El Barrio de la Llamarada volvió a encender sus raíces este Domingo de Resurrección con la tradicional quema de Judas, en su 110 de aniversario, iluminando la fe, la crítica y el espíritu comunitario de León. Este año, sin embargo, las llamas ardieron también con dolor y esperanza: uno de los muñecos fue quemado en memoria del pequeño Mateo, cuyo caso ha tocado corazones en todo el país.
Ocho figuras ardieron en fuego y simbolismo este 2025 en la tradicional quema de Judas del “Barrio de la Llamarada”, una de las costumbres más vivas y sentidas por la comunidad leonesa, que cada Domingo de Resurrección se congrega para no dejar morir una tradición con más de un siglo de historia. Entre ellas, una representaba el clamor de justicia por Mateo, un niño cuya generosidad fue recordada por su abuela, María Hermelinda Pérez.

“Él era muy bonito, le gustaba dar. Lloraba cuando no traía una caridad en su bolsa. Por eso nos duele tanto… Era un niño bueno, y mi niño sigue vivo: ha llegado a todo el mundo”, compartió visiblemente conmovida.
Por primera vez en la historia de esta festividad, el evento comenzó con una misa, realizada en un altar improvisado en la calle. Sergio Reyes Alvarado, organizador de la actividad, explicó el sentido especial de esta edición:
“Nunca se había hecho una misa. Hoy tenemos a los abuelitos de Mateo. Esto va a ser un evento elegante y muy mexicanón. Todos van a traer bandera de México", indicó.
La ceremonia no solo tuvo un sentido simbólico profundo, sino que también se organizó con protocolos estrictos de seguridad. El director de Protección Civil, Crescencio Sánchez Abundiz, detalló que el evento cumplió con todos los permisos correspondientes, incluido un dictamen de la SEDENA.
“El área está asegurada con vallas, contamos con ambulancia, paramédicos y personal capacitado. La seguridad es prioridad en una tradición como esta, que se ha preparado desde hace más de seis meses", concluyó.
El fuego, que tradicionalmente ha sido utilizado en esta celebración como forma de denuncia social, se convirtió esta vez en una llama viva de homenaje. Entre aplausos, lágrimas y consignas, el Barrio de la Llamarada no solo mantuvo viva su tradición, sino que también elevó una plegaria colectiva por la justicia y la memoria.