Hay procesos de envejecimiento que, a pesar de pasar desapercibidos a primera vista, van marcando el ritmo en el resto del cuerpo, un ejemplo de ello es lo que ocurre en el cerebro.
Cuando el deterioro se hace evidente en este órgano central aparece la dificultad para recordar cosas, sutiles cambios en las capacidades sensoriales y uno que otro tropiezo debido a la pérdida de equilibrio.
Todo el que llegue a la vejez experimentará en algún grado el paso del tiempo en el cerebro, no obstante algunas acciones cotidianas como dormir mal podrían estar acelerando la tendencia, como revela un estudio reciente publicado en la revista eBioMedicine.
Dormir mal y sus efectos en el cerebro
Suponiendo que una persona duerme en promedio 8 horas diarias, a los 78 habrá destinado 26.65 años de su vida entre sueños. Lejos de ser tiempo muerto, cada minuto acumulado jugará un papel crucial para la restauración de todo el sistema.
Hay mucha evidencia sobre lo que ocurre cuando alguien se ve privado del descanso. Randy Gardner es prueba viviente de ello: en 1963 y con apenas 17 años decidió que rompería un récord sacrificando sus horas de sueño.
Como parte de un proyecto de ciencias, el joven pasó 11 días y 24 minutos sin dormir. Dentro de los registros realizados con ayuda de sus compañeros y conforme pasaban los días aparecían las señales de la falta de descanso: irritabilidad, cambios de humor, problemas cognitivos e incluso alucinaciones y paranoia.

Aunque la historia sale de lo común, parece que dio pistas sobre lo que ocurre en el cerebro cuando alguien duerme mal regularmente. De acuerdo con la investigación encabezada por la neurobióloga Abigail Dove y colegas de diferentes instituciones, quitarle horas de descanso al órgano termina por sumarle años.
Su conclusión llegó después de analizar los datos detallados de las resonancias magnéticas de más de 27 mil habitantes de Reino Unido de entre 30 y 70 años y la estimación de los patrones de sueño de cada persona tomando en cuenta:
- El cronotipo, es decir, preferencia por dormir temprano o tarde
- Duración del sueño, considerando entre siete a ocho horas como el valor óptimo
- Episodios de insomnio
- Ronquidos
- Somnolencia a lo largo del día
Cada factor tomado en cuenta suma o resta puntos en cuanto a la valoración de la calidad del sueño. Quienes sumaban cuatro o cinco puntos saludables entraban dentro del perfil de sueño óptimo, de dos a tres, en el “intermedio” y aquellas con cero o un punto eran clasificadas dentro “pobre”.
Al comparar la edad cerebral entre cada perfil notaron importantes diferencias. Por cada punto restado, el cerebro parecía seis meses más viejo de lo que marcaba la edad cronológica. En promedio, quienes tenían malos hábitos de sueño mostraron cerebros que parecían casi un año mayores. En contraste, las edades de los cerebros de las personas con patrones de sueño saludables no mostraron esta diferencia.
Además, si bien se ha encontrado evidencia de que las mujeres suelen reportar peor calidad de sueño y tienen mayor riesgo de demencia, el estudio registró que la relación entre sueño deficiente y envejecimiento cerebral fue más marcada en hombres, resultado que podrían abrir nuevas investigaciones.
Por ahora las conclusiones coinciden con las de estudios previos, mismo en los que se ha reportado una asociación entre dormir mal y el adelgazamiento de la corteza cerebral, atrofia cerebral, reducción del volumen del hipocampo y deterioro de la materia blanca.
Una de las principales hipótesis respecto al porqué una mala calidad del sueño afecta la edad del cerebro está en la inflamación: según las y los expertos, las alteraciones al dormir promueve una alteración sistémica que alienta el desarrollo de enfermedades que afectan el sistema nervioso.
¿Qué otros riesgos están asociados con dormir mal?
Al problema en el cerebro se suman otros riesgos asociados con las horas que se destinan al descanso. Según una revisión de 2021 en el Journal of Endocrinology dormir solo de cinco a seis horas duplica el riesgo de prediabetes y diabetes tipo 2.
También hay una estrecha relación entre el reposo y el corazón: dormir menos de siete horas repercute en la presión arterial, según un análisis obtenido del seguimiento de más de 700 mil personas. Por si fuera poco, quienes tienen problemas con Morfeo presentan niveles sanguíneos más altos de hormonas del estrés y sustancias que indican inflamación.
¿Cómo envejece el cerebro?
Como el resto del cuerpo, el cerebro cambia con el pasar de los años. Según la Fundación Estadounidense del Cerebro, el deterioro se da de forma natural en cuatro niveles: cognitivo, estructural, neuronal y químico.
En el primer caso, los cambios se ven reflejados en la memoria, la concentración y la capacidad para realizar múltiples tareas simultáneas. En cuanto a las modificaciones estructurales, se ha detectado que, con la edad, el cerebro pierde volumen mientras las neuronas se contraen y adelgazan debido a cambios a nivel celular.
A esto se suman la química que ocurre en el órgano, que una vez envejecido va enviando menos sustancias mensajeras como la dopamina o la serotonina.
¿Cómo afecta un envejecimiento acelerado en el cerebro?
Tener una edad cerebral mayor que la cronológica puede ser una señal temprana de deterioro cognitivo, incluso en personas que aún no presentan problemas, de ahí que algunos científicos propongan utilizar este dato como una herramienta de diagnóstico temprano en el caso del Alzheimer.
Existen diferentes factores que contribuyen a que el cerebro se haga viejo más rápido de lo esperado, apenas en julio de este 2025 investigadores de la Universidad de Nottingham descubrieron que la pandemia de COVID-19 podría haber provocado una aceleración generalizada del envejecimiento cerebral, incluso entre quienes nunca contrajeron el virus.

Aunque se trata de un proceso inevitable, la forma en que el cerebro experimenta el paso de los años sí es modificable, y para ello, la Fundación Estadounidense del Cerebro recomienda:
- Controlar el estrés
- Priorizar el ejercicio y/o actividad física
- Una correcta alimentación que incluya omega-3 y antioxidantes
- Practicar actividades cognitivas y fortalecer los vínculos cercanos
- Realizar chequeos regulares
LHM