La madrugada del 10 de febrero de 2017 llovieron balas en Tepic, Nayarit. Desde lo alto del cielo, un helicóptero Black Hawk de la Secretaría de Marina (Semar) descargó ráfagas de disparos sobre un predio de la colonia Lindavista donde se ubicaba a quien identificaron como uno de los principales narcotraficantes del país: Juan Francisco Patrón Sánchez, alias El H-2.
Aquella noche murió uno de los sucesores más importantes del liderazgo del Cártel de los Beltrán Leyva, así como al menos otros 12 de sus subordinados, según informó en conferencia de prensa el entonces ex fiscal de la entidad Édgar Veytia Cambero.
No obstante, lo que parecía la neutralización de uno de los capos del narcotráfico más poderosos de la época, únicamente terminó por exponer el alcance que la organización encabezada algún día por Arturo Beltrán Leyva tenía no sólo para traficar drogas, sino también para corromper a funcionarios públicos y pelear plazas clave para su lucrativo negocio, una cualidad que El H-2 también heredó a su hijo recientemente detenido en el Estado de México, Jair Francisco Patrón, alias El H-4.
El Cártel de los Beltrán Leyva y Los Mazatlecos
En el momento en el que agentes federales arrestaron a Alfredo Beltrán Leyva, alias El Mochomo, el 21 de enero de 2008, ya no hubo vuelta atrás. Aquel episodio desencadenó la primera gran ruptura dentro del Cártel de Sinaloa al enemistar al clan de los Beltrán Leyva con la organización que encabezaban Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada.
Desde el asesinato de Édgar Guzmán López y hasta la llamada Batalla de Tubutama fueron algunos de los pasajes más recordados de aquella sanguinaria y prolongada disputa que obligó a decenas de subordinados a tomar partido por alguna de las dos partes en disputa. Algunos de los pistoleros que se decantaron por los hermanos Beltrán Leyva fueron entonces conocidos como Los Mazatlecos.
De acuerdo con InSight Crime, dicho brazo armado estuvo bajo la dirección de Fausto Isidro Meza Flores, alias El Chapo Isidro, un fiel aliado de la organización a quién se le atribuyó una importante tarea: arrebatarle al Cártel de Sinaloa el control de Mazatlán.
De este modo, entre las filas de Los Mazatlecos se ubicaron personajes como Santiago Lizárraga Ibarra, alias El Changuín, cuyas operaciones comenzaron a sembrar terror y a dejar múltiples víctimas de homicidios y desapariciones en Mazatlán, según dan cuenta reportes de medios de comunicación locales.
El Changuín, a su vez, tuvo como subordinados a los hermanos Juan Francisco y Jesús Ricardo Patrón Sánchez, quienes años después se hicieron llamar H-2 y H-3 respectivamente. Aunque la disputa en Sinaloa continuaba, el repentino abatimiento de Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, Morelos en diciembre de 2009 volvió a cambiar para siempre el destino de sus subordinados.
InSight Crime señala que, tras la muerte de El Barbas, fue su hermano Héctor Beltrán Leyva el encargado de reagrupar lo que quedaba de la organización, hasta su detención en 2014, entonces, la línea sucesoria del liderazgo se mantuvo en incertidumbre al tiempo que la disputa con el Cártel de Sinaloa continuaba.
La erosión de su estructura criminal y la caída de sus principales líderes y lugartenientes provocaron quealgunos remanentes como el del Chapo Isidro se replegaran en el norte de Sinaloa -donde hasta la actualidad continúan operando- mientras que otros, como el de Juan Francisco Patrón Sánchez salieron del estado pero se mantuvieron lo suficientemente cerca al encontrar en Nayarit el espacio y los recursos necesarios para forjar su propio grupo criminal.
El Cártel H-2 y Édgar Veytia como efecto corruptor
Dentro del reacomodo del hampa mexicano y años antes de que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se expandiera, los hermanos Patrón Sánchez hicieron del estado de Nayarit el centro de operaciones para su naciente organización: el Cártel H-2.
La Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) no tardó en identificar que a numerosas células de distribución de drogas vinculadas a los hermanos Patrón Sánche que se extendieron por Los Ángeles, Las Vegas, Ohio, Minnesota, Carolina del Norte y Nueva York. La agencia antinarcóticos estadounidense estimó que entre 2013 y 2017, el Cártel H-2 distribuyó mensualmente cientos de kilogramos de heroína, cocaína, metanfetamina y marihuana a Estados Unidos, obteniendo a cambio millones de dólares en ingresos ilícitos.
Para lograr su objetivo, apunta el Departamento de Justicia, el Cártel H-2 empleó armas de fuego y violencia física, y estuvo asociada a numerosos homicidios.
El nivel operativo que El H-2 y El H-3 alcanzaron no sólo exhibió lo aprendido de los Beltrán Leyva sino también su influencia en autoridades estatales, la cual tomó nombre y rostro en un solo personaje: Édgar Veytia. Las investigaciones estadounidenses identificaron una colusión entre el ex fiscal de Nayarit con Jesús Ricardo Patrón Sánchez, una alianza clave para sus operaciones.
"Veytia usó su posición como el principal oficial de la ley en su región para ayudar e instigar a las organizaciones de narcotráfico en México. Veytia recibía sobornos mensualmente y proporcionaba sanción oficial para que el Cártel H-2 participara en el narcotráfico en Nayarit", apunta el Departamento de Justicia en un comunicado.
El fiscal conocido también como El Diablo, según investigaciones estadounidenses, también ordenaba a otros agentes corruptos liberar a miembros y asociados de El H-2 de prisión después de que eran procesados por delitos relacionados al trasiego de drogas. Dentro de sus actividades también trascendió el arresto de rivales de los hermanos Patrón Sánchez y de su organización delictiva.
En 2017 y aún como fiscal de Nayarit, Édgar Veytia fue arrestado en San Diego en San Diego, California, , se declaró culpable de una conspiración internacional de fabricación y distribución de drogas y fue sentenciado a pasar 20 años en prisión seguidos de cinco años más de libertad supervisada.
Sin el efecto corruptor de El Diablo y tras el abatimiento de Juan Francisco Patrón Sánchez a manos de la Marina en Tepic, al frente del Cártel H-2 quedó únicamente Jesús Ricardo Patrón Sánchez, El H-3, no obstante, su suerte no duraría mucho.
En febrero de 2019, El H-3 fue arrestado en México en miras de su extradición a Estados Unidos, cuyas autoridades lo identificaron como el sucesor de su hermano en el liderazgo del Cártel H-2.
"El alias de Sánchez, H-3, es una referencia a su condición de sucesor de Héctor Beltrán-Leyva, el H original y uno de los principales líderes del Cártel de Beltrán Leyva que anteriormente formaba parte del Cártel de Sinaloa. La H-2 DTO estaba dirigida anteriormente por el hermano del acusado, Juan Francisco Patrón Sánchez, también conocido como H-2. Según informes públicos, después del asesinato de Juan Francisco Patrón Sánchez en 2017, el acusado asumió el liderazgo principal de la DTO H-2 ", apunta el Departamento de Justicia.
Sobre Ricardo Patrón Sánchez pesa una acusación presentada ante el Distrito Este de Nueva York por cargos relacionados al narcotráfico, uso de armas de fuego y lavado de dinero, no obstante y mientras El H-3 libra su proceso judicial, del otro lado de la frontera, en México, su sobrino intentó mantener lo que quedó de su organización criminal.
El arresto del H-4
La tarde del pasado viernes 24 de octubre, el Gabinete de Seguridad de México informó a través de sus canales oficiales de comunicación el arresto de Jair Francisco Patrón, alias H-4, integrante del Cártel de los Beltrán Leyva.
Según se informó, el hijo del H-2 cuenta con una orden de aprehensión vigente con fines de extradición a Estados Unidos por los delitos de narcotráfico, asociación delictuosa, contra la salud, uso de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército Mexicano, así como operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Reportes del periodista Jorge Martínez para MILENIO apuntan a que la detención de El H-4 se realizó sobre la autopista México-Querétaro, a la altura del municipio de Tepotzotlán.
Aunque autoridades federales no proporcionaron más información sobre las operaciones que el hijo del H-2 realizaba, su captura dejó entrever como más de una década después del abatimiento de El Barbas, el legado de los Beltrán Leyva se resiste a extinguirse y se mantiene vivo en aquellos que algún día fueron sus subordinados.
ATJ