Política
  • Así se rompió la alianza del PRIAN: tanto amor para tan poco voto

El PAN y el PRI rompieron su alianza luego de dos años | Especial

Fue la unión más improbable de la política mexicana y, quizá, la más efímera. Quiso frenar al obradorismo pero terminó en derrotas, reproches y siglas que suenan a epitafio.

DOMINGA.– Después de casi cinco años de matrimonio por conveniencia, el Partido Acción Nacional (PAN) ha roto su alianza con el Revolucionario Institucional (PRI). El primero, lo hizo con el pretexto de un relanzamiento de su instituto político; el tricolor, por su parte, ha anunciado también un proceso, otro más, de renovación, bajo divisas de compleja consecución: “inclusión y unidad”.

Detrás de esta separación se esconden derrotas, desencuentros y un cementerio de alianzas que llevan las siglas RIP. Era cada vez más difícil guardar las apariencias, ocultar la incompatibilidad. Pero insistieron en prolongar una relación destinada a la ruptura – vamos, a la esterilidad–, a juzgar por el propósito que se plantearon: detener la ola obradorista.

Derrotas y desencuentros fue los que el PAN, PRI y PRD encontraron tras su alianza
Derrotas y desencuentros encuentran el PAN, PRI y PRD tras su alianza | EFE/Isaac Esquivel


Para cambiar la narrativa en las urnas y cámaras federales, lanzaron la alianza. Todo comenzó el 21 de diciembre de 2020, cuando los partidos de la oposición –PAN, PRI y Partido de la Revolución Democrática (PRD)– anunciaron un acuerdo inédito de contender juntos en 180 de los 300 distritos electorales federales del país, bajo el nombre que ya denotaba una apelación al azar: Va Por México. Su oferta consistía en “construir un mejor futuro” para los mexicanos, “recuperando el crecimiento económico, el Estado de derecho y el orden democrático”.

Marko Cortés, del PAN, aseguró que “se puso al centro la crítica situación del país, donde se amenaza a las instituciones y al sistema democrático”. Pero los líderes de los partidos que conformaban esta alianza compartían algo más: los tres parecían representar al interior de sus partidos a determinadas camarillas cuestionadas: las de Alejandro Alito Moreno (PRI), Cortés (PAN) y Jesús Zambrano (PRD).

Alejandro Moreno cargaba con un expediente sucio y un talante autoritario. El campechano había impulsado una modificación de los estatutos para darse una reelección sobre medidas en la dirigencia partidista. Además, amenazó con expulsar del partido a críticos, como el exgobernador de Quintana Roo, Pedro Joaquín Coldwell; a la exgobernadora de Yucatán, Dulce María Sauri; o al excandidato presidencial Francisco Labastida Ochoa, quien había vaticinado “la extinción del PRI” si Moreno se reelegía.

A los que sí expulsaron fueron Miguel Ángel Osorio Chong y Claudia Ruiz Massieu, legisladores que cuestionaron decisiones y posturas de Alito.

El priista campechano también era cuestionado por su patrimonio caudaloso y por sus cercanía no muy discreta a Andrés Manuel López Obrador, entonces presidente, al punto que el graderío le puso el sobrenombre de Amlito.

Alejandro Moreno fue reelegido como presidente nacional del PRI en agosto del 2024
Alejandro Moreno fue reelegido como presidente nacional del PRI en agosto del 2024 | Octavio Hoyos/Milenio Diario


Marko Cortés tampoco había llegado a la dirigencia del PAN de la manera más prístina.
El legislador Damián Zepeda acusó a Gustavo Madero, presidente saliente, de manipular la composición del Consejo Nacional a favor de Cortés. Además, se atribuía demasiada cercanía con el expresidente Felipe Calderón, lo que dentro del partido suscita posiciones ambivalentes. Se cuestionaba su capacidad de liderazgo y estatura política para asumir la dirigencia en una situación de crisis, como la que significó la derrota abrumadora de Ricardo Anaya en las elecciones de 2018.

En cuanto a Jesús Zambrano, él ya había dirigido el PRD en 2011 y no había salido bien librado. Se le atribuyó gran parte del fracaso de 2012, cuando López Obrador perdió la presidencia por segunda ocasión. Y cuando Zambrano fue reelegido como presidente del partido en 2020, en columnas políticas se le consideró “síndico de la quiebra” o “liquidador” del partido. Los vaticinios habrían de cumplirse.

Con ese capital político llegó la alianza PRI-PAN-PRD. Desde el principio la idea era conectar con organizaciones de la sociedad civil. Pero todo se redujo a la suma de una sola persona, prácticamente un cuarto partido, Sí Por México, del empresario Claudio X. González; aunque también participaron siglas de organizaciones, como las de Gustavo de Hoyos, ahora legislador emecista; del experredista Demetrio Sodi, y de la periodista de militancia tricolor, Beatriz Pagés.

Era curioso: se planteaban, entre otros propósitos, el poder personalista de López Obrador, pero encontraron un factótum en X. González

Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano en la firma del pacto
Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano en la firma del pacto | Omar Franco/Milenio Diario


En el camino quedaron los rastros del fracaso
, frases vacías, lemas descosidos, y las cifras de las derrotas electorales: de 2018 a 2024, los partidos de la alianza Va Por México y luego Frente Amplio Por México perdieron 45 curules en la Cámara de Diputados. Y en el Senado, pasaron de controlar 42 escaños en 2018, a 34 en 2024.

En cuanto a las gubernaturas, los partidos de la alianza de tener 30 entidades antes de la elección de 2018, perdieron cinco; en 2021 dejaron ir once, y actualmente sólo gobiernan en seis estados del país. Incluso retrocedieron en congresos locales, pues el obradorismo domina en 25 legislaturas.

El objetivo de los aliancistas: contener la ola obradorista

Los tres partidos llegaban disminuidos al arranque del gobierno de López Obrador. Si en la LXIV Legislatura (2015- 2018) habían reunido 369 diputados federales (205 del PRI, 107 del PAN y 57 del PRD), la elección de 2018 los redujo a menos de la mitad, al agrupar 147 diputados (45 del PRI, 81 del PAN y 21 del PRD).

De modo que Va Por México era su apuesta final para contener la ola obradorista en 2021, a pesar de las críticas: se les cuestionaba el pragmatismo extremo al suscribir el convenio de participación conjunta, pues PAN y PRD –en distintas épocas, por separado y aún coaligados– habían combatido el autoritarismo tricolor y su resistencia a la apertura democrática. Era, decían los críticos, una “alianza antinatura”. Lo mismo había dicho el PRI de la unión de sus nuevos socios.

Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano en la firma del pacto
Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano en la firma del pacto | Omar Franco/Milenio Diario

​El PAN ya había ensayado otras alianzas, por ejemplo, con el PRD y Movimiento Ciudadano (MC) en Por México Al Frente. Pero había sido renuente a hacerlo con el PRI en comicios federales. No obstante, la alianza se puso en marcha.

En primera instancia, resultaba preciso para los partidos integrantes mostrar algún nivel de competitividad en las urnas; y en segundo término, según manifestaban, detener la agenda obradorista que liquidó organismos autónomos y que ya apuntaba a la instauración de comicios abiertos para elegir miembros del Poder Judicial, medidas que eran combatidas por la oposición. Pero los resultados no fueron los esperados.

De 180 distritos federales en los que contendieron con candidaturas comunes, sólo ganaron 63, es decir, 35% de lo proyectado. Una paradoja para Acción Nacional fue obtener el mismo resultado de 2018 en coalición con MC y PRD: 63 distritos federales. Sumados los diputados plurinominales, la alianza opositora alcanzó 199 bancos, aunque a lo largo de la siguiente legislatura, la LXV, sobrevendrían reacomodos.

Por lo pronto, los 278 miembros de la bancada oficialista quedaban muy lejos. No obstante, el experimento había constituido un repunte, aunque magro, para los opositores aliancistas al recuperar 52 bancos.

El PAN ya se había aliado anteriormente con MC y el PRD
El PAN ya se había aliado anteriormente con MC y el PRD | Ariana Pérez/Milenio

Las urnas dan, las urnas quitan gubernaturas

A pesar del repunte en las cámaras federales, el balance de 2021 no era precisamente dulce para los aliancistas. En los gobiernos de las entidades, su retroceso había sido mayúsculo. De 15 gubernaturas en disputa, los partidos de Va Por México sólo ganaron dos, Chihuahua y Querétaro. Y uno, Nuevo León, fue para MC.

Doce gubernaturas se las llevaron los partidos y coaliciones oficialistas: Baja California, Baja California Sur, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Tlaxcala, Sonora, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí, y Campeche, que por cierto se resolvió en tribunales. Dichos triunfos se sumaban a las cinco entidades que ya gobernaba el obradorismo tras las elecciones de 2018: Ciudad de México, Veracruz, Tabasco, Chiapas y Morelos. En 2019, tras la muerte de la gobernadora panista Martha Erika Alonso, Morena se hizo de Puebla. De modo que, con los resultados de 2021, el obradorismo llegaba a 18 gubernaturas.

La racha continuó. En 2022 hubo elecciones para renovar el Poder Ejecutivo en seis estados. La alianza opositora sólo ganó dos, Aguascalientes y Durango. En tanto, el obradorismo se quedó en esa jornada con Quintana Roo, Hidalgo, Oaxaca y Tamaulipas, con lo que sumó 22 mandatarios estatales.

En 2023 no cambió la suerte para estos partidos. La alianza opositora ganó Coahuila pero perdió el mayor padrón del país, el Estado de México, con lo que el obradorismo sumó su gubernatura número 23. Dichos resultados sometieron de inmediato a una fuerte presión a los aliancistas, cuestionando la viabilidad de Va Por México en 2024. En noviembre del año pasado se extinguió formalmente dicha sigla, pero los opositores dieron continuidad a la alianza legislativa, a pesar del amargo sabor electoral rondando el paladar.

Los aliancistas obtenían resultados muy por debajo de lo que esperaban en cada elección
Los aliancistas obtenían resultados muy por debajo de lo que esperaban en cada elección | Freepik

“Morena no es invencible”, decía Ricardo Anaya

Desde mayo de 2022, el excandidato presidencial Ricardo Anaya había lanzado un mensaje al espectro opositor: “Morena no es invencible. [...] Todos los que creemos que el país no va por el camino correcto sin duda vamos a ser mayoría en 2024”.

Convocó a “dejar atrás la división, la polarización, los adjetivos” e instó a la sociedad a “volver a ser un solo México”. En un mensaje grabado en video y difundido en sus cuentas de redes sociales virtuales, Anaya señaló que el país debía eludir el riesgo de otro mandatario con un discurso de división social: “Nunca más un presidente que nos eche a pelear entre mexicanos”.

Después del fracaso de junio de 2023 en el Estado de México, se impulsó entre los opositores ese ánimo perdido. Y así, en noviembre siguiente se presentó el Frente Amplio Por México, que no era sino la continuidad de la alianza anterior. Lo presentó Alito, Cortés, Zambrano y Xóchitl Gálvez. Dijeron que buscaban “un gobierno de coalición, en el que partidos políticos y sociedad civil tengan un diálogo efectivo para la toma de decisiones”. Los resultados no fueron los mejores.

Los distritos ganados por esta alianza se redujeron a 40, esto es 23 menos que en 2021. La representación de los frentistas en la Cámara de Diputados pasó a 102 legisladores. Y el PRD perdió el registro. No era para menos: la última vez que había ganado un distrito electoral federal fue en 2015.

A nivel estatal, los frentistas perdieron Yucatán, con lo que el obradorismo sumó 23 gobernadores. En la elección presidencial, la morenista Claudia Sheinbaum obtuvo 59% de los sufragios, mientras que la frentista Xóchitl Gálvez apenas llegó a 27.9%. Y si no era ya bastante, los frentistas también retrocedieron en los congresos locales.

El PRD perdió su registro tras el fracaso aliancista del 2023
El PRD perdió su registro tras el fracaso aliancista del 2023 | Javier García/milenio

El obradorismo logró mayoría simple o calificada en 25 legislaturas estatales, mientras que la oposición se quedó con sólo cinco cámaras locales. Respecto de los dos congresos restantes, Movimiento Ciudadano conservó mayoría simple en Jalisco, mientras que en Durango empataron obradoristas y frentistas.

Después de la renovación de 31 de las 32 cámaras de diputados estatales, Morena y aliados acumularon 714 de las mil 123 curules de dichos órganos de representación, es decir, 63.5% del total. La expansión obradorista en ese ámbito de representación fue de 12.5 puntos porcentuales, pues en el periodo precedente tenía 51% de los bancos.

Las legislaturas donde el obradorismo logró mayoría calificada fueron las de Baja California, Baja California Sur, Chiapas, Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz.

Así que todo terminó cayendo por el peso mismo de la realidad. Hace un par de semanas, el nuevo dirigente del PAN, del mismo grupo de Cortés, Jorge Romero, sentenció: “El futuro de Acción Nacional no depende, ni dependerá, de ninguna alianza partidista, ni pasada, ni presente, ni futura. Esta es la era en que todas y todos los panistas le apostamos todo al PAN. Ninguna sigla se antepondrá”.

No le faltó a la ruptura el toque melodramático, cuando el líder priista, Alito Moreno, acusó al panismo de “cobarde”. Y en respuesta extendida, ha impulsado una renovación más del tricolor, bajo premisas que contrastan súbitamente con el ejercicio de su mando: “inclusión y unidad”.

Acaso la verdadera oportunidad de renovación de estos partidos se hallaba antes de 2018, cuando quizá debieron lanzar nuevas organizaciones que dejaran atrás siglas cuestionadas, como los hizo el obradorismo al abandonar al PRD y fundar Morena.

Quizá, lo que ocurrió al PAN y, señaladamente al PRI, fue aquello que cuentan en las historias de fantasmas, lo que experimentan las personas que no saben que ya han muerto: deambulan con afanes de los vivos.

El caso es que, al final, tanto amor aliancista no alcanzó ni para un 28% de la votación nacional.

GSC/ASG

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Esteban David Rodríguez
  • Esteban David Rodríguez
  • Periodista de investigación y ensayista. Autor de La jaula de los secretos y Derecho de sangre, entre otros.
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