente voltea para ver a quien, en ese momento, lo impulsó a caminar. Así, tras hacer contacto visual y un pequeño intercambio de sonrisas, él continúa su andar o, incluso, regresa a abrazarla.

Esa interacción permite al niño o la niña desarrollar su autonomía y explorar el mundo con la certeza de que su madre y padre seguirán ahí. Y la misma lógica aplica en la adolescencia.

Papá y mamá del adolescente deben permitirle que se aleje. Pero asegurándose que su hijo los conciba como base segura, de tal forma que cuando los necesite y regrese a pedir consejo, ellos estén ahí para escuchar, aconsejar, orientar o poner reglas”.

No obstante, subrayó Villavicencio, “respetar la distancia a favor de la autonomía no significa olvidarlos; no significa soltarlos ni que ‘se acerquen cuando ellos lo decidan’”.

La confianza se cultiva desde la infancia
La confianza se cultiva desde la infancia | Freepik

Orientar en lugar de forzar

La imposición no es el recurso ideal para tratar con un adolescente, o al menos, no debería ser la primera opción, sino pautar las normas y las reglas. Es decir, hablar de los riesgos que conllevan ciertos comportamientos; lo que se puede y no se puede hacer dentro de casa, o las reglas a seguir cuando salga de noche.

Sin embargo, otro de los secretos es que dichos lineamientos deben plantearse de forma clara, amorosa y flexible, por ejemplo: “Si en la casa la regla es llegar a las 11 de la noche y un día lo invitan a una fiesta, pues que la regla cambie a: ‘Llegas a la 1 o a las 2, pero llegas’”.

Claro que el respeto de la autonomía no exenta a madres y padres del derecho de intervenir cuando el bienestar del hijo o hija esté en riesgo. Al final, su experiencia los respalda para determinar cuando una conducta, decisión o situación tiene ese potencial de descarrilar al hijo.

“Quien está ensayando nuevas formas de ser adulto, es el joven. Quien tiene la experiencia y una estructura de personalidad, es el adulto. Entonces papá y mamá nunca deben olvidar que en esa relación el adulto, la orientación y la guía son ellos”.

​ASG

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Alejandra Sigala
  • Alejandra Sigala
  • Egresada de la UNAM. Te explico las tendencias en redes sociales y los temas que despiertan tu curiosidad en el día a día. Escucho, amo y a veces escribo sobre K-Pop. Me encanta bailar y los gatos.
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