Mientras el país observa cómo la “guerra en Sinaloa” se acerca, el 9 de septiembre, a los 365 días, otra guerra silenciosa ocurre en Veracruz, misma que quedó expuesta tras la muerte violenta de la maestra jubilada y taxista Irma Hernández.
Se trata de la disputa por el estado entre dos facciones cuyos orígenes están en el cártel más longevo del país, el del Golfo, y la organización criminal de mayor expansión y crecimiento en los últimos años, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
La primera es La Mafia Veracruzana, y su antagonista es el grupo criminal llamado Los Piñas, desconocido a nivel nacional, pero de sanguinaria reputación en lo local.

Estos dos rivales han provocado cientos de muertes que no son denunciadas como homicidios dolosos por miedo a que sus integrantes estén infiltrados en la fiscalía estatal.
La mayoría de sus víctimas son conductores de transporte colectivo o taxistas –como la maestra de 62 años secuestrada en Álamo Temapache, posteriormente asesinada– debido a que, al tomar control de ese oficio, el crimen organizado obtiene puntos móviles de distribución de droga, halcones, desplazándose por la ciudad y un ingreso seguro al cobrarles derecho de piso.
La herencia maldita de Los Zetas
Informes militares elaborados en el sexenio anterior, a los que MILENIO tuvo acceso, retratan a La Mafia Veracruzana como una escisión del Grupo Sombra que emergió en 2017.
el datoOrígenes de La Mafia Veracruzana
Se trató de una ramificación Cártel del Noreste, que a su vez es una astilla de los casi desaparecidos Zetas, que en 1999 se conformaron como la guardia paramilitar del Cártel del Golfo, la organización criminal más vieja de México por iniciar sus operaciones en los años treinta del siglo pasado como contrabandistas de alcohol hacia Estados Unidos, aprovechando la prohibición de bebidas espirituosas.
Como herederos de Los Zetas, La Mafia Veracruzana sigue al pie de la letra el manual escrito por Osiel Cárdenas Guillén con el que se apoderaron de ciudades enteras en Coahuila y Nuevo León entre 2008 y 2012.
Los taxistas deben ser integrados a la estructura criminal bajo la máxima de plata y plomo, con el objetivo de que el cártel tenga ojos, oídos y manos por todos lados; si se niegan, se les asesina y esas grabaciones son expuestas en redes sociales.
“Se trata del mismo modelo de cooptación que permitió el avance de Los Zetas en ciudades como Monclova, Saltillo y Torreón, en Coahuila, y Monterrey, Apodaca y Escobedo, en Nuevo León”, refiere el informe militar, que atribuía el liderazgo de La Mafia Veracruzana a un jefe de sicarios conocido como El Fidel o El Matataxistas.
Mafia Veracruzana, implicada en asesinato de maestra
Los tentáculos del CJNG en Veracruz
Los Piñas son un grupo menos conocido, pero no por eso menos violento: son liderados por los hermanos Alberto y Jacinto Rodríguez, líderes del CJNG, quienes comenzaron un proceso de reclutamiento en el norte y sur de Veracruz de sanguinarios jefes de sicarios como El Beto Piña.
Al tratarse de un grupo criminal poco conocido entre los veracruzanos, desde su irrupción en el mapa criminal en 2018 han usado la violencia extrema para afianzar su marca de terror: asesinan con brutalidad, abandonan cuerpos destrozados a causa de largas golpizas y, cuando regresan a los secuestrados, estos muestran evidentes marcas de tortura.
Todo para abrirse paso en la extorsión, huachicol, tráfico de migrantes indocumentados y venta de metanfetaminas.
Los Piñas, incluso, han llegado a esparcir rumores de que sus integrantes devoran carne humana, alimentan a mascotas exóticas con los cuerpos de sus rivales y que usan a los brujos de la región de Los Tuxtlas para hacer daño a los enemigos. Esto es en sincronía con prácticas ya ligadas a las tropas que comanda Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho.

La pelea entre La Mafia Veracruzana y Los Piñas ha dejado varias de personas asesinadas desde 2018 hasta la fecha. El principal motivo es que, al disputar la misma región, los taxistas son obligados a pagar una cuota de extorsión a los dos grupos criminales, según las indagatorias realizadas por personal de la 19 Zona Militar en Veracruz.
“En municipios como Tuxpan se ha identificado, por ejemplo, que La Mafia Veracruzana cobra la cuota de extorsión los martes y Los Piñas lo hacen el viernes. Este doble cobro, más el gasto de gasolina y refacciones, hace imposible el pago para algunos taxistas. En algún momento quedan mal con un grupo y se interpreta como que han tomado un bando en la guerra, cuando simplemente ya no tienen dinero. Eso es lo que muy probablemente ocurrió con la maestra asesinada”, aseguró la fuente militar en la zona.
La mafia del despojo y secuestro
Los hermanos Alberto y Jacinto Rodríguez llegaron a lo alto del organigrama de Los Piñas después de que su mentor, Leonardo Hernández, El Brujo, fuera asesinado en 2018 durante una pelea de gallos en Playa Vicente, Veracruz.
Desde entonces, ese par ha logrado convencer a los vecinos veracruzanos que viven cerca de la frontera con Oaxaca, que su poder criminal es divino y omnipresente en las instituciones de procuración de justicia.
Además de la recaudación del “derecho de piso”, Los Piñas enfrentan a La Mafia Veracruzana usando el despojo de terrenos. Lo hacen con engaños, a través de falsas ofertas de compras de terrenos, y cuando tienen enfrente a los vendedores los privan de la libertad.
Así han construido un patrimonio para tener bodegas de armas y drogas, además de casas de seguridad, que incluso cuentan con zoológicos privados.
También han desaparecido decenas de personas en la zona de guerra de Veracruz; entre ellas están Leopoldo Pérez, vendedor de piñas en la localidad de Rodríguez Clara, secuestrado desde el 19 de junio.
Además de Eusebio Nolasco Joaquín, de 59 años, y su esposa Guillermina López Rivera, de 56, padre y madre de la ex candidata a diputada local por el Partido Verde, Ilse Nolasco, quien los busca afanosamente desde hace 43 días.
“Mis padres fueron privados de su libertad el 18 de junio de este año. Su camioneta fue localizada entre los límites de Veracruz y Oaxaca. Ellos iban a vender un solar de mi difunto abuelo que se ubica en la localidad de la Nueva Esperanza, perteneciente al municipio de Ciudad Isla, Veracruz. La última localización que marcan sus móviles es en Tesechoacán, municipio de José Azueta, por lo cual se sabe que nunca salieron de Tesechoacan”, explica Ilse Nolasco a este diario.
Las indagatorias sobre el secuestro del matrimonio Nolasco López apuntan a Los Piñas como los autores intelectuales y materiales, al ser los únicos que tienen la capacidad de raptar a personas en esa región.
“Queremos confiar en las autoridades, en que están al servicio de los ciudadanos y no del crimen organizado. Tenemos la esperanza de volver a ver a mis papás, que estén en casa y que se acabe esta pesadilla. Y queremos que alguien haga algo por Veracruz, porque algo muy turbio está ocurriendo”, dice Ilse Nolasco.
La lucha por controlar el estado es una guerra de larga data en la historia criminal en México: sus costas en el Golfo de México lo hacen un territorio anhelado para los grupos del narcotráfico que cuentan con avionetas que tiran cargas de drogas al mar para que los pescadores las recuperen y sean enviadas hacia Estados Unidos, aprovechando que Veracruz roza a Tamaulipas, entidad fronteriza.
La ruta que sigue la cocaína desde Veracruz hacia al también llamado Estado de la Estrella Solitaria en la Unión Americana, es usada también para transportar a migrantes indocumentados que llegan desde Centroamérica o de países tan remotos como Pakistán en el Medio Oriente.
RM