La Fiscalía del Estado de Jalisco confirmó que investiga el caso de Alejandro Garín Velasco, el joven de 35 años que perdió la vida en julio pasado, aparentemente violentado dentro de un centro de rehabilitación para adicciones ubicado en la calle Esteban Alatorre, en Guadalajara.
Sin embargo, la versión oficial sobre los hechos choca frontalmente con las contundentes pruebas físicas documentadas en el informe forense, dejando al descubierto graves inconsistencias y sembrando dudas sobre el rigor de la investigación inicial.
Desde el 25 de septiembre, MILENIO buscó la versión oficial de la Fiscalía sobre la muerte de Alejandro sin obtener respuesta. Fue hasta el día de ayer, tras la publicación del caso, que emitió una ficha en la que asegura que la línea de investigación se basó en testimonios del personal y compañeros del anexo Redescúbrete.
Estos declararon que, horas antes de su muerte, Alejandro se encontraba “alterado” y que, como medida de contención, fue llevado a la parte superior de una litera. La versión oficial sostiene que, tras varios minutos en ese lugar, el joven se cayó.
“Alejandro Garín Velasco fue llevado a una litera, la parte superior, donde permaneció por varios minutos hasta que se cayó, golpeándose diferentes partes del cuerpo”, explicó la Fiscalía.
Esta narrativa, que sugiere un accidente derivado de una autolaceración, fue la razón esgrimida para no tipificar el caso como homicidio, justificando incluso las amarras en sus pies y manos.
Fue solo tras la publicación del reportaje “Lo matan en anexo y lo borran de estadísticas”, por parte de MILENIO, que la dependencia estatal reconoció que el caso permanecía abierto, aunque sin cambiar su clasificación.

No obstante, la madre de la víctima, Georgina Velasco, ha emprendido una incansable búsqueda de justicia y entregó a este medio una copia del dictamen de necropsia 2091/2025, expedido por el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) y dirigido específicamente al Agente del Ministerio Público de Homicidios Intencionales. Este documento es crudo y no deja lugar a dudas sobre la violencia extrema que sufrió Alejandro.
Las pruebas que hablan por sí solas
El informe forense, fechado el 8 de julio, detalla un cuadro de lesiones incompatible con una simple caída desde una litera. El documento enumera signos generales de asfixia, inyección conjuntival (rompimiento de vasos capilares en los ojos), coloración oscura en labios y uñas de las manos, y una congestión cefalocervical que dejó su rostro y cuello con una coloración rojizo oscura. Estos hallazgos son indicativos claros de un estrangulamiento o de una fuerza que impidió su respiración, de acuerdo con un especialista forense consultado, quien pidió no revelar su nombre.
Pero la evidencia no termina ahí. Las fotografías adjuntas al expediente, obtenidas por la familia, muestran un rostro irreconocible: ojos hinchados, pérdida de dientes a causa de lo que posiblemente fueron golpes recibidos y múltiples hematomas. Internamente, el daño fue aún más devastador. El dictamen es revelador y describe lo siguiente:
- Cara (lado izquierdo): dos heridas abiertas sobre el ojo izquierdo, de 2 y 1 centímetro, causadas por un golpe.
- Un moretón grande (7 x 4 cm) alrededor de ese mismo ojo.
- Otro moretón grande (6 x 5 cm) en la boca.
- Pecho: un moretón en el lado derecho (2 x 3 cm).
- En el lado izquierdo del pecho, cinco moretones de diferentes tamaños (entre 2 x 4 cm y 5 x 5 cm).
- Brazos: un moretón en la parte interna del brazo derecho, cerca del hombro (4 x 4 cm).
- En ambos antebrazos, moretones pequeños (de 1 a 2 cm), redondos y alargados, dispuestos de forma simétrica y en línea. El reporte señala que esto es típico de cuando alguien es agarrado con fuerza por los brazos, como si lo hubieran sujetado de ahí.
- Piernas: un moretón en la parte interna de la rodilla izquierda (6 x 6 cm).
- En ambos tobillos, marcas lineales como surcos o hendiduras de 2 cm de ancho, que parecían haber sido hechas por alguna atadura.

En conclusión, la persona recibió múltiples golpes en la cara, el pecho, brazos y piernas. Las marcas en los brazos sugieren que fue fuertemente sujetado, y las marcas en los tobillos hacen pensar que pudo haber estado atado de los pies.
Los órganos presentaban cortes y lesiones que, en apariencia, solo pueden ser producto de una golpiza brutal.
La caída, una teoría que no puede sostenerse
La disparidad entre la versión de la Fiscalía y la evidencia forense es abismal. El documento y las fotos en poder de este medio señalan que es físicamente imposible que una caída desde la altura de una litera —un mueble que rara vez supera los dos metros— cause semejante nivel de destrucción interna.
Además, los signos de asfixia descritos (labios y uñas moradas, congestión facial) apuntan a un acto deliberado de sofocación, que no tiene ninguna relación con el relato de la caída, según el experto consultado. En conjunto, las lesiones pintan el cuadro de una paliza, seguida de un método de asfixia, hechos que la familia y las pruebas señalan como un homicidio.
Mientras la investigación avanza con lentitud, el centro de rehabilitación Redescúbrete parece operar con total normalidad. Un recorrido realizado ayer por MILENIO constató que no hay sellos de clausura y que en la azotea del inmueble se veía ropa tendida, indicio de que la vida en el lugar continúa como si nada hubiera pasado.
Sobre el título de la nota de ayer, “Lo matan en anexo y lo borran de estadísticas”, la Fiscalía asegura: “Actualmente, la carpeta de investigación continúa abierta para esclarecer por completo los hechos en los que perdió la vida Alejandro Garín Velasco. La aseveración en la nota de que el caso fue borrado de las estadísticas no es correcta, toda vez que, al no haberse acreditado que se trató de un homicidio, no puede ser contabilizado como tal”.

Sin embargo, en el boletín del 11 de julio sobre el operativo de la Fiscalía en dicho anexo se limita a señalar que todo estaba en regla, sin informar siquiera del caso de Alejandro, internado ahí y llevado con muerte cerebral a la Cruz Roja.
Ante la falta de avances, Georgina Velasco interpuso ayer un nuevo escrito ante el fiscal general del estado, Salvador González de los Santos, exigiendo una investigación seria.
“El día de los hechos, las personas que trasladaron a mi hijo a la Cruz Roja fueron señaladas como presuntos responsables. No obstante, ni el Ministerio Público ni la Policía Investigadora procedieron a realizar las detenciones correspondientes”, denuncia.
Y añade, con el dolor de una madre a la que le arrebataron a su hijo: “Hoy la Fiscalía dice que se mató solo, cuando la necropsia dice que fue homicidio. Él no se pudo causar esas lesiones”.
La lucha de la familia Garín Velasco no es solo por justicia para Alejandro, sino también una advertencia para la sociedad sobre la opacidad que puede rodear a estos centros y la imperiosa necesidad de que las autoridades escuchen, por encima de versiones convenientes, el elocuente testimonio de la evidencia científica.
OV