De perfil y frente a la jueza, Joaquín Guzmán López no se asemejaba a nadie más que a su padre, Joaquín Guzmán Loera, El Chapo. Incluso L. D. Chuckman, el dibujante que plasmó la declaratoria de culpabilidad de uno de los vástagos del legendario líder del Cártel de Sinaloa lo admitió mientras pegaba los dos bosquejos que realizó de aquella audiencia: “su barbilla, eso lo delata.”
Ese día, el 1 de diciembre de 2025, el abogado de Guzmán López, el polémico Jeffrey Lichtman, ya esperaba a su cliente en la sala de la corte presidida por la jueza Sharon Johnson Coleman, en la corte federal de Chicago, Illinois. También le esperaban tres de los fiscales asignados en su caso, encabezados por Andrew Erskine.
Audiencia comenzó tensa, pero jueza la relajó tras una broma
Joaquín llegó caminando tranquilamente, custodiado por tres agentes del Servicio de Marshals de los Estados Unidos (USMS). Con un mono naranja y playera blanca, la barba casi completamente afeitada y el cabello corto.
La audiencia comenzó algo seria. Se presentaron los fiscales, los abogados y al final el acusado. Joaquín Guzmán determinó no usar los servicios del traductor de la corte y hablar en un inglés fluido y, en momentos, algo técnico.
—¿Cuál es su nombre?, dijo la jueza Johnson.
—Joaquín Guzmán López, respondió el hombre.
—¿Qué edad tiene?, continuó el interrogatorio.
—39 años, respondió El Güero, como le conocían dentro de la facción de Los Chapitos, del Cártel de Sinaloa.
—¿Está seguro?, dijo en tono sarcástico la jueza, entre una pequeña risa que causó un ambiente más bien relajado durante el resto de la comparecencia.
'El Güero' confirmó que se dedicaba al tráfico de drogas
Nacido en Sinaloa, casado, con estudios universitarios en finanzas y bilingüe, el hombre presentaba un perfil extraño para los narcos mexicanos que llegan a las cortes norteamericanas, pues casi todos hablan español y necesitan de un intérprete cuando enfrentan a la justicia.
Justo después de la primera carcajada, la segunda, aunque no tenía nada de gracioso.
—¿A qué se dedicaba antes de llegar aquí?, preguntó la jueza.
—Al tráfico de drogas, dijo sin titubear el hijo de El Chapo. De nuevo, risas, de los fiscales, de los marshals, de la jueza y del público.
Después, el hijo de El Chapo reveló varios padecimientos. De la tiroides, presión alta y hasta ansiedad. Nada que impidiera a Guzmán López entender lo que estaba haciendo: aceptar haber traficado toneladas de cocaína, heroína, metanfetamina y mariguana a los Estados Unidos.
“Hemos repasado todos los alegatos en la acusación, todas las defensas posibles. Hemos llegado a la conclusión de que se declare culpable”, dijo Jeffrey Lichtman, el abogado de El Güero.
La jueza explicó detalladamente a Guzmán López que su declaratoria también implicaba que renunciaba a su derecho a un juicio, a defenderse y a apelar su culpabilidad. Joaquín Guzmán escuchaba atento, serio y casi sin moverse. Respondía con un “yes, your honor (sí, su señoría)” la mayoría de las veces.
El acusado confirmó que había leído y entendía las 35 hojas de su acuerdo de culpabilidad y que la firma de la última página, justo encima de la de su abogado, era la suya.
Fiscal 'ventiló' los 'trapos sucios' de Guzmán López
Luego, el fiscal Erskine, confirmó que el acusado estaba cooperando con las autoridades estadunidenses como testigo colaborador y que, gracias a eso, la fiscalía estadunidense estaba considerando solicitar una reducción de condena que evitara que fuera sentenciado a cadena perpetua, pues el cargo por crimen organizado implica una pena mandatoria de prisión de por vida, a menos que haya alguna atenuante. En este caso, que al igual que su hermano Ovidio, Joaquín se había vuelto un cooperante.
Pero su colaboración no evitó que Erskine ventilara los trapos sucios del señalado. Cargamentos con toneladas de drogas, redes de transportadores en Centro y Sudamérica, México, Estados Unidos y Canadá, túneles transfronterizos y, por supuesto, un secuestro de alto perfil.
El representante del gobierno estadunidense aseguró que, antes de entregarse a las autoridades en 2024, Joaquín Guzmán cometió un último crimen: secuestrar a Ismael Zambada García, El Mayo, ex líder del Cártel de Sinaloa y antiguo socio, y compadre, del mismo Chapo Guzmán. Todo, según admitió El Güero, para entregarse él mismo junto con Zambada García, a las autoridades estadunidenses tras un vuelo breve en avioneta desde Sinaloa, México, hacia Nuevo México, en Estados Unidos.
“Sin embargo, Guzmán López reconoce que, como se discutió antes, no recibirá crédito por cooperación por el secuestro, ni lo hará su hermano (Ovidio)”, apuntó Erskine, quien dejó claro que Washington nunca aprobó, solicitó ni participó en los hechos, que en su momento causaron tensión diplomática con el gobierno del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador en México.
Así, Joaquín Guzmán López se convirtió en el segundo vástago de El Chapo Guzmán en aceptar su responsabilidad por haber inundado a ciudades estadunidenses con drogas entre, al menos, 2008 y 2021.
Se le escuchó decir “culpable, su señoría”, dos veces. Primero, por el cargo de tráfico de drogas y después por el de crimen organizado. La minuta quedó establecida y la fecha para la próxima comparecencia, establecida. El 1 de junio de 2026 Joaquín, su abogado y la fiscalía volverán a la corte para discutir si el acusado ha colaborado suficientemente como para que no muera en prisión por sus crímenes.
Y Joaquín, casi aliviado, fue sacado de la corte, custodiado por los mismos tres marshals que lo vigilaron durante todo el procedimiento, pero no sin antes despedirse de mano de su abogado, y agradecerle por su ayuda en el caso.
ROA
